"LA LUZ SE VOLVERÁ OSCURIDAD, Y LA OSCURIDAD, LUZ"
La horda consigue llegar al reino de Azeroth a través del portal que el orco Gul'dan abre. Una vez allí, continuarán su conquista de la forma que mejor saben, la guerra. No obstante, Anduin Lothar, siervo del Rey Wrynn, liderará la rebelión de la alianza en una cruenta batalla.
Travis Fimmel es Anduin Lothar
Dominic Cooper es el Rey Llane Wrynn
Un desierto. Un humano embutido en su armadura espera a su contrincante, del que vemos poco a poco su corpulencia desde abajo. La cámara se mueve y observamos una atalaya de la horda. Una torre idéntica, fidedigna y exacta a lo que hemos visto en los juegos de Blizzard. Será el primero de un sinfín de detalles que el director de la grandiosa Moon, regalará a aquellos que han jugado a todo lo que conlleva el universo Warcraft, desde sus primeras entregas hasta el mítico "WoW (World of Warcraft), un juego de rol en masa que a día de hoy sigue arrastrando a millones de fans gracias a sus expansiones, en lo que se resume ya casi como un mundo fantástico sin final aparente. Todo aquel que ha jugado, lo sabe, y servidor que escribe ésta reseña ha sido jugador durante años. Uno de esos que se quedaban sin vida social, absorbido por ese universo con mil cosas que hacer, investigar, luchar en grupo e invadir mazmorras siendo un mago, paladín, cazador, guerrero, brujo, pícaro, druida, chamán o cualquier otra clase.
El título de "El origen" es claro y conciso, ya que nos muestra la primera incursión de la horda en terreno de la alianza, conociéndose cara a cara por primera vez en lo que supondrá una desunión forzosa con la que se verán obligados a convivir el resto de sus días. Ésto no es algo inventado, salido de una idea del director o algún guionista con ganas de trastocar el universo. No, estamos una historia sacada de los inicios de Warcraft, pensado por Chris Metzen, pilar absoluto y vicepresidente del departamento de diseño de Blizzard. Metzen es el encargado de dar vida a la historia en su inicio y aunque hay infinidad de novelas, todo tiene una base, y es Warcraft. De hecho, muchos de los relatos que se pueden leer en los juegos, están escritos de antemano en "el gran libro del mundo de Warcraft", de donde salen todas las historias desde su origen. No hay nada dejado al azar y es por ello que aunque no conozcamos plenamente a Lothar porque no aparece en los juegos salvo alguna referencia, su trayectoria está escrita al mínimo detalle.
Poco cambio con respecto al libreto original supone más de lo que pensamos, y es respeto. Blizzard podía haber realizado una película animada -son los mejores en ese aspecto, no hay más que ver las presentaciones e intros de sus productos- pero decidió dar un paso más y contar con Duncan Jones. ¿Podían haber cogido a cualquier otro para semejante labor? No. ¿Por qué? Porque el hijo del Duque Blanco (David Bowie), ha sido un jugador compulsivo de World of Warcraft y nadie mejor para realizar una película sobre el mítico juego que alguien que lo conoce a la perfección y ha entrado en su mundo desde años. Por tanto, no existe otra opción.
Sin embargo, la "crítica especializada" la está destrozando sin miramientos. Lógicamente, no conocen la historia, no conocen el juego, y por ello se limitan a lo fácil, es decir, hacer comparaciones imbéciles con El señor de los Anillos y Juego de Tronos. No cabe duda que la definición del mundo de fantasía épico por antonomasia se le debe a Tolkien, pero Warcraft ha sido un mundo que se ha establecido con los pies en la tierra, con clase, buena definición y no es algo precisamente nuevo aunque nos haya llegado ahora la película a la gran pantalla. Es por eso, que probablemente, ésta cinta no suponga mucho para el espectador que se limita a ver una cinta de género. No, más bien nos encontramos ante un trabajo realizado con mimo y cariño por y para el jugón. Y sí, puede que haya quien disfrute con ella, pero no cabe duda que será el fan de Blizzard quien realmente sacará todo el jugo por la infinidad de detalles y por el máximo respeto a una historia que ha empezado desde su verdadero comienzo, el más desconocido.
Si hablo de historia, tras lo ocurrido en ésta primera cinta, deberíamos ver dos batallas más por parte de Lothar en las que culmina con su muerte y la llegada del que sería Rey Exánime, Arthas. Pero por otro lado, al final de la historia -contiene spoiler- vemos al pequeño de Durotan, llegando cual Moisés a la ladera de un río, siendo salvado por dos extraños. Los que conocemos la historia, sabemos de sobra que éste será Thrall y hablar de él es para hacer varios capítulos especiales por su turbulenta y peculiar vida y su posterior hazaña. Es por ello, que el planteamiento de Warcraft: El Origen está pensado para narrarnos toda la historia de ese universo por completo. El problema es la mediana audiencia que ha obtenido y esas duras críticas que harán muy difícil disfrutar de secuelas. Pero claro, no estamos ante un producto Disney, y eso la hace bajar puntos... ¿Se entiende lo que he querido decir?
Warcraft: El Origen nos meterá de lleno en las tierras de Azeroth. Escucharemos hablar de las Montañas Crestagrana, Karazhan, llegaremos a Dalaran, pasearemos por la taberna de Villadorada, nos adentraremos brevemente por los hornos de Forjaz, veremos enanos, elfos de la sangre, murlocs con su peculiar grito de batalla. magos conjurando y lanzando hechizos, guardias convertidos en ovejas, monturas míticas como el grifo por parte de la alianza o lobos por la horda y lo más importante, el verdadero inicio de La Alianza. Paula Patton está para comérsela e incluso tenemos cameo de Glenn Close. La banda sonora de Ramin Djawadi cumple con creces y además se permite el lujo de dejarnos disfrutar en sus créditos finales con el mítico tema de inicio que escuchábamos en el menú de intro del WoW. Es decir, tiene todos los ingredientes para que los jugones disfruten y sus babas caigan a tutiplén inundando las salas de cine. Los que no se han acercado al juego, probablemente se les escapen muchísimos detalles, pero no por ello quiere decir que no disfruten del producto final, donde la buena mano gracias a los efectos de la ILM se deja querer al igual que sus personajes. Yo, por mi parte, me quedo con Durotan. ¿Y vosotros? ★★★★★
Por Dante Martín
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.