Tras el excelente sabor de boca que nos dejó la primera temporada de esta serie, las expectativas estaban por todo lo alto de cara al estreno de la segunda. Afortunadamente, podemos afirmar que el nivel se ha mantenido a una altura sobresaliente, con tres nuevos capítulos que se pueden posicionar con facilidad entre lo mejor que nos dejó la televisión el pasado año.
VUELVO ENSEGUIDA (BE RIGHT BACK)
Comienza la temporada por todo lo alto con un excelente capítulo centrado en las siempre polémicas cuestiones relacionadas con la Inteligencia Artificial y que, por su temática, nos recordará (o viceversa) a la recientemente estrenada "Her" de Spike Jonze, aunque sólo en su premisa, ya que ambas discurren por territorios visiblemente diferentes en su desarrollo. Martha (Hayley Atwell, conocida por interpretar a Peggy Carter en Capitán América y su secuela) y Ash (Domhnall Gleeson, protagonista de ese sleeper que fue Una cuestión de tiempo) son una joven pareja que se muda a una casa en el campo huyendo del stress de la ciudad y, sobre todo, en aras de controlar la adicción a la redes sociales de Ash, que está afectando a su relación. El inicio de esta nueva vida se trunca trágicamente con el fallecimiento del marido en un accidente de tráfico cuando se disponía a devolver la furgoneta alquilada para la mudanza. Posteriormente, una amiga recomienda a Martha un nuevo servicio que está causando furor y que permite establecer comunicación con los difuntos. Mejor dicho, con una Inteligencia Artificial que simula la personalidad del difunto a través de su participación en redes sociales, chats, foros, etc. De esta forma, cuanto más actividad online e interacciones haya tenido una persona, con mayor fiabilidad se podrá replicar su personalidad, expresiones, opiniones e incluso su carácter. Inicialmente se niega a utilizarlo, pero su amiga la inscribe a sus espaldas, por lo que le acabará llegando un correo electrónico de un Ash virtual. Tras el cabreo inicial, el dolor por la pérdida y la noticia de que está embarazada pondrán su mundo patas arriba y, para soportar la presión, comenzará a relacionarse con este nuevo Ash, que poco a poco se transforma para ella en un punto de apoyo fundamental. A partir de una actualización que permite al Ash virtual mantener conversaciones telefónicas simulando la voz del difunto, esta será prácticamente la única vía de interacción social de Martha, creándose una dependencia que roza lo enfermizo con su marido virtual. Hasta que recibe la noticia de una nueva actualización que supondrá un punto de inflexión en su relación y en su forma de ver su propia existencia.
Un capítulo que alcanza unas cotas de madurez, sensibilidad (que no sensiblería) y reflexión que muchas veces se echan en falta en televisión. Casi todo el peso interpretativo está soportado por los dos protagonistas, que están impresionantes, sobre todo la Atwell, demostrando una gama de recursos y emociones que dan una credibilidad total a sus actos. Es muy fácil sentirse identificado con el dolor de la protagonista, así como con sus reacciones y vías de intentar dar sentido a su vida. Ni que decir tiene que es posiblemente el episodio más dramático que nos ha dado esta serie, pero cargado de verdad y fundamentado en los personajes y sus relaciones, cosa muy de agradecer. Incluso podemos verlo desde el prisma de la crítica velada al cambio de paradigma en las relaciones sociales que es cada vez más evidente. Al igual que Martha, en un futuro cercano cualquiera de nosotros puede verse interactuando con su círculo más cercano a través de dispositivos electrónicos, aunque estén físicamente frente a nosotros, de forma que a veces cabe plantearse si uno está hablando con una persona o con una versión virtual e idealizada de ella, a la que podemos moldear según nuestras necesidades. El final, coherente, perfecto, abre una puerta a la esperanza, aunque conservando un indisociable punto de amargura.
OSO BLANCO (WHITE BEAR)
El mejor capítulo de la temporada para el aquí firmante (ganando al anterior por los puntos, que con estos niveles de calidad no cabe la posibilidad de un KO). Impresionante desde su perturbador inicio hasta su implacable final. La premisa es de lo más atractiva: Una mujer despierta en una silla, sin recordar absolutamente nada, con signos de haber intentado suicidarse, en una habitación llena de fotos que intuye que son de su familia y un televisor encendido que sólo emite un extraño símbolo. Al salir a la calle se encuentra con que la población está en una especie de estado de zombificación, sin hablarle ni, aparentemente, escucharla, sólo persiguiéndola y grabándola con sus smartphones, como poseídos por una misteriosa entidad. Pronto descubre que el verdadero peligro reside en unos extraños y violentos enmascarados cuyos pasamontañas tienen el mismo símbolo que aparecía en la televisión y que intentan matarla por todos los medios cuando dan con ella. En su huída descubrirá que también existen personas aparentemente normales, asimismo objeto de los enmascarados, que conforman una especie de resistencia y cuyo objetivo es la destrucción de Oso Blanco: Una estación de transmisión que emite la extraña señal que idiotiza al grueso de la población; los enmascarados se encargan de acabar con los inmunes. Mientras intentan llegar a Oso Blanco, superando un sinfín obstáculos, la protagonista irá recobrando poco a poco la memoria de algunos sucesos pasados y, sorprendentemente, futuros. Hasta que al final todas las piezas del puzzle encajan de forma sorprendente y desoladora.
