Estamos ante un capítulo de presentación de (buen) libro. En poco más de 45 minutos se nos introducen los personajes troncales de la serie, sus motivaciones y
el tono con el que va a contar, que destila la esencia del thriller más contundente y oscuro, haciéndose eco de las mejores etapas que el personaje ha tenido en su versión cómic, como son las de Frank Miller, Brian Michael Bendis o Ed Brubaker; etapas caracterizadas por un tono de tragedia griega en el que los personajes han de luchar como jabatos por sobrevivir en un mundo oscuro, cruel y rodeado por la eterna y pesada sombra del crimen y la corrupción. Este es el caso de
Matt Murdock, joven e idealista abogado cuya fe absoluta en la justicia lo lleva a pelear en dos frentes bien distintos. El primero, los tribunales, defendiendo a inocentes en un sistema judicial corrupto hasta la médula. El segundo, las calles, donde se encargará de castigar a los criminales que esquivan los mecanismos legales a base de jarabe de palo.
En una escena inicial de dramatismo apabullante se nos presenta el origen del personaje principal.
Un niño que, tras salvar heroicamente a un anciano de morir atropellado por un camión, sufre cómo los productos químicos que transportaba lo dejan ciego. Por suerte, contará con el apoyo incondicional de un padre que lo quiere tanto como para sacrificar su vida miserable como boxeador de poca monta (aunque orgulloso y de rocosas convicciones) para que su pequeño tenga estudios y así consiga todo aquello que a él se le ha negado en la vida. También se esboza la siempre tirante relación de Matt con la fe cristiana herencia de sus orígenes irlandeses.
Una fe que habrá de convivir en precario equilibrio con los violentos métodos que se verá obligado a emplear en su actividad como justiciero. Los muelles de Nueva York serán testigos de la entrada el acción del nuevo justiciero vestido de negro, como un ninja salido del infierno capaz de acabar con cuatro sicarios armados hasta los dientes sólo con sus puños para frustrar una trata de blancas.
A continuación se nos presentan otros dos personajes que tendrán gran importancia en la vida de Matt. En primer lugar,
Franklin "Foggy" Nelson, joven compañero de bufete del abogado y tan buena persona como inocente. Entre ellos se establece un constante
tira y afloja entre el idealismo de Matt y la
necesidad de comer de Foggy. Siempre es bueno tener a alguien con los pies en la tierra, que la justicia gratuita está bien pero no llena la nevera ni paga las facturas. Por otra parte, Karen Page, atractiva secretaria de la todopoderosa constructora Union Allied Construction acusada de un asesinato del que todas las pruebas la incriminan, pero del que es inocente. Este hecho, junto con el posterior intento de asesinato en su celda de la comisaría por uno de los policías que la custodiaban, hará saltar las alarmas de Matt.
La chica ha accedido por error a unos reveladores datos sobre dinero "en B" que pasa por las altas instancias de su empresa y que la relaciona con actividades ilegales, por lo que está metida hasta el corvejón en un problema que la supera ampliamente. De esta forma, su abogado tendrá que salvarle en pellejo en sus dos facetas;
como abogado preparando su salida de prisión; como justiciero, enfrentándose a los sicarios que quieren acabar con su vida.
De forma paralela empezaremos a conocer detalles sobre los bajos fondos que gobiernan la ciudad. Union Allied Construction resultará ser la (lucrativa) tapadera del crimen organizado de la Cocina del infierno, que engloba a todas las mafias de la ciudad (china, japonesa, rusa) comandadas por un misterioso señor del crimen tan caro de ver en público como peligroso.
Aunque aún no hemos conocido al "Kingpin" Wilson Fisk su maquiavélica e inflexible sombra sobrevuela todo el capítulo, culminando en un encadenado final que pone bien a las claras
el inmenso poder de su imperio criminal y lo resolutivo de sus métodos para no dejar ningún cabo suelto. La misión justiciera de Murdock se antoja de lo más complicada.
En definitiva, una buen episodio de presentación que nos deja con ganas de más y hace entrever que lo que nos espera puede ser muy grande. Muchos puntos a destacar. En primer lugar, el buen trabajo de los actores, muy creíbles en sus papeles. Por otro lado,
la relación tangencial con el resto del Universo Marvel. La situación actual en los barrios más pobres de Nueva York viene motivada por la ola destructiva causada por los acontecimientos de Los Vengadores. De ahí la actitud del lugarteniente de Fisk, alegrándose de la presencia de justicieros porque eso supone potencialmente más caos y destrucción que aprovechar, ya que
los asuntos de drogas, armas y prostitución son de perfil demasiado bajo como para llamar la atención de un Thor o un Iron Man. De ahí la necesidad de héroes más
"mundanos". También
muy destacable la ambientación oscura y realista, con unas impresionantes escenas de acción en las que cada golpe duele. Tenemos ante nosotros a un héroe falible que se equivoca, sangra y cae, aunque su voluntad le lleva a levantarse y seguir peleando. Y
magnífica también la forma de utilizar el sonido para simular los sentidos aumentados de Murdock, ese
"radar" que sustituye a su vista perdida de una forma tan elegante como reveladora para el espectador. El tapete está colocado, las cartas dispuestas y los jugadores preparados para continuar la partida.
Nos espera una buena dosis de diversión y potencia si todo continua desarrollándose con estos mismos mimbres.
Por Antonio Santos