Concluye la "trilogía" de la muerte y regreso de Arrow de forma bastante descafeinada. Han sido tres capítulos en los que se ha explorado tanto la vulnerabilidad del héroe (no en vano se supone que ha estado criando malvas hasta su retorno al mundo de los vivos) como la adaptación de sus compañeros defensores de Starling City (y de la propia ciudad) a la ausencia de su amado líder. Sin embargo, el presumible retorno de Oliver a su trono como justiciero de referencia y azote del crimen se ha hecho de una forma muy precipitada, con prisa y desaprovechando lo que podría haber sido un final impactante y épico. Vayamos al detalle.
Danny Brickwell se ha hecho con los Glades y la delincuencia campa a sus anchas por el castigado barrio. Sólo los enmascarados Arsenal y Canario Negro consiguen mantener algo a raya la situación, pero no se dan abasto. Como diría el gran Ford Farlane,
"tanto gilipollas y tan pocas balas". Estando así la situación, la alternativa es atacar a la cabeza para acabar con el mal con rapidez y precisión. El problema es que no hay forma de saber dónde se encuentra Brick, que es más listo que el hambre. O no tanto, como veremos más adelante.
En el proceso de intentar triangular dónde demonios está el villano Felicity hará un descubrimiento sorprendente: el arma totémica de Brick es la misma que causó la muerte de la mujer de Malcolm Merlyn. Revelación que tendrá sus consecuencias inesperadas, ya que el propio Merlyn está asistiendo a la escena gracias a las cámaras ocultas colocadas en una de sus visitas a la
"Arrowcueva". De esta forma, cuando el Equipo Arrow acuda a asaltar la guarida de Brick encontrará la inesperada ayuda del Arquero negro, que aunque no les vale para atrapar al villano (que siempre escapa con una flecha clavada) sí les sirve para salvar el culo.
Aquí el capítulo empieza a desbarrar.
Merlyn se ofrece a establecer una alianza temporal con el equipo para vengarse del asesino de su esposa. Esto creará algo similar al Cisma de Occidente entre los héroes, que no se aclaran entre si aceptar o no la ayuda de su antiguo enemigo. Cisma comandado por una Felicity que ha vuelto a su papel de plañidera y no deja de alardear de un exceso de integridad tan incoherente como digno de elogio. A ver, bonita, que tu jefe y amado no es que sea la quintaesencia de la rectitud moral. Es muy hipócrita demonizar a alguien cuando el propio Oliver tiene más cadáveres a cuestas que un ciclo dedicado a Chuck Norris. Mal vamos.
También es flagrante el desaprovechamiento de un personaje que poco a poco iba creciendo como es Diggle. La llegada de Laurel al equipo lo ha convertido de la noche a la mañana en un mero comparsa cuya función es hablar por el pinganillo. Muy mal. Esperemos que la cosa se estabilice, porque es inexplicable que un valioso agente de campo haya dejado de participar en las misiones porque sí.
En paralelo, tendremos dos líneas argumentales que se cruzan con la trama central.
Por una parte, Oliver se encuentra ya en la fase final de su recuperación y, con la ayuda de Tatsu, emprende su viaje de vuelta a casa, aunque aún está un poco flojo. Normal, que no todos los días se está muriendo uno y volviendo de la tumba.
Por otra parte, los flashbacks se centrarán en la progresiva bajada a los infiernos de Malcolm Merlyn, desde la muerte de su esposa hasta su entrada en la Liga de las Sombras y el porqué de su denominación como "El mago". Sin duda, la mejor parte del capítulo. Aunque el truco para entrar en la Liga es un poco castañero. Llega a ir Juan Tamariz y le nombran Presidente del gobierno de Nanda Parbat.
Ambas tramas se encontrarán al final del capítulo, sin duda la parte más floja. Una lucha que se prometía épica y que no va más allá de dos docenas (contados) de habitantes de los Glades luchando contra la opresión de la banda de Brick, que desaprovecha sus armas de fuego contra palos y piedras. Para rematar,
Merlyn vence en dos segundos a un Brick que había puesto de verano a Ted Grant, entre otros, y le perdona la vida por la gloria de su hija Thea. La situación se resuelve por arte de magia con la llegada a la lucha de Arrow, que pasaba por allí y suelta un speech final digno de un monarca: "Lo siento mucho, no volverá a ocurrir". Tres capítulos y un villano con posibles para que todo se resuelva deprisa y corriendo de forma totalmente anticlimática. Decepción es la palabra. ¿Por dónde seguirá ahora la trama? Por una parte, Oliver le pide a Merlyn que le entrene para vencer a Ra's al Ghul.
"Sólo el alumno puede vencer al maestro", como le aconsejó Tatsu (aunque por esa regla de tres debería ser Merlyn quien luchara contra Ra's en lugar de hacerse caquita). Por otra parte, Felicity se enfada con Oliver por pensar que traiciona sus principios (pppfffff) y el capitán Lance se entera por boca de Sin de que la Canario Negro que ronda por ahí no es Sara. En fin, un final muy descafeinado para la saga y muchas incógnitas aún en el aire. A ver si remonta la cosa porque esta temporada se está bajando en demasía el listón. La anterior nos malacostumbró en cuanto a calidad y esta no termina de encontrar su razón de ser.
Por Antonio Santos