Tras el final del capítulo anterior y la posibilidad de volver a tener en pantalla a ese Flash reverso que tantas alegrías villanescas nos proporcionó la temporada pasada las expectativas están por todo lo alto de cara ver qué papel jugará la némesis de nuestro héroe en esta nueva entrega. Y nos podemos congratular de que el capítulo está a la altura de lo esperado, y más allá. Un muy buen episodio que vuelve a jugar con las paradojas espacio-temporales y con giros de guión asombrosos y muy bien hilvanados.
Se trata de un capítulo de singular intensidad. Todos los protagonistas encuentran su oportunidad para brillar y tener su momento de gloria, avanzando en múltiples subargumentos tanto personales como generales. Aunque la parte central será la protagonizada por el personaje que da título al capítulo.
Un nuevo y vibrante enfrentamiento entre Flash y su opuesto, que vuelve a brillar con luz propia doctorándose en garantía de calidad y diversión. El ying y el yang de nuevo puestos frente a frente en un combate más allá de las leyes del tiempo y el espacio donde además se da una sorprendente y agradecida vuelta de tuerca a los enfrentamientos anteriores. En esta ocasión será Cisco quien detecte la presencia del Flash reverso de nuevo en nuestra realidad gracias a sus poderes. Este hecho representa un doble descubrimiento: poner en guardia a nuestro equipo de héroes ante el regreso de su gran enemigo y profundizar en las visiones de Cisco a través del tejido de la realidad.
Cisco resultará ser uno de los protagonistas involuntarios del episodio.
Involuntario porque serán sus poderes los que permitan "salvar el día" y, en un grandioso giro de guión, se convertirán también en el catalizador del inesperado destino del villano. Será Wells quien encuentre la solución para controlar los poderes de Cisco (a su forma brutalmente divertida y poco diplomática) y le proporcionará un parte fundamental de su equipamiento como el metahumano
Vibe: unas gafas que aumentan sus niveles de adrenalina y le permiten focalizar sus dones. También servirán para demostrar que las visiones trascienden el tiempo y el espacio, lo que permite a Barry capturar al Flash reverso antes de que consiga su objetivo de construir un dispositivo que le devuelva al futuro.
Toda la acción es apasionante, brillante y plena de intensidad. Se trata de la primera llegada de Eobard Thawne a nuestra época en su viaje a través del tiempo para localizar la procedencia de Flash.
El hecho de ser un velocista aún inexperto (aunque bastante sádico) permite que un Barry cuyo poder va en aumento pueda capturarlo con cierta solvencia tras una de esas batallas a mil por hora llenas de emoción. Sin embargo, el espacio-tiempo se acabará rebelando. Demasiado juego con el destino, demasiados cambios en las líneas temporales. Ahora ha encontrado una víctima propiciatoria en alguien tan sensible a los cambios como Cisco. Cada minuto que Thawne permanece retenido en Star Labs significa un paso más para la muerte del chico. La elección es tan cruel como irremediable.
Para salvar la muerte de su amigo, Barry debe dejar en libertar a Thawne para que prosiga el acoso y derribo a Flash que acabará con la muerte de su madre. En el proceso, el Flash reverso acabará por descubrir aquello que le había llevado de viaje al pasado: la identidad de Flash y el conocimiento de que para volver a su propio tiempo necesita a un Barry en plenitud de facultades y a tope de poder.
Son las inevitables paradojas temporales: por detener a su enemigo ha acabado concediéndole el conocimiento que necesitaba. Al final, los pliegues del tiempo y el espacio se reestablecen y todo acaba siguiendo su curso de forma inexorable.
La fabulosa trama principal se ve complementada por tres historias más personales. Por una parte, la despedida final de Barry y Patty.
Si bien la historia es emotiva y está bien planteada la resolución no deja de ser un poco tramposa. La chica acaba adivinando la verdadera identidad de Barry, que tonta no es, pero la ruptura definitiva está marcada por la negativa éste para abrirse y confirmarle que está en lo cierto, que es Flash. Total, si ya lo sabe hasta el gato, no es lógico este hermetismo. Emotividad de la buena también derrocha la subtrama que acaba con la muerte de Francine West y el acercamiento entre Iris y Wally. Por otra parte, Wells continua con su plan a espaldas del resto.
Una vez enmascarada la muerte de la Tortuga su plan para robar la velocidad de Flash sigue adelante, aunque cada vez está emocionalmente más próximo al resto del equipo. Le espera una dura decisión por delante.
Por Antonio Santos