Tras el final del episodio anterior, el conde Borg permanece prisionero en espera de su sentencia de muerte. En una tensa conversación, el rey Horik le recuerda a Ragnar que sigue necesitando aliados para arrasar Wessex y, aunque comprende sus motivaciones, no dejará que nada se interponga en calmar su sed de venganza tras la encerrona de los ingleses.
Como indica de forma categórica: "Quiero mi venganza contra el rey Ecbert y la tendré, cueste lo que cueste". En vista de la situación, Ragnar se compromete a no matar a Borg hasta no tener nuevos aliados y empieza a correr la voz entre los pueblos vecinos.
Sin embargo, el rey Horik, que sigue un poco mosca con Ragnar por desobedecer sus deseos de tregua, comienza a visitar a Borg en su prisión. Éste no tardará en envenenar los pensamientos del rey bombardeándole con sentencias sobre el carácter ingobernable de Ragnar y la posibilidad de que su ambición lo lleve a arrebatarle la corona real en un futuro cercano.
Así que le propone una alternativa: Liberarle, matar a Ragnar y nombrar a Rollo nuevo conde, con lo que todos contentos y listos para volver a Wessex. Todos menos Ragnar, claro.
Simultáneamente, Bjorn está de morros por las negativas de la chica a la que ha echado el ojo y lo paga con su padre, al que recrimina no confiar el él al no haberle incluido en la batida que capturó a Borg y masacró a sus tropas. Ragnar le recuerda que en ese momento estaba ilocalizable (en realidad, en pleno ataque hormonal), recomendándole que si de verdad quiere que le traten como un hombre hecho y derecho empiece a pensar con la cabeza y no con otras partes de su fisionomía. ¡Ay, la adolescencia, y más si es vikinga...!
Finalmente los planes de Ragnar parecen tener éxito y se presenta un mensajero del desconocido conde Ingstad, que está dispuesto a acompañar a los vikingos en su expedición a Inglaterra y, si Ragnar sigue necesitando aliados, acudirá en unos días con sus tropas. Pese a todo, el rey Horik sigue con sus visitas a Borg, a quien confirma que acepta su plan, y moverá las piezas para su liberación y la muerte de Ragnar en cuanto le sea posible.
Mientras, en Inglaterra tiene lugar un cónclave entre
los reyes de Wessex y Northumbria, que pactan una alianza para enfrentarse a las posibles incursiones vikingas y, aprovechando la tesitura, conquistar el vecino reino de Mercia y repartírselo. La alianza se sella con un matrimonio de compromiso entre los hijos de ambos monarcas. La noticia de su futura paternidad hace que Floki también se plantee el matrimonio con Helga, así que ambos enlaces se contraponen, uno ante el dios cristiano y otro con los dioses nórdicos como testigos. Sin embargo, Floki se niega a pedir la bendición a Ragnar, al respetarlo como guerrero pero no querer sentirse de su propiedad como vasallo, sino seguir siendo un alma libre. Esto llega a oídos de Siggy, quien informa inmediatamente a Horik. Rollo, que no tiene un pelo de tonto, le hará ver por las malas que no está demasiado conforme con la pleitesía de Siggy hacia el rey, sobre todo en asuntos de cama, aunque ésta lo haga para medrar y proporcionarles una situación de ventaja si las cosas se ponen feas con Ragnar.
La reunión de Ragnar con el desconocido conde Ingstad tiene lugar,
descubriendo que se trata de la mismísima Lagertha, quien ahora gobierna su pueblo tras la demostración de fuerza del capítulo anterior y ha recurrido a esta treta para que el orgullo de Ragnar no frustrara a priori su posible alianza. Poco después, alguien libera a Borg y lo ayuda a salir de su celda, para descubrir que en realidad no camina hacia su libertad, sino hacia el calvario. Una muerte bastante poco plácida, y que muestra que los vikingos eran bastante imaginativos cuando querían acabar con alguien y además que sufriera de verdad.
La muerte se produce por la técnica que da título a este capítulo, el Águila de Sangre, consistente en algo tan
eutanásico como abrir la espalda con un cuchillo, separar las costillas de la columna con un hacha, sacar los pulmones y colocarlos sobre los hombros del condenado simulando ser unas alas plegadas. Además, teniendo en cuenta que el moribundo sólo irá al Valhalla si en el proceso no sale una queja de sus labios. ¿El final hubiera sido este si no hubiera aparecido un nuevo aliado que facilitara la inmediata expedición a Wessex? Posiblemente no.
Y así finaliza el capítulo, con una escena de lo más dura narrada de forma impecable. Hay que reconocer que esta serie no es Juego de tronos, ni mucho menos,
pero se está esforzando por abrir una mayor complejidad en las tramas, donde tienen cabida cada vez más las conspiraciones y movimientos en las sombras, así como buscar una loable experimentación formal, encontrando en este capítulo encuadres, movimientos de cámara y planificaciones más arriesgadas de lo habitual.
Por Antonio Santos