"TODO EL MUNDO BUSCA LA SALVACIÓN POR SÍ MISMO, COMO UN ASCUA SEPARADA POR LA HOGUERA"
¿De qué va?
En la lucha contra los japoneses, un grupo de fusileros americanos hace lo que puede para conquistar una colina estratégica que supondría el éxito para el que la domine.
Reparto
Jim Caviezel es Witt
Sean Penn es Edward Welsh
Elias Koteas es James "Bugger" Staros
Ben Chaplin es Bell
John Cusack es John
Adrien Brody es Fife
Woody Harrelson es Keck
John C. Reilly es Storm
Dirección
Terrence Malick (El árbol de la vida)
Impresiones
Hablar de Terrence Malick no es cosa de una crítica, se necesita mucho para expresar su mano a la hora de hacer cine, pero trataré de no extenderme en cuestión. Lo que está claro es que Malick entra entre esos pocos directores que crean dos bandos, los que lo odian o los que lo aman. Por supuesto, servidor está en el segundo y no puedo más que quitarme el sombrero con la cinta de la que tengo el gusto de hablar hoy, La delgada línea roja (The Thin Red Line). ¿Razones? Tengo muchas, pero hay que comenzar desde el principio.
En primer lugar, cabe destacar que Malick no es un director de extensa filmografía, pero su trabajo es excelente, compartiendo en cada película ciertos rasgos que lo caracterizan y con los que se emplea a fondo demostrando su faceta de humanista y su pasión por la naturaleza. Uno de los aspectos que hacen tan peculiar a ésta película es el tiempo de estreno entre ella y su anterior trabajo, Días del cielo. Veinte años pasaron para que Malick dirigiese su tercera película y no pudo más que dejarnos asombrados ante tal magnitud. Sin embargo, no gozó del beneplácito de gran parte del público, entre otras cosas por haber coincidido con otra cinta bélica de alto presupuesto, dirigida por el rey Midas de Hollywood, Steven Spielberg. Sabéis de sobra a qué película me refiero. No es otra que Salvar al soldado Ryan.
La cinta de Spielberg -la cual goza de unos veinte minutos iniciales de auténtica masacre- peca de una historia que se diluye en una sola vertiente de argumento escaso, donde sus dos estrellas principales, Matt Damon y Tom Hanks, se reparten el protagonismo, sobre todo el segundo, en una cinta de rescate que desde mi punto de vista está muy sobrevalorada. Hablar de ella es importante para entender su comparativa. Tanto ésta como la cinta de Malick solo tienen en común el género, pero fue la de Spielberg la que se llevó el aplauso y a día de hoy sigue siendo una de las favoritas del público. Pero por suerte, el tiempo pone a cada uno en su lugar, y los más refinados, auténticos amantes del séptimo arte, sienten devoción por La delgada línea roja. Con ésto no quiero echarme flores, no soy un experto, tan solo un humilde amante del cine, pero soy un total admirador de Malick y con ésta estamos ante una de las mejores películas anti-belicistas de la historia del cine.
Llega el momento de la razones de peso. En primer lugar -y a diferencia de la de Spielberg- en ésta cinta no hay un protagonista, lo son todos. Vale, alguien podría decir que el personaje de Jim Caviezel juega una baza interesante por presentarse en su inicio, pero tras ésto, nos centramos en el pensamiento de cada uno. Casi funciona como una cinta mental, no hace falta que sus personajes abran la boca para dialogar, pero ésto ayuda a crear el contraste sobre lo que dicen y lo que piensan de verdad. En un momento de guerra, donde amigos y compañeros caen como moscas, es Dios quien inunda la gran mayoría de pensamientos. Otros pierden la cabeza, y otros se limitan simplemente a dar ordenes por el ansia de la conquista, colocarse medallas ante los superiores, como el caso del papel protagonizado por Nick Nolte, quien hunde a los suyos pensando únicamente en la gloria y en caer en gracia a su superior, un superior con el rostro de John Travolta.
Sí, hay decenas de personajes y muchísimos rostros conocidos del séptimo arte. Todos sabemos que las grabaciones de Malick son muy extensas. Fácilmente puede tener cuatrocientas horas de grabación, con mucho protagonismo de algunos actores y líneas de diálogo que fácilmente se pueden volver segundos en pantalla -véase George Clooney-. Otros no tienen siquiera esa suerte ya que se quedan en la cadena de montaje. Siempre lo he dicho, Terrence Malick es el maestro del collage. Sabe conjugar perfectamente esos diálogos poéticos con bellas imágenes. Trabaja de una forma sublime tratando de recoger la esencia, mostrándonos a un gorrioncito caído sin poder levantarse como símil de una conquista absurda ante una colina donde los hombres caen sin necesidad. Las creencias de cada uno de ellos, como las del personaje de Elias Koteas se acentúan.
Por supuesto, el mayor peso y donde Malick juega su baza lo tenemos en la naturaleza quien siempre es el personaje principal de sus obras. La fotografía de John Toll (Braveheart, Cloud Atlas) es exquisita, y aunque el director se engrandecería con Lubezki en la posterior obra maestra, El Árbol de la Vida, sabe sacarle todo el jugo a la mano de Toll. Y volviendo al film, la apuesta de La delgada línea roja es su firmeza antibelicista bajo un halo profundo de sentimientos humanos ante la cruda muerte. Repleta de escenas inolvidables y acompañados por una excepcional banda sonora de Hans Zimmer, conducida por el gran Gavin Greenaway. Sin lugar a dudas, el tema de la películas es "Journey to the Line", un track extenso de más de nueve minutos que se usa en los momentos más tensos, resultando por completo un score totalmente atmosférico a la par que brillante. En resumidas, La delgada línea roja lo tiene absolutamente todo para ser uno de los mejores films de la historia y una de las cintas de guerra más sobrecogedoras del séptimo arte. ★★★★★
Por Dante Martín
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.