Han pasado seis meses desde que Frank Underwood fuera proclamado presidente de los Estados Unidos, pero más hemos tenido que esperar para poder hincarle el diente a la tercera entrega de
House of Cards, apenas un año después de la magnífica segunda temporada. El listón estaba muy alto ya que tanto la primera como la segunda fueron in crescendo a base de bien dejándonos completamente extasiados, con ganas de más. Ganas de política, de navegar por los entresijos de la casa blanca, del despacho oval, ver que se cuece entre lo demócratas y los republicanos, pero más aún queremos saber que tiene en su fría y calculadora mente Frank Underwood.
Aprovechando la magnífica jugada de Netflix, quien estrena la temporada íntegra de una tacada -lo hizo desde la primera-, hemos podido disfrutar de sus episodios, divididos en capítulos, concretamente desde el 27 al 39. Cabe avisar que aunque no queremos entrar en detalles importantes, como todo resumen, hablaremos de lo que hemos visto, por lo que si no habéis visto aun la serie, mejor que dejéis de leer a partir de ahora.
Antes de comenzar cabe destacar que junto a los personajes habituales entran en juego algunos nuevos, pero sin desvelar nada clave, ahondaremos en dos en especial. Kim Dickens, vista en Hijos de la Anarquía y próximamente en el Spin-off de The Walking Dead. Dickens es Kate Baldwin, el relevo de la periodista Ayla Sayyad en el Telegraph. Junto a ella, entra en escena Paul Sparks, visto en Boardwalk Empire. Sparks es Thomas Yates, un hombre escogido por Underwood para que escriba un libro sobre su plan de trabajo. Yates es uno de los personajes más fundamentales de ésta tercera temporada.
Si al menos habéis visto el primer episodio, sabréis que Doug Stamper no está muerto, tal y como pensábamos que ocurrió al final de la segunda temporada. El cariz que va tomando su personaje es muy diferente al que conocemos. La razón principal es que una vez que Underwood llega a la presidencia, tras lo que le ocurre con Rachel, hay cierta separación entre ellos, que sin dejar de lado su "amistad" -ese es un término que Underwood se pasa por los bajos cuando lo ve preciso-, su relación no es tan cerrada, entre otras cosas por las presiones del puesto. Ésto le hará sentirse dolido indirectamente, haciendo que vuelva por momentos a recaer en su adicción al alcohol y su obsesión por Rachel. Será gracias a la ayuda de Gavin, el hacker, la única forma de dar con el paradero de ella. Mientras tanto, Stamper se volcará al lado de la oposición, hacia Dunbar. Ésto alertará a Underwood hasta tal punto que Claire se sentirá atacada y él llegará a estar cerca de la cifra de dos millones de dólares por un "suculento" intercambio....
La línea principal de ésta temporada se basa mayormente en un plan maestro de Frank Underwood, denominado como "América Trabaja (AmeTra)", un plan para dar trabajo a diez millones de desempleados. El problema es que para hacer ésto tendrá que recurrir a los fondos de la FEMA, es decir, aquel depósito guardado exclusivamente para urgencias cuando ocurren desastres naturales en forma de huracanes o terremotos. Por esa razón, el consejo se pone en su contra y solo permite acceder si Underwood no se presenta a las elecciones de 2016. En primera estancia, Frank Underwood pone al frente las preocupaciones de los trabajadores y decide no presentarse, pero todo volverá a ser parte de una trama que lo encumbrará a lo más alto cuando la gente vea que es un hombre capaz de dar trabajo, cosa que otros presidentes no han hecho con tal preservar esos fondos. Pero, ¿y si a lo largo del año hubiese un aviso de huracán?....
Mientras tanto, a Underwood se le abre otro frente con un nuevo personaje, el presidente ruso Viktor Petrov. Varios encuentros -o mejor dicho, desencuentros- hacen que la estabilidad entre países se tambalee. En primer lugar, el arresto de un activista gay y poco después la muerte de ocho soldados en el valle del Jordan, hará que Claire sea señalada, entre otras cosas por no callarse y dejar en ridículo en dos ocasiones al presidente ruso. Su puesto como embajadora de la ONU se ve contra la espada y la pared cuando Frank y Petrov tienen un cara a cara para que no salga a la luz un despliegue de SEALS reciente. La incursión de este personaje y la tensión que generan sus encuentros no tienen desperdicio.
La tercera trama directa que choca contra Underwood proviene desde su proposición para que Heather Dunbar forme parte de la corte como jueza. Cuando ve el poder que es capaz de tener decide dejar de lado su candidatura para tomar frente en el partido de la oposición, de una forma más "limpia" y directa. Evidentemente, esto molesta a Underwood, quien se vale de Jackie Sharp para tratar de rebajar la presión. De hecho, el episodio 11 nos deja un debate a la altura de los mejores momentos políticos de la serie. La lucha se decide en Sioux City para seguir en Iowa y decidir quien es el vencedor
Sin embargo es Claire quien tiene un mayor protagonismo ésta temporada -aunque siempre lo ha tenido- ya que es clave en los momentos más tensos de la función. Por suerte o desgracia, sus comentarios y salidas de tono dejan a Frank en no muy buen lugar, y es que ella, tras leer el primer capitulo escrito de Yates, se da cuenta que su matrimonio no funciona, es más bien un contrato que se firma cada siete años según funcione el ascenso al poder. La situación acaba derivando en una escalofriante conversación en forma de amenaza de Frank hacia ella y las repercusiones seguramente traerán cola, pero hasta aquí podemos leer... Por cierto, cabe destacar como curiosidad los dos looks que llega a lucir en ésta temporada.
En resumidas,
House of Cards sigue siendo una fantástica serie que engancha desde su primer momento. Pero a diferencia de las demás,
ésta tercera temporada ha bajado varios escalones de interés. Probablemente se deba a una cosa muy sencilla, desde que la serie nació, la baza principal consistía en comprobar el ascenso de Francis a sangre fría, sin piedad, sin importar a quien se pudiera llevar por delante. Aunque lo vemos orinar en la tumba de su padre o incluso escupir a un crucifijo, ahora que es presidente, todo se ha frenado considerablemente y la trama se centra en otras vías como lidiar con naciones o la simple competencia para la reelección. Puede que haya cierto desgaste, pero en ésta ocasión sus trece episodios se nos han hecho más largos de lo normal, hay sensación de relleno en más de un capítulo y ésto no invita a lo que pueda ocurrir a posteriori, salvo que comience una debacle que destruya al protagonista, tal y como se podría intuir en el tramo final abierto, listo para una cuarta temporada ya firmada que veremos el año que viene.
Por Dante Martín
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.