¿De qué va?
Es 8 de agosto de 1991. Un barco albano llamado Vlora llega al puerto de Bari, Italia, con 20.000 personas a bordo. Al observarlo de cerca ves una gran masa confusa, excitada y hambrienta. El desembarco es lento, y muchos, en su mayoría jóvenes impacientes y alterados se lanzan al agua. Los que quedan abordo gritan a coro "Italia, Italia", haciendo la señal de la victoria con los dedos.
El Vlora es un barco mercantil viejo y deteriorado.
El 7 de agosto de 1991, el barco llegó al puerto de Durrës, procedente de Cuba, con 10.000 toneladas de azúcar en su bodega. Mientras descargan el azúcar, miles de personas asaltan el barco y fuerzan al capitán a poner rumbo a Italia. Sin agua ni comida, la trayectoria se hace dura. En la mañana del 8 de agosto de 1991 el Vlora deja perplejos a las autoridades de Bari. Los albanos, tras un tedioso desembarco, son dirigidos a un estadio de futbol vacío antes de ser repatriados.
Exactamente 25 años han transcurrido desde aquel episodio migratorio a gran escala. La mayoría de albaneses a bordo del barco fueron enviados de regreso a Albania, pero siguieron insistiendo, y muchos de ellos volvieron a Italia. No se sabe qué número consiguió escapar a la vista de los policías, que hacían la vista gorda, pero al parecer fue un número elevado. Tras ser escondidos por vecinos hospitalarios, emprendieron camino hacia el norte de Italia.
Dirección y producción
Daniele Vicarinace en Collegiove, provincia de Rieti, el 26 de febrero de 1967. Fue a parar a la Universidad de Roma La Sapienza y allí se graduó en Historia y Crítica de Cine. Desde 1990 hasta 1996 fue crítico de cine en la revista Cinema Nuovo, al terminar allí se pasó dos años, también como crítico de cine, en la revista Cinema 60.
La pasión por el género de cine-documental se refleja en sus primeros cortometrajes: Il nouvo, seguido de Mari del Sud, son sus dos primeras apuestas en el mundillo. Ambos cortometrajes tratan cuestiones sociales y ambientales.
Si en algo se caracteriza su forma de entender el documental es como medio para crear una conciencia social. Cada proyecto se base en una protesta. Es un grito al espectador para recordarles las muchas injusticias que nos asolan, algunas ya casi olvidadas. Como por ejemplo, en Comunisti, de 1998. El film describe los asesinatos de sacerdotes católicos en las manos de los partisanos comunistas de una Italia en la inmediata posguerra.
En 2012, con la película Diaz - Don't Clean Up This Blood, centrada en la cumbre del G8 en Génova, gana el Premio del Público en el Festival de Berlín, junto con Parada de Srdjan Dragojevic. Aunque se presentó en la Mostra de Venezia, se llevó la cifra de cuatro David de Donatello. El documental que aquí tratamos, La Nave Dolce, se presentó el 2 de septiembre como un evento especial fuera de concurso en el Festival de Venecia, y acabó llevándose el Premio Pasinetti.
Impresiones
“Esta nave repleta de seres humanos que huyen de una condición que creen no poder soportar más, desnudos y dolientes, se contrapone con las imágenes de la guerra en Iraq que fue una suerte de “videojuego” espantoso creado con trazadores nocturnos, objetivos de misiles que desaparecían al momento del impacto, imágenes satelitales anónimas y grises. Algunos hechos históricos adquieren sentido en la conciencia de cada uno de nosotros como así también en la conciencia colectiva y cambian nuestra percepción del tiempo y del espacio, nos conquistan y nos modifican. Son hechos aparentemente marginales que, en cambio, modifican la historia ante nuestros propios ojos, dictan el tiempo de importantes cambios: la llegada de la nave Vlora al puerto de Bari el 8 de Agosto de 1991 es uno de ellos. Ese impresionante desembarco fue el detonador de una revolución sociocultural de proporciones hasta ahora inimaginables. En la Italia del 91 había 300.000 extranjeros, actualmente son casi 6 millones!”
Daniele Vicari.
Sólo dos elementos en escena:
• Testimonios de algunos de aquellos migrantes albaneses a bordo de la Vlora.
• Imágenes de archivo que muestran al detalle aquel acontecimiento.
Italiano. Fácil de entender. Rompedor. Estamos hablando de algo que sucedió hace justo 25 años. Italia, pasa a ser una opción para aquellas personas que desean escapar de un futuro incierto en su país. Los testimonios, perfectamente elegidos y encuadrados, describen cada paso dado, y cada acción sucedida. No hay tiempo para aburrirse. Las imágenes, ya desde el inicio, predicen un tortuoso final para los casi 20.000 albaneses que arribaron a las costas italianas. El trato (y no es preciso ser un gran observador) por parte de las autoridades no difiere mucho del prestado a los miles de inmigrantes que cada día, en barcas de mierda, pretenden alcanzar la costa de Lampedusa. Ha cambiado el año, la nacionalidad y la forma de embarcación. El objetivo no. El por qué tampoco.
Eva Karafili, Agron Sula, Kledi Kadiu, Halim Milaqi y Robert Budina son nuestros guías. Cada uno con su edad y circunstancia, pero todos tienen en común que aquel 8 de agosto de 1991 navegaban en el mismo barco. Con dinamismo y minuciosidad, dan voz a las imágenes de archivo que se van sucediéndose. Las diapositivas nos sitúan, y permiten al espectador tener una concepción clara de lo ocurrido. Mucho no hay que forzar la imaginación. Las voces de los protagonistas desgranan las imágenes y le dan un sentido.
¿Por qué verlo? Algo de cultura general no nos viene mal, y nuestra vecina Italia tiene mucho jugo que ofrecer. Sin embargo, la recomiendo por dos razones:
• A menudo damos por hecho que tenemos la potestad de decidir sobre las vidas de otros sólo por situarnos en el lado correcto del mapa, y en ello nos excusamos demasiadas veces a la hora de tratar con “los muertos de hambre” que arriban a nuestras costas con la esperanza, al menos, de no ser vapuleados.
• A menudo, la historia más reciente es la más difusa, porque a menudo interesa poco reflexionar sobre ella. Es lo que sucede cuando algo cercano trae consigo muchos por qués. Generamos preguntas que aguardan respuestas, las cuales implican dar explicaciones, o simplemente, revisar qué entendemos por derechos fundamentales.
• Sí, sé que he dicho dos razones, pero ahí va una tercera. Aquel, fue un caso sonado por lo excepcional del acontecimiento. Actualmente, que 20.000 personas intenten alcanzar las costas ya sean italianas o las tierras germanas, no es una cantidad que asombre. Muchos son refugiados de guerra, otros, literalmente, “tienen hambre”. Hemos empobrecido su país y exprimido sus recursos. Y tras su más que peligroso viaje en busca de algo mejor, llegan y los mandamos de vuelta… ★★★★★
Por Olalla Negrete
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.