Amarillo, Texas. Más calor que en el infierno y tan yanqui que sólo falta que las paredes estén pintadas con la bandera de la Estrella solitaria... ¡Ah, no, que ya lo están! Un vaquero solitario espera apoyado en la pared soportando estoicamente el calor sofocante con el sombrero tejano calado hasta los ojos. ¿Es el mismísimo Clint Eastwood esperando para llevar al baile del aserradero a una jovial damisela sureña? ¡No! Se trata del único e impredecible abogado James McGill acechando a su presa, un autobús lleno hasta los topes de jubilados. Una de las ancianas ha contactado con el bufete para recibir más información sobre el fraude de las residencias, así que ¿por qué no aprovechar para "matar a 24 pájaros" de un sólo disparo? El milagro de la multiplicación de los clientes por obra y gracia de la labia y el estratosférico savoir faire de nuestro Jimmy. Lástima que la siguiente reunión inter-bufetes cuente de nuevo con la presencia de Chuck, empeñado en hacerle la puñeta a su hermano sembrando dudas sobre la forma (i)legal de captar a los clientes. Incluso Kim comienza ya a preocuparse por la tendencia de su amigo hacia las triquiñuelas. Toca hacer propósito de enmienda y sujetar las riendas del McGill desbocado capaz de todo por aumentar la clientela. Antes estaba solo contra el mundo, pero ahora pertenece a una compañía de prestigio y sus avalistas profesionales se juegan su carrera por apoyarle. Otro trompazo contra la dura realidad... y no será el último.
Mientras tanto, Mike sigue intentando conciliar su vida personal, laboral y extra-laboral. Su prioridad absoluta es el bienestar de su nieta, y para ello no le duelen prendas en meterse en asuntos de dudosa moralidad si con ello puede hacer llegar un sobre repleto de dinero a su nuera. Aunque algo empieza a oler a podrido en Albuquerque. Stacey comienza a desarrollar un comportamiento un tanto extraño. Presuntamente unos disparos la perturban por la noche convirtiendo al barrio en inseguro, aunque la noche toledana de Mike le permite constatar que, pese a las quejas y el desasosiego de la mujer, no se ha producido nada fuera de lo normal en las proximidades. ¿Disparos inventados? ¿Excusas para salir del barrio? Veremos cómo evoluciona el tema. Por el momento nos quedamos con otro par de detalles acerca del viejo Mike. El primero, que pese a las necesidades económicas no está dispuesto a cruzar ciertas lineas. El segundo, que
se ha ganado el respeto de Nacho, quien le solicita un trabajito que puede torcer las convicciones del ex-policía: encargarse de que alguien pase a mejor vida. O al menos, a una estancia más profunda y bien cubierta de tierra. Malas compañías...
Por su parte, Jimmy tiene una idea para seguir captando clientes. Si Mahoma no puede ir a la montaña, la montaña tendrá que ir a Mahoma.
De esta forma, el planteamiento pasa del acoso y derribo al anciano a puerta fría a un anuncio de televisión justo en prime time geriátrico con la imponderable ayuda de la señorita Fletcher. La buena noticia es que su jefe ve con buenos ojos la idea. La mala, que el proceso tiene más burocracia que un ayuntamiento y los precedentes no son nada halagüeños, con el anuncio más políticamente correcto y menos atractivo que jamás se haya emitido.
Para curarse en salud, nada como grabar tu propio anuncio llevando el genio imponderable de Jimmy al terreno audiovisual con ayuda de una de sus clientas más veteranas y con hilarante homenaje incluido a la escena final de "El crepúsculo de los dioses". Nótese que cuando hace estas perrerías siempre porta el anillo de Marco, que le recuerda su verdadera esencia. Brillante. Sin embargo, Jimmy no se atreve a enseñárselo al jefe por miedo al más que probable rechazo, así que con un par de bemoles lo manda emitir directamente.
Resultado: un éxito sin precedentes tras unos tensos minutos de pánico, centralitas desbordadas y más de un centenar de clientes potenciales en un sólo día. Sin embargo, la felicidad se trunca rápidamente con la llamada del jefe más cabreado que un mono con ladillas. Pintan bastos y la prometedora carrera del abogado corre peligro de hundirse en tiempo real a la misma profundidad que el submarino de "
Estación Polar Cebra". Todo un indicio de desastre.
Por Antonio Santos