Nos encontramos una cinta bélica que plantea con gran crudeza los entresijos de la guerra, pero no del conflicto en sí, como hemos visto muchas veces en el cine, sino de las consecuencias de la guerra. De esta forma, pese a que el comienzo nos narra la toma de la ciudad de Nanking, con los estertores de la batalla, la conquista definitiva de la ciudad y los escarceos con los grupos aislados de soldados supervivientes que siguen luchando en guerra de guerrillas,
el resto de la película nos muestra de una forma descarnada y sin cortapisas la relación de los invasores japoneses con los supervivientes chinos, la mayoría civiles, retenidos como prisioneros de guerra. En este sentido, la temática se aproxima más a un drama dentro del contexto bélico como podría ser "El pianista" o, en mayor medida, la magnífica "Feliz Navidad, Mister Lawrence".
La película está narrada desde el punto de vista chino, por lo que no fue muy bien recibida en Japón.
Somos testigos de una parte de la Historia con la que no estamos demasiado familiarizados, al menos desde el punto de vista de las víctimas: El conflicto chino-japonés en los años previos a la Segunda Guerra Mundial. En concreto, la conocida como "Masacre de Nanking", una de las mayores atrocidades perpetradas por el (a veces nada merecedor de este calificativo) ser humano. Como hecho desconocido (al menos sin la debida profundidad) en gran parte de occidente, es una película muy necesaria para aprender de la Historia. Si el régimen nazi cometió todo tipo de atrocidades, sus aliados japoneses no se quedaron cortos en su trato al pueblo chino.
Lo bueno (aunque algunos seguramente lo verán como punto negativo) es que el director elige narrarnos la historia desde la neutralidad, sin tomar un excesivo partido o simpatía por unos determinados personajes o bandos, sino presentándonos unos hechos de forma objetiva para que seamos testigos de los mismos y saquemos nuestras propias conclusiones.
En la lucha por la supervivencia, cualquier puede ser capaz de tomar
decisiones desesperadas. O de sacrificarse hasta límites insospechados
para que otros puedan vivir. Esto le hizo recibir críticas tanto de China como de Japón, y la película fue prohibida en ambos paises. Aunque también le procuró a su director la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián.
Por lo demás, no es una película fácil. Los hechos son muy crudos, y muchas veces no podremos más que sentir incredulidad ante lo que vemos, contemplando cómo alguien se puede considerar superior a otra persona hasta el punto de no valorar en nada su vida o su dignidad. En este sentido, uno de los puntos de vista de la narración es el de un soldado japonés al que, poco a poco, le va minando la conciencia todo lo que ocurre a su alrededor, carcomiéndole por dentro, desde la impotencia de verse obligado a ser partícipe de un colectivo capaz de cometer con tanta naturalidad actos tan infames.
Desde el punto de vista técnico, la película está narrada en un exquisito blanco y negro (que aumenta su dramatismo), y todos los aspectos están cuidados al máximo: Fotografía, diseño de producción, ritmo, excelente narración, ... Como punto negativo, a veces los personajes actúan, por exigencias del guión, de forma poco natural (caso de la decisión final del ayudante chino del delegado nazi). Pero son la excepción a una película estremecedora, realista y que nos dejará un nudo en el estómago. Una película necesaria para terminar de comprender uno de los periodos históricos más negros de nuestra Historia reciente.★★★★
★
Por Antonio Santos