CODE OF SILENCE
Nuevo episodio con poca chicha aunque endiabladamente entretenido. Se nota que el coreógrafo de acción habitual de la serie (James Bamford) se ha puesto tras la cámara, ya que aunque la trascendencia de la trama sea escasa al menos las peleas son espectaculares y nos dejan incluso alguna agradecida virguería en forma de plano secuencia que aporta cierta originalidad al festival de yoyas. Dos van a ser los enemigos a los que hacer frente en este episodio. Por una parte Ruvé Adams, la esposa de Damien Darhk. Una vez revelada su candidatura a la alcaldía, se confirma como el rival a batir en el subsuelo político en el que Oliver se empieza a mover con paso inseguro. Por otra parte, en el plano superheroico se presenta la Brigada de demolición, unos mercenarios especialistas en convertir los edificios en trampas mortales que arrojar sobre sus enemigos. Poca trascendencia, aunque permitan dar pie a una buena serie de peleas y persecuciones que desprenden pura adrenalina.
Respecto a la maquiavélica Adams, el capítulo se inicia con una espídica persecución en la que todo el equipo participa siguiendo el coche oficial de la aspirante a la alcaldía para localizar así la nueva guarida de su marido. Sin embargo, a lo que acaba conduciendo es a una trampa de la que Arrow conseguirá salir indemne a fuerza de palos. También tendrá que enfrentarse a su oponente en el debate electoral, del que la señora Darhk quiere salir victoriosa por lo civil o por lo criminal gracias a la Brigada de demolición, haciendo que provoquen una explosión controlada que convierta el edificio en la tumba de Oliver. La consecución de la alcaldía parece convertirse en un movimiento crucial para los planes de Darhk y su gente, ya conoceremos las razones. La presentación de este equipo de mercenarios demuestra que son buenos en lo suyo cuando están a punto de acabar con el capitán Lance conduciéndole a una trampa mortal. Aunque el hombre debe estar perdiendo facultades detectivescas ya que si apesta como una trampa y es correoso como una trampa es que... ¡es una trampa, copón! Se nos está quedando sin olfato este hombre. Debe ser la subtrama de su relación conflictiva con la madre de Felicity, que le está reblandeciendo la sesera.
Evidentemente, el equipo Arrow consigue salvar el día tras una vistosa y emocionante pelea con los mercenarios (aunque la espectacularidad de la acción no nos quita la sensación de que podrían haber acabado con ellos con la gorra, que tampoco son unas némesis tan potentes como para poner a los héroes en demasiados apuros) y, para postre, Oliver resulta vencedor moral del debate electoral. Un 2x1 en toda regla. Aparte de alguna que otra anécdota curiosa como que Oliver acabe bautizando (sin saberlo) a Curtis Holt con el que está destinado a ser su nome de guerre (Mr. Terrific) y de que se haya plantado la semilla tecnológica para que Felicity recupere su movilidad perdida, el episodio nos deja dos momentos muy potentes. El primero se produce en los flashbacks. Las circunstancias van arrinconando moralmente a Oliver, quien por fin sucumbe a su lado oscuro matando al bastardo de Vlad y emprendiendo el camino a sus bajos instintos que lo va acercando progresivamente al amoral justiciero que vimos al principio de la serie. El segundo nos lo proporciona Damien Darhk homenajeando a Darth Vader y demostrando que su dominio de la magia no es cosa baladí. Ni la distancia Star City-Madrid es lo suficientemente grande como para evitar la ira de Darhk. Evidentemente, con estas demostraciones de fuerza hay que hacer un esfuerzo de suspensión de credibilidad para no pensar; "¿y por qué demonios no se carga así a Oliver, con un chasquido de dedos?". Pues porque nos quedamos sin serie, a ver qué remedio. En su lugar hace un movimiento más villanesco que nos deja un cliffhanger ya esperado: se ha hecho con William, el hijo de su enemigo. Pero parece que lo ha hecho por las buenas, como si fuera a pasar unas vacaciones con el "tito Damien". A ver cómo se desarrolla esta situación.
Cinéfago por puro placer y juntaletras ocasional. Defensor de las causas perdidas seriéfilas. Hincado de hinojos ante Hitchcock y Tarantino, entre otros muchos. Amante de la ciencia ficción, la aventura, Rick Remender, Jonathan Hickman, el helado de chocolate, Jessica Chastain y Eva Green (no necesariamente por ese orden).