Sin embargo, este capítulo no es tan redondo como hubiera podido ser, básicamente porque lo que se cuenta es muy, muy anecdótico y genérico. Salvo algunas referencias y detalles que destacaremos posteriormente, nos encontramos con una historia muy simple que se hace por momentos larga y aburrida, ya que no cuenta con pocos momentos destacables y un ritmo muy alejado del habitual.
Tras la brutal explosión con la que finaliza el capítulo anterior Barry descubre que Firestorm no ha muerto, sino que el arnés de contención desarrollado por Wells ha tenido éxito y no sólo ha conseguido mantener con vida a Ronnie Raymond y al Dr. Stein sino que los ha separado. Sin embargo, aunque cada uno vuelve a ser un individuo pleno, ambos conservan un vínculo mental (ya hasta cierto punto físico) gracias al cual notan cuándo algo va mal para el otro integrante de la pareja. Normal, uno echa en falta la sobrecapacidad cerebral y el otro la sobrecapacidad muscular de sus respectivos compañeros. Esta conexión será de gran ayuda cuando Stein sea secuestrado por el General Eiling para estudiar su naturaleza.
Aunque el buen general contará con la ayuda de un oscuro y traidor Wells, que se lo deja en bandeja drogado hasta las cejas. El ambiguo científico no quiere estar a malas con el ejército y además se quita a una probable bomba andante de encima. Sigue creciendo el halo de oscuridad y misterio alrededor de este personaje.
La misión será ahora rescatar al buen doctor. Evidentemente, Wells se hace el sueco y presta su apoyo logístico a la misión, aunque el equipo de campo estará formado por Flash y Ronnie.
Un rescate un tanto descafeinado, donde destacan los molones juguetitos que el equipo de Eiling ha construido para anular los poderes de Flash y Firestorm, aunque no le servirán para triunfar. Finalmente Ronnie y Stein aprenderán a
"fundirse" en Firestorm a voluntad cohabitando serenamente y conservando sus respectivas consciencias para formar un todo más poderoso física y mentalmente, aunque dados sus problemas con el ejército optarán por desaparecer, volando a Pittsburg para aprender a perfeccionar sus poderes en el anonimato. Dos platos fuertes de cara al futuro que nos deja el capítulo: la referencia de Eiling a que ya no necesita estudiar a Stein para replicar su propio ejército de Hombres nucleares. ¿Qué habrán descubierto? Esto deja interesantes puertas abiertas para el futuro. Al igual que Barry al enterarse por medio de Joe de que su
"yo adulto" estuvo presente en el momento del asesinato de su madre.
Una nueva meta está en el horizonte: aprender a controlar sus poderes para poder viajar en el tiempo y, esta vez, triunfar en su cometido. Las paradojas a las que puede dar lugar esta subtrama hacen que empiece a babear de placer.
En definitiva, un episodio algo descafeinado al que se le nota en exceso el
"decompressive storytelling". Sin duda se podría haber acortado la trama para quitar paja innecesaria, aunque nos ofrece un buen origen para un futuro miembro del "equipo Flash". Volveremos a ver a Firestorm por aquí. Aunque lo mejor sin duda es la coda final.
El Flash Reverso se hace con Eiling y lo lleva a unos túneles que nos son familiares. Alguien empezará a hablar con él de forma telepática; alguien que no le tiene mucho cariño debido a las torturas sufridas bajo su cargo; alguien llamado Grodd. Entretanto, el Flash Reverso se desenmascara revelándose como Harrison Wells, que asiste sonriente a la escena con una frase lapidaria: "Yo protejo a los míos". Una escena de las que te dejan picueto perdido. ¿Es de verdad Wells el Flash Reverso que acabó con la madre de Barry o nos espera una nueva vuelta de tuerca? ¿Qué planes tendrá para alguien tan peligroso e incontrolable como Grodd? Muchas incógnitas aún por resolver que dejan las espadas en todo lo alto.
Por Antonio Santos