"PARECEMOS DUROS. NOS HACEMOS LOS DUROS. EN EL FONDO SOMOS HOMBRES SOLOS Y ASUSTADOS"
¿De qué va?
Jackson emprende un viaje peligroso a través de las montañas después de que unos mexicanos rapten a su esposa en plena noche.
Reparto
Scott Eastwood es Jackson
Walton Goggins es Ezra
Danny Glover es Benjamin
Camilla Belle es Alexsandra
Dirección
Lawrence Roeck (El falsificador)
Impresiones
Solamente ver la portada llama profundamente la atención.
Un western, el hijo de Clint Eastwood, cara de mala leche... todos los ingredientes para regresar a la nostalgia y averiguar si el retoño del director de Sin Perdón está a la altura. Las expectativas son altas, aunque ha sido un producto que ha pasado sin pena ni gloria hasta llegar al formato casero, por lo que hay que ser precavidos en nuestros pasos. Sin embargo, 2015 ha sido un año magistral para el género del western ya que hemos tenido más películas que otros años con títulos tan sumamente interesantes como
The Salvation, Bone Tomahawk o
Slow West.
Sin embargo, todo ese hype creado por la buena mano en el género últimamente, se difumina estrepitosamente cuando vemos Diablo, una cinta que trata de mamar de distintas influencias que van desde lo psicológico con tintes a El Club de la Lucha, hasta mostrarnos una típica pero siempre eficaz historia de venganza o rescate a caballo al más puro estilo clásico. Pero para hacer ésto hay que saber y Lawrence Roeck no tiene ni puñetera idea, por muy sobrenatural que se quiera poner.
Diablo es un
TRUÑO de magnitudes infinitas. Su primer minuto se presenta bien, va al grano, promete acción y además su duración no llega a la hora y media. Sin embargo, una vez se monta al caballo, contemplamos paisajes -preciosos, eso sí. Muy buena fotografía- que veremos una y otra vez.
Lo veremos andar, bajarse del caballo, subirse, seguir el camino, primer plano, vuelta al paisaje y así continuamente. Si a la cinta le quitamos el diálogo, obtenemos cerca de cincuenta minutos de paisaje y personaje andando. Sus diálogos, escasos y bastante pobres, los podría haber escrito hasta un niño, y por mucho misterio que le quieran dar al personaje, la entrada de
Walton Goggins -también en
Los Odiosos Ocho- resulta previsible.
Y llegamos al final, donde el espectador puede llegar a pensar que se va a arreglar todo el entuerto aburrido del resto del metraje. Pero todo ocurre de una forma tan patética que acaba transformándose en una telenovela. Sí, una telenovela, tal y como leéis. Vemos a Camilla Belle moviéndose de un lado para otro, poniéndose delante de cada cañón de revolver sin temor para acabar gritando tras su marido al más puro estilo made in Venezuela. Y lo curioso es que el director parece estar satisfecho con su trabajo porque termina a lo grande, con el título en formato logotipo muy vistoso y un tema final que recuerda al spaguetti, lo cual tiene poco sentido aquí. Me habría encantado ver la cara de Clint Eastwood cuando su hijo haya llegado a casa con una sonrisa de oreja a oreja diciéndole a su padre que acaba de hacer un western. Me los imagino viendo la película juntos y la mirada de Clint, esa mirada cortante achinada de El Bueno, el feo y el malo. Lo veo y ya se me ponen los vellos de punta... imagínate al hijo. Amigos, huyan de ésta bazofía... ¡huyan! ★★★★★
Por Dante Martín
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.