Asociamos el nombre de
John Ford a clásicos del western, y es que él mismo lo decía: "Me llamo John Ford y hago películas del oeste." Pero en mi opinión, salvando esa grandísima obra maestra que es
The Searchers (Centauros del Desierto), y unas cuantas más, las mejores cintas del director fueron dramas no ambientados en el lejano oeste:
The grapes of wrath (Las uvas de la ira); How green was my valley (Que verde era mi valle); The quiet man (El hombre tranquilo)... repito, es mi simple opinión. En el caso de
The Informer nos encontramos con otro buen ejemplo.
La historia nos lleva hasta la Irlanda de los turbulentos años 20, donde Gypo Nolan, un borracho con pocos sesos en la cabeza, y menos dinero aún en el bolsillo, ve ante sí la oportunidad de delatar a su mejor amigo que es buscado por el ejército británico por formar parte del Ejército de Liberación Irlandés, y cobrar la cuantiosa recompensa de 20 libras. Dinero más que suficiente para emigrar a América junto a su novia Katie, que ejerce de prostituta para sobrevivir.
La acción transcurre entre la tarde y la madrugada del mismo día, desde que Gypo (Victor McLaglen) delata a su compañero, hasta el desenlace final, lo que ofrece a la historia un ritmo continuo y trepidante en la caída de Gypo y de como está cavando su propia tumba. ¿Por qué digo esto último? Porque los miembros del Ejército de Liberación de Irlandés sospechan de Gypo, por lo que le siguen durante toda la noche para ver como actúa. Gypo es un personaje, cuanto menos, curioso. No tiene muchas luces en la cabeza, es propenso al alcohol, influenciable y poco seguro de si mismo. Su mejor amigo, al que delata por las 20 libras, siempre ha sido el cerebro del grupo, mientras que Gypo era el músculo. Pero sin él, no tiene nada que hacer. De ahí que se deje convencer por la masa de gente que lo incitan a que les paguen ronda de alcohol vitoreando su nombre y hablando de él como el Rey de Irlanda, gracias al dinero de la recompensa. La sociedad, y sus propias limitaciones, han hecho de él, lo que es "ahora mismo". Actúa casi inconscientemente, de ahí que nos encontremos escenas como cuando da el pésame a la madre de su amigo poco después de haber sido asesinado y a los pocos minutos está celebrando por todo lo alto el dinero que tiene invitando a todo el mundo. Acusa a otra persona de haber sido el auténtico delator de su amigo sin tener una coartada fiable. El tema de la traición es uno de los más jugosos en el cine, pero normalmente nos obligar a vivir un continuo sentimiento de culpabilidad al identificarnos con el protagonista, pero es que en la película no se da el caso, ya que Gypo Nolan es un personaje que te puede caer mejor o peor, pero no te identificas con él. Más cuando te das cuenta como está actuando y cómo el mismo se está poniendo la soga al cuello. Sabes que sus intenciones son buenas al principio, pero no sus formas.
-¿Qué has estado haciendo estos meses?
-Morirme de hambre.
Ese diálogo transcurre en el primer interrogatorio que le hacen tras la muerte del amigo. Gypo había pertenecido al Ejército de Liberación Irlandés pero fue expulsado al ser incapaz de ejecutar a un delator y dejarle escapar. Curiosamente, se da una situación algo similar después.
La fotografía de la cinta, junto al escenario que transcurre la historia, callejones oscuros, habitaciones a oscuras, la continua tensión que produce la trama, el miedo a que los británicos los descubren, la impasibilidad de Gypo, impactan al espectador como podían hacer las mejores cintas del expresionismo alemán ya que cargan y vician la atmósfera de una manera asfixiante. Magnífico ese apartado.
Le preguntaron una vez a John Ford que era el cine para él, a lo que respondió: "¿ha visto caminar a Henry Fonda? Pues eso es el cine". En mi opinión, el interrogatorio final, y la actuación de Victor McLaglen son auténtico cine.
La película obtuvo seis nominaciones al Oscar, llevándose cuatro estatuillas: Mejor Director, Mejor Actor, Mejor Guión y Mejor Banda Sonora.
•Calificación:
10/10
Por José Mayo
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.