Interesante episodio que, además de seguir dándonos buenas dosis de un Zoom tan ultrapoderoso como desquiciado, nos presenta una premisa que hasta ahora no habíamos explorado. Por primera vez,
Barry se ve convertido en un ser humano normal y corriente. Ha perdido toda su fuerza de la velocidad, así que no tiene más remedio que acostumbrarse a lidiar con una rutina que lo devuelve a la cruda realidad, al nivel del común de los mortales... y sin apariencia de que la cosa tenga visos de cambiar (aunque evidentemente sabemos que más antes que después recuperará sus poderes). Una premisa curiosa e interesante.
El comienzo del capítulo nos resume de forma brillante la diferencia entre el
"antes" y el
"después". Acostumbrado a que su velocidad le permita realizar mil y un cosas en un día, adaptarse a la rutina cotidiana de los
"tiempo muertos" (como esos soporíferos viajes en transporte público o las largas colas para pedir un café) supone casi un suplicio para Barry. Y aún así lo lleva con la resignación de quien ha asumido la situación como definitiva. tanto en su trabajo como forense como en su colaboración en Star Labs, pasando a ser una pieza más del equipo científico.
La moraleja y eje central de toda esta nueva situación se va a centrar en lo obvio: el héroe se lleva dentro; no es tanto cuestión de poderes extraordinarios como de actitud y deseo de marcar la diferencia. El detonante de la acción será Wells, empeñado en encontrar a su hija al ser una posible víctima de ese Zoom ya en plenitud de facultades que anda de nuevo suelto, con capacidad de desplazarse entre los dos mundos y más poderoso que nunca. En su camino se cruza tanto con el rechazo de Jesse como con el odio de un nuevo metahumano. Se trata de Griffin Grey, un adolescente a quien el accidente del acelerador de partículas dotó de una fuerza y resistencia sobrehumanas, pero con un coste superlativo. Cada vez que utiliza sus poderes su cuerpo envejece. De esta forma,
no tenemos en esta ocasión un villano al uso, sino a una persona desesperada por recuperar su normalidad, hasta el punto de perseguir y secuestrar al causante de sus problemas, Harrison Wells, con el objetivo de que le ayude a revertir su situación. Lástima que este Wells no es quien él piensa.
En esta situación el equipo deberá arreglárselas para rescatar a su compañero y hacer frente a Griffin sin contar con las habilidades de Flash. Sin embargo,
Barry seguirá actuando como tal por dos razones fundamentales. La primera, lo necesita para seguir sintiendo que hace lo correcto. La segunda, porque la ciudad necesita a Flash, y si éste de pronto desaparece de la ecuación el crimen puede ver una vía libre para comenzar a campar a sus anchas. Es curiosa la vuelta de tuerca que ofrece el episodio, sobre todo teniendo en cuenta que el enemigo no es sino un chico en una situación más que delicada que no quiere sino volver a ser normal y recuperar una vida que se le ha negado de un plumazo. Sin embargo, la frustración y la desesperación también le hacen cruzar la línea. No dudará en matar a Wells si no es capaz de ayudarle, y éste no puede sino intentar ganar tiempo ya que sabe que encontrar la cura es imposible. De de esta forma, una vez localizado Wells gracias a la implicación de su hija queda lo más complicado: rescatarlo.
Una misión casi suicida en la que un Flash sin poderes debe hacer frente a una bestia parda capaz de arrancarle la cabeza de un pellizco, aunque por suerte cuenta con el apoyo logístico de Cisco y Jesse Wells (convertida en la
sustituta de Caitlin en el equipo) y una buena protección merced a la tecnología de Ray Palmer (se agradecen las referencias frecuentes a Arrow, virtud a un universo común bien cohesionado). El final resulta no obstante algo agridulce.
La forma de vencer al Griffin es forzarlo a usar su poder hasta el límite, conduciéndole a un progresivo envejecimiento que acaba causando su muerte y cerrando el círculo: sólo morir ha sido capaz de curarle devolviendo a su cuerpo su juventud natural. Al menos la experiencia ha servido para cerrar las heridas entre los Wells y, de forma colateral, para dar una idea a Harrison de la forma en que Barry puede recuperar sus poderes: nada más y nada menos que provocar un nuevo accidente del acelerador de partículas. La cosa promete...
Sin embargo,
la parte más interesante del episodio es la que transcurre en Tierra-2 centrada en la terrible situación que vive Caitlin al ser presa/objetivo amoroso del gran villano de la función. Hunter Zolomon/Zoom está más loco que un rebaño de cabras, lo que le da un carácter especial al personaje.
Como si fuera una versión desfasada y con superpoderes del protagonista de "El coleccionista" su loco plan pasa por mantener cautiva a Caitlin hasta que ésta acabe enamorándose de él. Lo curioso es cuando la chica se encuentra cara a cara con su doble de Tierra-2, lo que le servirá para aprender varias cosas. La primera, que dar rienda suelta a su
girl power le sienta muy bien; la segunda, que conviene no fiarse nunca de un villano; y la tercera, que a Zoom no le duelen prendas en matar a sangre fría a todo aquél que se interponga en sus planes... o ya no le sea de utilidad. Pobre Killer Frost, cuya presencia ya no tiene significado al disponer su captor de la
versión original... Lo mejor, por supuesto, viene al final.
Zoom se aburre ya de un mundo postrado a su merced así que ¿qué mejor que convertir Tierra-1 en su nuevo campo de juegos, un nuevo reino que poner a los pies de su amada? Las cosas se ponen muy, muy crudas para nuestros héroes... ¡y nuestra Tierra!
Por Antonio Santos