Qué mal nos está acostumbrando esta serie... Cuando llega algún episodio que rebaja el ritmo parece como si fuera de relleno, pero lo cierto es que es muy difícil mantener un nivel de acción, revelaciones y giros de guión como el que nos está ofreciendo esta temporada. Cosa que se aplica en este capítulo, todo un carrusel de sorpresas a ritmo brutal. La trama de la "invasión" de SHIELD por parte SHIELD (la otra) se sigue desarrollando, y lo mejor es que se deja claro que ambas agencias están muy lejos del concepto "buenos" y "malos". Sólo son dos visiones de un mismo objetivo: proteger a la humanidad. La diferencia está en los métodos empleados, que se mantienen dentro de una tonalidad grisácea. Por otra parte, se sigue desarrollando el concepto de los Inhumanos, su historia y su relación con el resto de la humanidad, con no pocas sorpresas. Vayamos por partes.
La SHIELD de Coulson agoniza. Sólo quedan el propio director más Hunter, que han establecido una relación de
tira y afloja de lo más divertida. Unos diálogos geniales que darán pie a un plan desesperado por recobrar lo que les pertenece, aunque no lo tendrán nada fácil. En primer lugar, acuden a buscar a Skye, descubriendo lo que ha pasado gracias a las grabaciones de seguridad. En segundo lugar, una noche de alcohol y descanso neuronal desembocará en un plan imposible.
Cuando las buenas ideas se acaban, la única opción es acudir a las malas; y de entre ellas, la peor posiblemente sea llamar a tu enemigo para que venga a buscarte. Un plan desesperado en el que unos refuerzos que tardan en aparecer deberán jugar un papel fundamental. Aunque mientras uno esté en posesión de un brillante
Kit de Comando aullador Siglo XXI style puede ganar unos vitales minutos y hacer
juegos de espías de primera categoría. Cuando la situación parece más desesperada, por fin aparece la caballería para salvar el día.
En este caso la caballería no es May, sino Deathlock, quien había estado desaparecido desde la pasada temporada pero parece que había seguido siendo agente a las órdenes de Coulson. Buen refuerzo para esta recta final. Puestos a hacer alianzas imposibles, el siguiente objetivo de Coulson también dará que hablar: Grant Ward. La cosa está que arde...
Por su parte, Skye despierta en un lugar desconocido.
Se trata de Afterlife, una especie de templo/comunidad donde los descendientes de los "elegidos" esperan el momento de su posible (o no) conversión. Aquí las revelaciones comienzan a surgir a un ritmo infernal. Por una parte, descubrimos que Skye y Raina son la envidia del lugar ya que son las primeras en muchos años que se convierten de la manera, digamos, tradicional. Es decir, con un templo y un Adivinador. No acaba ahí la cosa. Un bigardo llamado Lincoln se encargará de curar las heridas físicas de Skye e intentar mitigar las espirituales.
Intentar que acepte su nueva naturaleza y que vea su poder como un don, no como una maldición. Por otra parte, se nos revela que
estos no son unos Inhumanos "oficiales", sino que intentan por todos los medios permanecer en el anonimato, al margen tanto de la sociedad como de cualquier presunto origen alienígena. Gordon se encarga de transportar a su gente al lugar, cuya ubicación sólo él conoce, y está a las órdenes de unos
ancianos. Todo va bien hasta que Skye descubre que en Afterlife también se encuentra Raina, cuya sola presencia la perturba hasta límites insospechados. Supone todo lo que Skye aborrece, una naturaleza malévola y asesina. Y sin embargo, sus congéneres la aceptan sin remilgos. La confrontación entre ambas estará llena de rencor y tensión hasta que alguien aparece para poner paz;
una persona que se ofrecerá a ser la sensei de las dos chicas. ¡Ni más ni menos que la madre de Skye, a quien Whitehall presuntamente había quebrado y asesinado! Parece ser que sus dones han conseguido mantenerla con vida, aunque hayan dejado secuelas en su cuerpo. No sólo eso, sino que Zabo, encerrado para no llamar más la atención sobre esta raza, también sabe que su esposa vive.
Mientras tanto, en las instalaciones de SHIELD la tensión se puede cortar con un cuchillo. La situación cada vez más tensa entre Fitz y Simmons derivará en que el primero abandone la agencia mientras que la segunda se ofrece a ayudar a Gonzales a
hackear el cubo de Furia. Además, el director de la nueva SHIELD se guarda otro as en la manga. Si no puedes convencer a tu enemigo de que no es tu enemigo, convéncelo para unirse a ti. De esta forma,
comenzará a trabajarse a May para que se una a su comité de sabios. En primer lugar, para demostrarle que no oculta nada y sus intenciones son comandar una agencia justa y democrática. En segundo lugar, para que se convierta en la
abogada del diablo de Coulson una vez que lo atrapen. Mientras May se debate entre aceptar o no la oferta, quien parece que está empezando a dudar en sus lealtades es Bobbi, a quien no le gusta que hayan tratado de matar a Skye.
La chica es buena persona y lo sabe, una compañera tan leal como cualquiera, aunque por ser diferente ve cómo se la persigue con saña sin otro objetivo más que sacarla de la circulación. Mucha tela que cortar por aquí, aunque aún queda una vuelta de tuerca final.
Fitz no ha salido solo de las instalaciones de SHIELD. Con él ha viajado el cubo de Furia, mientras que en la agencia se ha quedado una burda copia. Todo ha sido fruto de un brillante plan improvisado por la pareja de genios, que vuelven a estar tan sincronizados como en sus mejores tiempo. Un éxito así se merece un buen y sabroso bocadillo con todo el sabor de los manjares cocinados con amor. En definitiva, un gran episodio que nos deja con ganas de mucho más y es que hay tantos frentes abiertos que el final de temporada se antoja de infarto. A todo esto, ¿dónde entroncarán estas tramas con la próxima película de
Vengadores? Pronto lo sabremos...
Por Antonio Santos