"SOY VUESTRA ÚNICA SALIDA"
¿De qué va?
En el páramo, Max se topa con un grupo que domina una pequeña refinería de combustible. Se unirá a otra pequeña comunidad que los encara con miedo para obtener lo que quiere aunque no será fácil pues los hombres del líder conocido como Humungus son unos sanguinarios sin escrúpulos.
Reparto
Mel Gibson es Mad Max
Bruce Spence es el Capitán Gyro
Vernon Wells es Wez
Kjell Nilsson es Humungus
Emil Minty es el chico salvaje
Dirección
George Miller (Mad Max)
Impresiones
"Mi vida se apaga, mi vista se oscurece, solo me quedan recuerdos, recuerdos que evocan el pasado. Una época de caos, de sueños frustrados, éste páramo, pero sobre todo recuerdo al guerrero de la carretera, al hombre que llamábamos Max. Para comprender quien era hay que retroceder a otros tiempos, cuando el mundo funcionaba a base del combustible negro y en los desiertos surgían grandes ciudades de tuberías y acero. Ciudades desaparecidas, barridas, por razones olvidadas hace largo tiempo. Dos poderosas tribus guerreras se declararon la guerra provocando un incendio que devoró a las ciudades. Sin combustible ya no eran nada. Construyeron una casa de paja, las máquinas rugientes jadearon y se detuvieron. Los líderes hablaron, y hablaron, y hablaron, pero nada pudo detener la avalancha. El mundo se tambaleó, las ciudades estallaron en un vendaval de pillaje, en una tormenta de miedo. Los hombres se comieron a los hombres. Los caminos eran pesadillas interminables. Solo sobrevivían los que se adaptaban a vivir de los desechos o eran tan brutales como para dedicarse al pillaje. Bandas de malhechores se adueñaron de las carreteras, listas para entablar combate por un tanque de gasolina. Y en medio de este caos de ruina, los hombres normales sucumbian aplastados, hombres como Max, el guerrero Max, que con el tremendo rugido de una máquina perdió todo y se convirtió en un hombre vacío, un hombre quemado y sin ilusión, un hombre que, obsesionado por los fantasmas de su pasado, se lanzó sin rumbo al páramo. Y fue aquí, en éste lugar desolado, donde aprendió a vivir de nuevo."
Ésta es la narración que escuchamos al comienzo de Mad Max 2, El guerrero de la carretera. Una narración que clarifica el cambio tan drástico que se vive desde la primera entrega a ésta. En su inicio, George Miller se encontró con un presupuesto muy pequeño, desembolsado por él mismo para realizar una película repleta de arte y estilo en un formato de serie B que enamora. Tras el éxito en su estreno en Australia (en Estados Unidos apenas llegó a estrenarse) tuvo una producción más holgada, entre otras cosas por la ayuda de Byron Kennedy, quien estaba inmerso en el rodaje, ofreciendo sus servicios e incluso su helicóptero en algunas de las escenas.
La primera
Mad Max se convirtió con el tiempo en película de culto, pero fue ésta, su segunda entrega, la que
arrasaría como concepto ya que a raíz de ella surgirían infinidad de títulos que copiarían su estilo, aunque a decir verdad ésta no fue la pionera en cuanto a género post-apocalíptico, pero sí sería la que marcaría un antes y un después. Efectivamente,
Mad Max 2 triunfó nuevamente en Australia y fue muy bien recibida fuera de ella. Aquí sería donde
Mel Gibson se daría a conocer fuera de las antípodas aunque en los trailers promocionales ni siquiera salía en pantalla.
Como ya hemos citado al comienzo, en la narración queda claro que la humanidad se ha devorado a sí misma y únicamente el combustible es el medio de vida para andar por los terrenos del páramo. En la primera entrega podíamos ver una civilización como tal, pero ahora han pasado varios años, el terreno es desolador, desértico, Max es más maduro y se ha convertido en una máquina. No le importa quien o qué, tan solo el combustible mueve a los supervivientes y no solo a él ya que a su alrededor, legiones de bandas se suman al pillaje, cada cual peor. Aparece en escena un grupo dominado por un temerario llamado Humungus, un ser con una máscara que nos recordará al de cierta saga de terror, que batalla contra un grupo de civiles que campan en una pequeña refinería. Humungus querrá hacerse con ella y Max se involucra indirectamente para otorgarnos una de las mejores escenas intensas de acción de toda la historia del cine, cuando en su tramo final se hace cargo de un camión de combustible y estalla una persecución frenética y espectacular.
Entre otras de las muchas cosas positivas de la película, creó tendencia al mostrarnos un look que ha sido copiado en cintas o incluso videojuegos. Esa estética en la que los villanos lucen trajes de cuero con aire sexual o incluso la entrada de un personaje icónico, Wez, quien con su cresta mohicana lleva a lomos de su moto a un personaje muy afeminado del que se desprende cierta actitud homosexual que pasó desapercibida en su momento, lograron aumentar la fuerza de la película, que podemos decir fácilmente que se posiciona como la mejor de la trilogía (o saga, ahora con la entrada de Fury Road).
Mel Gibson nos regala una interpretación perfecta, sin apenas diálogo, siendo un ser que ha perdido toda la humanidad por el sufrimiento de su pasado, pero que parece encontrarla al conocer a un chico salvaje que no habla (el narrador de la historia) y que tiene un boomerang como arma, siendo uno de los personajes más emblemáticos de la película. Por otra parte, repite en la banda sonora Brian May, pero ésta vez le da mucha más fuerza a la orquesta, dándole la intensidad necesaria al film y a las escenas de acción, algunas de mucho riesgo que dejan claro que George Miller tenía en mente dignificar lo visto en la primera parte para llevarlo un escalón por encima. Se menciona como leyenda urbana que tanto en la primera pero sobre todo en ésta, hubo graves accidentes que llevaron a la muerte de uno de los extras, pero no hay confirmación oficial sobre este hecho. Lo que queda claro es que Mad Max 2, El guerrero de la carretera, es una cinta inmortal, que gusta ver una y otra vez, no ha perdido su magia y aunque su argumento sea bastante básico, se suple con la emoción de sus escenas y unas interpretaciones a la altura de ese lujazo de vehículo icónico, el Ford Falcon V8 Interceptor. Básicamente es imprescindible. ★★★★★1/2
Por Dante Martín
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.