Seguimos con los capítulos poco trascendentes de esta serie, continuando la racha de sopor a la que parece haberse abonado con una nueva entrega sin chicha ni limoná.
De nuevo se olvida por completo la trama central de la temporada (ese Damien Darhk que despliega su plan a paso de tortuga y que no asoma ni el flequillo) y se dedica a profundizar tanto en la nueva situación de Felicity como en el pasado (y el inicio de los rencores) de los hermanos Diggle. Parafraseando a Rhett Butler:
Francamente, queridos, me importa un bledo.
¡Felicity, ay mi Felicity! La conversión en Oráculo (perdón, Centinela, cosas del copyright) tiene sus secuelas. Las evidentemente físicas y los colaterales efectos mentales. La sensación de derrota e impotencia se traduce en desconfianza en sus posibilidades.
Pese a que la fuerza de la rubia reside en su materia gris y en sus poderes informáticos, la debilidad física y la dependencia de una silla de ruedas la hacen entrar en un bucle de inseguridad en sí misma. Curiosamente, este derrotismo toma forma (meta)física en su joven yo, por lo que la batalla de Felicity por superar sus taras físicas se manifiesta en forma de pugna psicológica con su
fantasma de las navidades pasadas. Siempre es un placer ver a esa versión gótica de la hacker, aunque la idea resulta un poco descafeinada una vez plasmada. Todo el camino hacia la asunción de su nuevo/viejo rol en el equipo y hacia la aceptación de su pérdida sigue un estándar
telefilmero de libro, sin apartarse ni un ápice de la senda de la previsibilidad.
Por su parte, John y Lyla Diggle se topan con el misterioso asesinato de un agente de ARGUS. Los responsables, una organización paramilitar llamada Shadowspire, despliegan un misterioso plan que acaba involucrando al equipo Arrow en su busca y captura, además de estar en la raíz del viaje de Andy Diggle al
lado oscuro de la fuerza (armada). De esta forma,
los flashbacks en esta ocasión están centrados en el pasado de los dos hermanos durante su periplo en Afganistán, en el cual el díscolo Andy escogería el camino del dinero fácil más que nada como mecanismo de escape de la castradora sombra de su hermano mayor. Y por ganar pasta gansa, claro. De vuelta al presente, el plan de Shadowspire pasa por tomar la base de ARGUS con el objetivo de conseguir una arma secreta o similar (
aka Plan genérico).
Este asalto servirá como base para restablecer la confianza entre los Diggle, ya que Andy jugará un papel fundamental traicionando a sus antiguos camaradas del mal para así emprender de nuevo su camino a la redención. Un curso de acción de nuevo previsible hasta el límite en el que el equipo Arrow tendrá un papel testimonial. Poca chicha y poco que destacar. Bueno, sí, la gran sorpresa del capítulo:
la muerte inesperada de Amanda Waller. Es de suponer que aquí habrá injerencias de la casa madre para limpiar referencias al Escuadrón Suicida ante el inminente estreno de la película protagonizada por el no-grupo de anti-héroes. Una pena para la serie, ya supone la marcha de uno de sus personajes más interesantes y al que aún quedaba mucho jugo por sacar. En fin, esperemos que esta sucesión de capítulos con sangre de horchata termine pronto para insuflar un poco de vida a la temporada. Si hay esperanza para Felicity ha de haberla también para los no menos sufridos espectadores.
Por Antonio Santos