"¿SABÍAS QUE DESPUÉS DE QUE EL CORAZÓN SE PARE, EL CEREBRO PUEDE SEGUIR FUNCIONANDO DURANTE SIETE MINUTOS? TENEMOS SEIS MINUTOS MÁS PARA JUGAR"
¿De qué va?
El sueño se ha convertido en pesadilla para un grupo de jóvenes de la calle Elm Street. Si quieren sobrevivir a la presencia de un asesino llamado Freddy Krueger, tendrán que mantenerse despiertos
Reparto
Rooney Mara es Nancy
Jackie Earle Haley es Freddy Krueger
Clancy Brown es Alan Smith
Kyle Gallner es Quentin Smith
Dirección
Samuel Bayer
Impresiones
Un remake no tiene por qué llevar emparejada la etiqueta de mala película. Hay incluso películas que han quedado tan ancladas en una época que bien merecen una revisión moderna.
Pesadilla en Elm Street, vista treinta años después de su estreno, no necesita una actualización para llegar a nuevas generaciones. La premisa argumental de
Wes Craven y su desarrollo son tan sólidos que, a día de hoy, sigue impactando su inteligente trasiego entre realidad y ficción, sus efectos especiales y ese icono que es ya hoy en día Freddy Krueger.
Su versión de 2010 no es una mala película si nos olvidamos de que es un remake. Tiene una dirección de lo más eficiente, obra de un experto en el campo audiovisual, Samuel Bayer, quien ya se había formado en el terreno del videoclip para grupos como Metallica o Green Day. Ayuda la oscura fotografía de Jeff Cutter, quien ya dejase su impronta en el género en la reivindicable La huérfana, y la banda sonora de Steve Jablonsky imprime la atmósfera perfecta al relato, sin prescindir del tema central de Charles Berstein. Además, al guión está Wesley Strick, autor de los libretos de El cabo del miedo y Aracnofobia, que realiza algunos cambios puntuales en el relato para conferir al asesino un pasado más “verosímil”, aunque poco escalofriante.
El reparto, repleto de caras poco conocidas junto a otras ya clásicas, cumple su cometido de interpretar sus papeles con convicción. En el bando de los conocidos encontramos a Connie Britton (“Spin City”, “Friday Night Lights”) y Clancy Brown (“Carnivàle”, “Lost”, “Cadena perpetua”, “Cementerio viviente 2”). En el lado de los actores jóvenes conocidos tenemos rostros televisivos como los de Katie Cassidy (“Sobrenatural”, “Melrose Place”) y Thomas Dekker (“Terminator: Las crónicas de Sarah Connor”), y otros más cinematográficos como el de Kellan Lutz (“Crepúsculo”). Llevando el protagonismo de la historia, una por entonces desconocida Rooney Mara, antes de saltar a la fama de la mano de David Fincher con “La red social” y “Millenium”. Y, por supuesto, está el amo de la función, encarnado en esta ocasión por un magnífico actor, Jackie Earle Haley (“Juegos secretos”, “Watchmen”), que sale más que airoso del reto componiendo un personaje muy alejado del de Robert Englund, y que encaja con el tono de la propuesta.
Sin embargo, a pesar de todos estos atractivos, Pesadilla en Elm Street (2010) no acaba de ser una buena película. Porque no está a la altura de su referente. No es una herejía ni una tomadura de pelo, pero tampoco es una película de Freddy Krueger. No lo prostituye, pero tampoco le hace justicia. Es un remake con el piloto automático, de esos que Michael Bay produce para generar dinero. De hecho, es hermano directo del remake de Viernes 13 presentado un año antes. Como éste, es un slasher típico, repleto de sustos tópicos y previsibles, que se preocupa por ser demasiado terrorífico y tomarse demasiado en serio a sí mismo antes que por recurrir a la esencia del psicópata que conocemos. No hay ingenio en las muertes, los chistes y chascarrillos de Freddy carecen de gracia, y realiza copias sin chispa de algunas escenas míticas, como la de la bañera o las niñas con su cantinela. Ni siquiera juega con la nostalgia del fanboy. Este Hombre del Saco, pese al buen trabajo de su actor y el bonito envoltorio que lo rodea, no produce pesadillas. Produce risas involuntarias, aunque busque justo lo contrario. De esta manera, nadie creerá en él. ★★★★★1/2
Por Gerardo Medina
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.