THE ANVIL OR THE HAMMER
Tras tener una trama episódica aunque con más enjundia que ha centrado la investigación policial estos últimos capítulos llegamos al remate de las actividades criminales del Ogro. Una puerta se cierra y varias más se abren sobre todo una que hace concebir esperanzas de que por fin explote la tensión latente en el submundo criminal y que tan abandonado había estado tras el parón lastrado (incomprensiblemente) por las absurdas aventuras de Fish Mooney que no interesaban a nadie.
Finalmente, toda la aventura alrededor de Gordon, El Ogro y Bárbara se cierra de la forma más previsible. Todo un "quiero y no puedo" que se termina resolviendo exactamente de la misma forma de siempre: Gordon y Bullock llegan a la casa donde está el malo, éste coge un rehén y le acaban disparando. Fin de la cuestión. La misma forma de rematar la historia que en la mitad de los casos que hemos tenido hasta ahora. Ni una pizca de originalidad. Lo que viene siendo tener el piloto automático puesto. En el camino hasta llegar a este final tenemos algunas de las escenas más tróspidas que la serie nos ha dejado hasta el momento, como constatar que Bárbara es toda una Afrodita pero no tiene alma. La pobre además de sosa es tonta perdida o demasiado aficionada a las sombras de Grey, porque el hecho de que se te caigan las bragas a pulso por entrar en una habitación llena de armas afiladas, cadenas y demás artefactos y no pensar que el propietario está loco como una regadera dice poco de las neuronas de la chica. Vamos, que si piensas por un momento que la cosa va a consistir en un polvete y después si te he visto no me acuerdo, la llevas clara. Por desgracia, los muchos seguidores de la serie que esperaban frotándose las manos a que Bárbara pasara a engrosar la colección de víctimas del Ogro han visto cómo sus sueños se convertían en humo. Otra vez será... Porque la incapacidad galopante de esta chica para labores que vayan más allá de ejercer de Barbie tróspida queda sobradamente demostrada. Una cosa es sufrir algo de síndrome de Estocolmo y otra muy distinta es aparentar que te ha dado un derrame cerebral en medio capítulo, por Crom... Aunque posiblemente la escena más irrisoriamente tróspida del episodio es la que tiene a Bullock infiltrándose en un prostíbulo para millonarios que resultará ser un Eyes Wide Shut pasado por el filtro de los Village People. ¡El nivel de carcajada que despierta no conoce límites! Es que con estas cosas es imposible tomarse en serio esta serie, por mucho que intente aparentar lo contrario. Cuando parece que puede haber luz al final del túnel siempre se encarga de recordar su voluntad de optar a la mejor comedia (involuntaria) del año.
Al menos las otras subtramas son más interesantes. Por una parte, Nygma intenta hacer desaparecer las pruebas de su asesinato con su habitual mezcla de resolución científica y torpeza social. Un laboratorio forense no deja de ser un buen lugar para tratar a un cadáver molesto. Como colofón dejará una falsa carta de despedida para no levantar sospechas en Miss Kringle,
aunque como no podía ser de otra forma su predilección por los acertijos y juegos de palabras unido a esa esencia traviesa que define al personaje le hace firmarla en forma de acróstico. Un crack este tipo. Mientras tanto, Bruce descubre por las malas que los juegos de niños están muy lejos de poder llevar al éxito en la vida real. Bunderslaw sabía desde el primer momento que le habían birlado la llave y no sólo ha dejado la caja fuerte más limpia que una patena sino que además espera al chico para una cura de humildad unida a su primera lección en la vida.
Industrias Wayne opera al margen de todas las leyes conocidas y por conocer y está podrida hasta los cimientos. No sólo eso, sino que se trata de un hecho consumado y aceptado por todos los antepasados de Bruce, incluido su propio padre. Una revelación que hace temblar las convicciones del joven Wayne y le lleva incluso a poner a su padre como objetivo en su investigación pese a que Alfred y Lucius Fox (que aquí hace su primera aparición y se postula como posible aliado en ese nido de víboras que es su empresa) siguen apostando por la inocencia de Thomas Wayne.
Una trama bien llevada aunque sigue alejando a la serie del que se suponía que sería su leit-motiv: descubrir al asesino de los Wayne.
La mejor subtrama nos la sigue dando el submundo criminal, que ahora se empieza a mover de verdad. El plan del Pingüino para asesinar a Maroni se pone en marcha. Ya están todas las piezas colocadas: el lugar (el restaurante que adquirió hace un par de capítulos), el artífice (uno de los matones de Falcone que quiere medrar en la organización) y el medio (sendas armas que Butch ha escondido en el local para que los asesinos las utilicen burlando a los sicarios de Maroni). Sólo queda la oportunidad, que vendrá al aprovechar la celebración que el mafioso monta para festejar la salida de la cárcel de uno de sus secuaces. Todo está planeado al milímetro, los asesinos se presentan con la excusa de presentar respetos en nombre de Falcone, encuentran las armas y se disponen a matar a todo el mundo... salvo que ambas se encasquillan y todo se va al traste. No sólo eso, sino que
este sencillo acto hace que Maroni se lance a por Falcone con toda su fiereza... lo que el Pingüino había planeado desde el primer momento. Él fue quien preparó las armas para que no pudieran disparar. Está harto de vivir bajo la voluntad de Falcone así que ¿qué mejor que iniciar una guerra entre los dos grandes mafiosos del lugar para que se maten entre ellos y dejarle la pista libre para iniciar su reinado?
Una guerra ha empezado y tal vez ni toda la policía de Gotham baste para pararla mientras el Pingüino se ríe a buen recaudo. El último capítulo promete cerrar la temporada con una auténtica batalla campal. Esperemos que así sea.
Por Antonio Santos
Cinéfago por puro placer y juntaletras ocasional. Defensor de las causas perdidas seriéfilas. Hincado de hinojos ante Hitchcock y Tarantino, entre otros muchos. Amante de la ciencia ficción, la aventura, Rick Remender, Jonathan Hickman, el helado de chocolate, Jessica Chastain y Eva Green (no necesariamente por ese orden).