Lo mejor del capitulo es que el espectador se encuentra en la misma posición de desorientación absoluta de la protagonista, completamente desubicado y descubriendo poco a poco las diferentes revelaciones que van surgiendo, rodado con un ritmo brutal que nos lleva en volandas y sumergiéndonos en una atmósfera enrarecida y apocalíptica. La capacidad de sorpresa es máxima y excelentemente dosificada, el guión es sólido como una roca y los giros de guión son constantes, hasta un final durísimo en el que todo encaja a la perfección y que nos dejará con la boca abierta. Una crítica brutal donde nos enfrentamos a los peligros de cruzar ciertos límites, y con múltiples capas, desde la moral y la humanidad hasta la justicia, el poder de idiotización de los medios y los extremos a los que puede llegar el concepto de "pan y circo". Un episodio impresionante que debería estar presente en todas las listas de premios (si la ciencia ficción se tomara en serio, claro). Cuanto menos se cuente, mejor, hay que verlo por uno mismo y dejarse atrapar. Por cierto, prohibido perderse los títulos de crédito finales.
EL MOMENTO WALDO (THE WALDO MOMENT)
Waldo es un enorme osito de peluche azul virtual, cínico y malhablado, al que da vida mediante técnicas de captura de movimientos un actor fracasado llamado Jamie Salter. Tal es su éxito que se ha convertido en la estrella de un late show de entrevistas en el que le busca las cosquillas a los famosos y políticos que acuden como invitados. Uno de los blancos preferidos de sus bromas es el político ultraconservador Liam Monroe, al que ridiculiza constantemente. Tanto es así que, a modo de broma, surge una idea entre los responsables del programa. ¿Por qué no presentar a Waldo como candidato oficial y que derrame su bilis desde dentro del proceso electoral? El éxito de la propuesta es atronador, y Waldo pasa a ser una figura clave y omnipresente dentro del ruedo político. Las audiencias de la cadena suben como la espuma y cada intervención de Waldo es esperada con inusitada expectación. De pronto, la influencia del personaje en la opinión pública comienza a ser patente, hecho que la cadena planea explotar al máximo. Hasta que el depresivo Jamie, frustrado por vivir profesionalmente a la sombra de un monigote, empieza a constatar que lo que comenzó como una broma adquiere cada vez tintes más serios, lo que le forzará a tomar decisiones que darán un vuelco completo a su carrera y a su vida.
En esta temporada, este es el capítulo que podemos ver más alineado con la realidad actual. Las situaciones que plantea, de forma muy inteligente, podrían ocurrir en nuestra sociedad sin ningún género de dudas. Es evidente que los medios de comunicación filtran cada vez la información que nos proporcionan, pasándola por un tamiz de subjetividad que hace que un mismo dato tenga un cariz positivo o negativo según quién nos lo esté mostrando. De igual forma, el capítulo admite múltiples lecturas, desde la visión del creador que poco a poco se ve ensombrecido por una creación que ha escapado de sus manos (como llegó a pasarle a Conan Doyle con Sherlock Holmes) hasta, en niveles más profundos, comprobar lo sencillo que puede resultar plantar la semilla de una idea (por inconcebible que parezca) hasta que poco a poco va germinando, con los estímulos adecuados, y cambiando a toda una sociedad. Incluso podríamos verlo como la premisa de un hipotético curso de acontecimientos que potencialmente podría dar lugar a una distopía como la que Orwell refleja en su 1984. Por lo tanto, un episodio que da mucho de sí conceptualmente y del que se puede sacar mucho jugo.
En general, podemos comprobar con singular deleite que esta serie sigue a un nivel excelente, planteando múltiples ideas en cada capítulo que pueden dar origen a apasionados debates entre los espectadores. Cada uno tendrá sus capítulos favoritos en función de los temas tratados, ya que la variedad en forma y tono es abrumadora, y/o de la manera de trasladarlos a la pantalla. De esta forma, el concepto de
mejor o
peor capítulo pasa a ser muy subjetivo, pero lo que se puede afirmar sin ningún género de dudas es que el nivel de calidad medio de esta serie es sobresaliente. Así pues, esta temporada supone la consolidación de una enorme serie de la que ya se está preparando la tercera temporada. ¡Esperemos que se mantenga el nivel!
Por Antonio Santos
Cinéfago por puro placer y juntaletras ocasional. Defensor de las causas perdidas seriéfilas. Hincado de hinojos ante Hitchcock y Tarantino, entre otros muchos. Amante de la ciencia ficción, la aventura, Rick Remender, Jonathan Hickman, el helado de chocolate, Jessica Chastain y Eva Green (no necesariamente por ese orden).