Doce años han pasado desde que
Robert Zemeckis hiciese una película con actores de verdad.
El Vuelo (Flight) le ha supuesto conseguir dos nominaciones a los oscars en la categoría de mejor guión y actor. Año 2012.
¿De qué va?
El piloto Whip Whitaker logra salvar gracias a sus arriesgadas maniobras a la mayoría de los pasajeros en un vuelo que estuvo a punto de estrellarse. Aclamado como héroe todo empezará a truncarse cuando en la investigación interna descubran que Whitaker es alcohólico e iba bebido y drogado.
Actores.
Denzel Washington (Philadelphia, Man on Fire) es Whip Whitaker
Kelly Reilly (Eden Lake, Sherlock Holmes) es Nicole
Don Cheadle (Hotel Rwanda, Iron Man 2) es Hugh Lang, abogado encargado de limpiar a Whitaker
John Goodman (The Big Lebowsky, Oh Brother) es Harling Mays, íntimo amigo de Whip y proveedor de drogas.
Bruce Greenwood (Star Trek, 13 Días) es Charlie Anderson.
Impresiones.
Voy a ir al grano. Con
Flight se crearon muchas expectativas, sobretodo porque era la siguiente película de
Zemeckis en real tras
Náufrago. Evidentemente, sus nominaciones la han encumbrado aun más alto. Pero es innegable que hay momentos brillantes en el film como sus primeros veinte minutos.
Ese comienzo hasta que se estrella el avión es cine del bueno, con letras gordas. No solo hay tensión, hay buenos efectos y nervios, muchos nervios. No recordaba una escena en la que haya estado tan pegado al asiento desde hace bastante tiempo. Mis aplausos.
Sin embargo, a partir de aquí, la película flojea, y va a más. Y no porque ya no haya mas tensión ni efectos, que no los hay, sino porque la película peca en exceso al mostrarnos la vida de un piloto que se basa en beber, drogarse, curarse, recaer, y así continuamente. Y películas así hay un montón, por lo que ahí
Zemeckis ha errado.
La interpretación de
Washington, que no es mala, no es para nada de Oscar, ni para nominación. En otras ocasiones ha estado mejor. Y ni que decir del poco afecto hacia el espectador con respecto a los personajes secundarios, donde ni siquiera
Kelly Reilly da pena, y su papel es para dar lástima.
Parece que en 2012, todas las películas se han dado la mano para durar mas de dos horas, y nuevamente nos encontramos a una película que le sobran cuarenta minutos, sobretodo por no contar nada. Y ese es el problema de la película, que pese a su comienzo, no hay nada mas en el film que la vida de un pobre hombre amargado que bebe y fuma como un cosaco. Todo ese tramo lo podían haber resumido hasta su resolución final en la reunión-juicio con los investigadores. Sí, hasta ahí, porque edulcorarlo con un "happy end" mostrando lo feliz que es el tipo ahora
SPOILER en la cárcel y haber hecho las paces con su hijo
FIN SPOILER es para reventarla.
En resumidas, la película, pese a todo lo mala que la estoy poniendo, y hablar de su exceso de duración, no la voy a suspender. Por su enorme comienzo y dejarme veinte minutos atrapado en el sofá y porque probablemente antes había visto el tostón de
Coriolanus, y tras ver eso, cualquier cosa me parece una maravilla.
A lo mejor de aquí a unos días, hasta le bajo la nota, pero de momento la apruebo, porque pese a sus errores no me parece tan mala... ni tan buena como para nominarla.
Música.
Otro de los puntos fatídicos del film es la música de
Alan Silvestri. Últimamente no da una el compositor, y nos ofrece un score repetitivo casi sin melodía donde destacan un par de temas a piano. Acompañan bien al film, aunque fuera de el, es bastante escaso.
The Letter.
Y el final del film nos muestra un corte algo mas largo que resume todo el tostón musical de
Silvestri en lo que bien podría ser el mejor track, como finalización.
I Need Your Help
Lo Mejor: Los asfixiantes y tensos primeros veinte minutos.
Lo Peor: Le sobra metraje. Sobrevalorada
Calificación:
5/10
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.