Tras el torrente de acción y diversión del capítulo anterior toca una entrega que, pese a resultar evidentemente de transición, constituye también un prólogo al siguiente arco argumental de la serie. Poco a poco la estructura de esta versión televisiva del velocista escarlata se va asemejando a la de una serie regular en formato cómic pero trasladada a la pequeña pantalla. De esta forma, contamos con una trama general (la aparición de Zoom desde Tierra-2 y su relación con Flash) que funciona como hilo conductor mientras por el camino se van sucediendo diferentes arcos argumentales que funcionan como partes más o menos cerradas de un todo común que se van aglutinando mediante episodios más autoconclusivos. El siguiente arco versará sobre el viaje de nuestros héroes a Tierra-2 para intentar liberar a la hija de Harrison Wells, y aquí es donde se planta la semilla argumental de dicho viaje. Porque entre lo mejor que tiene esta serie es que (casi) nada sucede porque sí, sino que todo sigue un curso justificado.
De esta forma, en este episodio se nos presenta otro de los míticos integrantes de la
Galería de Villanos de Flash. Un mafioso de poca monta llamado Joey Monteleone sufre las iras de sus
jefes por intentar tangarlos. Mal asunto que acabará con un confortable y cálido baño de alquitrán. El efecto del acelerador de partículas sobre esta mezcla será tan terrible como poderoso.
Una vez sacado accidentalmente a la superficie en nuestros días, Monteleone adquiere la habilidad de transformarse en alquitrán líquido. Ha nacido Tar Pit (Pozo de brea). Así pues, la misión de nuestros héroes será encontrar la forma de enfrentarse a un adversario tan poderoso antes de que la líe parda en la ciudad en su búsqueda de venganza.
Una trama que no pasaría de mecánica y procedimental si no fuera por la aparición en la ecuación de una variable imprevista: Harrison Wells. Zoom se está empezando a hartar y comienza a pedir resultados a Wells o su hija sufrirá las dolorosas consecuencias (qué gran villano es Zoom y qué temible resulta en sus espaciadas apariciones). Wells comienza entonces a probar su recién creado dispositivo para absorber y almacenar la Fuerza de la Velocidad de Flash.
Así pues, la confrontación contra el villano en sí no deja muchos alicientes más allá de la plasmación de sus brutales poderes de efectos más que contundentes. También sabemos que la influencia de este
tórrido enemigo va a ser mínima al suponer un derroche de efectos especiales que pone al límite el presupuesto de la serie,
por lo que las apariciones de Tar Pit (al menos en la plenitud de su poder) van a ser contadas. De ahí la inteligencia y buena planificación marca de la casa de la que siguen haciendo gala los responsables de la serie. La sal del capítulo, lo realmente importante, no está en la lucha contra la némesis de turno sino en profundizar en la relación del otro Harrison Wells con Barry y en sus consecuencias. El científico es un personaje imprevisible, así que nunca estamos seguros de cómo acabará la cosa, lo que le añade mordiente a la trama. Finalmente, pese a intentar por todos los medios mantenerse emocionalmente al margen del equipo, no puede evitar (y eso que lo intenta con toda su brusquedad inherente) que los lazos forjados con Barry (ejemplarmente subrayados durante su colaboración fructífera para cerrar los portales a Tierra-2) le lleven a confesar la verdad aún a costa de las terribles consecuencias que pueda acarrear para su familia. Muy buen desarrollo tanto de su personaje como el de Barry.
El chico ha evolucionado durante su periplo vital de forma que no sólo es capaz de perdonar a la reencarnación de su peor pesadilla sino también de comprenderle y tomar una decisión que comienza a marcar el camino de su madurez como héroe. Wells es parte del equipo y está en apuros, por lo que es su deber ayudarle a rescatar a su hija.
Toca viajar a Tierra-2 y volver a hacer frente a Zoom en su terreno. Las perspectivas no pueden ser mejores.
En paralelo, la trama de Monteleone se cruza con la afición de Wally por las carreras ilegales como excusa para poder seguir desarrollando la trama familiar de los West. Una subtrama con cierto tufillo moralista que no aporta demasiado aunque se usa de forma excelente para constatar los efectos del ingenio de Wells sobre la velocidad de Flash. En definitiva, un buen episodio que constituye un muy solvente prólogo a la gran aventura en Tierra-2 que esperamos con los brazos abiertos.