¿De qué va?
En mitad de un lago, en un templo flotante, viven dos monjes, uno anciano y otro menor. Conforme pasa el tiempo, el pequeño aprenderá las lecciones de la vida y su maestro. Pero como ser humano, los sentimientos florecen cuando aparece una muchacha que necesita tratamiento. A partir de aquí veremos por etapas la evolución de ambos en una historia repleta de misticismo, doble lenguaje y valores.
Actores.
Oh Yeong-su es el monje anciano
Kim Ki-duk es el monje adulto
Impresiones.
Kim Ki-duk recrea
una historia muy espiritual, solo válida para aquellos que sean capaz de leer el simbolismo de cada escena, imagen y forma. En
Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera (Bom yeoreum gaeul gyeoul geurigo bom) tenemos a un joven que está siendo entrenado, que está conociendo la vida. Así pues, narrado por etapas de tiempo, añadiéndoles una estación, tenemos cinco apartados que serán reducidos a toda una vida.
En la primera primavera, observaremos a un monje pequeñito, un niño de no mas de ocho años que como toda personita a su edad tiende a la exploración y a la curiosidad. Es normal que sea travieso, y por ello, simplemente como divertimento, ata una piedra al cuerpo de un pez, una rana y una serpiente, haciéndoles mas difícil el camino. El maestro, observador de todo con atención, le prepara un castigo similar, y así, a la mañana siguiente, el pequeño se levanta con una piedra en su espalda. El maestro, como castigo, le dice que debe liberar de la piedra a cada animal y hasta que no lo haya hecho no podrá quitarse la suya. Sin embargo, si alguno de ellos ha muerto, tendrá el peso de su pena en él. Así de esta forma, comenzamos a entender ciertos aspectos como el uso de las cargas, en forma de piedras, para redimirse del error. Y brillante es ese momento cuando el pequeño se da cuenta de que el pez y la serpiente han muerto por su culpa, asumiendo su culpa y obteniendo una lección muy importante para su edad.
Verano. El ahora adolescente monje recibe la visita de una joven de su edad que acude a tratarse de sus dolencias. Aflorarán en su piel emociones que no había sentido nunca. Era la primera vez que veía y tenía contacto con alguien del sexo contrario. Sus pechos le asombraban y quiere verlos, tocarlos. Así a escondidas del maestro, deja fluir todo lo que lleva guardado hasta que finalmente deben separarse. Ésto le hará sumirse en una desesperación tan grande que acabará yéndose, dejando de lado todo lo aprendido y su servicio a Buda.
Otoño. El monje, ahora un hombre, regresa con una carga en su conciencia demasiado grande como para ser soportada en forma de piedra. Se ha convertido en asesino y busca refugio. Sin embargo, su mentor le induce al camino de la redención a través de un castigo que no lo perdonará pero que lo volverá a llevar al camino del que se salió. Así podemos observar notablemente la escena en la que los inspectores de policía, casi apiadándose de él, le ayudan a completar su trabajo antes de entregarse. Su mentalidad, vuelve al templo y por ello ni siquiera le harán falta las esposas para ir a prisión. Sin embargo, su mentor se auto-induce finalmente su propio castigo por sentirse fracasado en sus enseñanzas, por ayudar a un asesino.
Invierno. Ha pasado mucho tiempo y el hombre, ya liberado de prisión, regresa totalmente redimido. Todo está helado y encuentra el lugar donde falleció su mentor. Allí logra encontrar lo único salvado, los dientes, que guarda en un paño que luego irán directamente a la cabeza de un Buda de hielo hecho por él. Totalmente renovado, comienzo con el libro de enseñanzas de su maestro, artes marciales para encontrar el camino a la luz espiritual. Así, y cargando nuevamente un peso en su espalda como cuando era pequeño, emprende un camino, llevando consigo a una estatua de Buda. El camino es difícil, helado y sangra por los tobillos. Puede incluso caer al hielo roto en vista del peso, pero el monje sigue su camino hasta llegar a lo mas alto, dejando al buda en dirección al lago y al templo para que no pierda visión. Justo antes ha recibido la visita de una mujer que le entrega a su bebé para el servicio.
Primavera. Volvemos al comienzo. Las enseñanzas de un monje anciano y el aprendizaje de un niño travieso, muy parecido al que era él. Todo ésto, bajo la atenta mirada de un Buda que está en la cima mas alta, observando sin perder detalle.
Kim Ki-duk quien dirige y actúa encarnando al monje adulto que regresa tras estar en prisión, realiza una de las cintas mas poéticas y místicas de su filmografía.
No le hacen falta diálogos para explicar esas enseñanzas con doble moral que impregnan de simbolismo todos los movimientos Así, nos podemos hacer una idea, cada vez que se abren las puertas, de la diferencia entre el mundo real y el simbólico, donde el monje adulto era capaz de atraer la barca con el poder de sus manos. El mensaje de la historia es tan poético que no le hacen falta palabras, siendo así acompañado por la música de
Park Ji-Woong, que resulta en ocasiones muy relajante al igual que el film. Desde luego, todo aquel que quiera un poco de calma y paz, debe ver ésta película que la disfrutará mucho. Me ha encantado.
Soundtrack.
Park Ji-Woong realiza una pieza fantástica, repleta de paz y armonía, conjugando a la perfección con la obra de
Kim Ki-duk haciendo uso del piano, cuerdas y sonidos orientales. La soledad de la misma es uno de los aspectos mas importantes de la obra, donde a veces, la calma se convierte en protagonista.
Last Breath
Martial Art Training
Farewell
Lo Mejor: La armonía de la historia, su calma y paz.
Lo Peor: A veces resulta demasiado "espiritual".
Calificación:
8.5/10
Por Dante Martín
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.