Impresionante capítulo que una vez más demuestra que esta serie está en la estratosfera de la media de calidad de la cadena CW (incluyendo, por desgracia, a su
primo Arrow, aunque esa es otra historia). No sólo nos va llevando por derroteros hasta cierto punto complacientes y optimistas para orientarnos a pensar que Barry tiene alguna opción de seguir en su estado actual (sin poderes) sino que
nos engaña como a chinos dándonos esperanza para después arrebatárnosla sin ningún tipo de miramientos. Totalmente fiel al modus operandi de ese enorme villano que es Zoom. No sólo no ha perdido un ápice de potencial y fuerza toda vez que se ha descubierto su identidad secreta, sino que
su creciente salvajismo y pura maldad lo convierten en un ser casi imbatible. Esto sí que es una némesis en condiciones. Y el capítulo de hoy, uno de los mejores que nos ha dejado la serie hasta el momento, coronado además por una de los finales más rompedores y sorprendentes de los últimos tiempos.
Comenzamos de forma vibrante, y es que Cisco ha encontrado una forma de que Flash tenga presencia en las calles de Central City para mantener a raya los índices de criminalidad. Esto es, el Cid ganando batallas después de muerto.
El ingenio consiste ni más ni menos que en una proyección holográfica de Flash que recorre la ciudad tomando la forma y gestos de Barry desde Star Labs. Un truco de salón efectivo pero que, evidentemente, tiene su fecha de caducidad. ¿Qué pasará cuando alguien se enfrente a él y descubra la ausencia de materia sólida? Esto es lo que intenta explorar el episodio,
mientras Barry pasea como un funambulista por el fino cable de una decisión imposible. Para ello contará con tres figuras paternas: su (recuperado de su exilio catódico) padre biológico, que le impulsa a mantenerse alejado del peligro, su mentor en la ciencia (Harrison Wells) que incide en la necesidad de recrear el accidente que otorgó a Barry sus poderes y su padre adoptivo (Joe West), que adopta una postura más neutral. Sea lo que sea lo que decida su chico, él le apoyará. A ellos se une Iris confesando su creciente amor. Veremos lo que dura.
El tiempo corre y las cosas se pondrán cada vez más difíciles.
Zoom ha llegado para hacerse con el control de un nuevo mundo y parece seguir la misma operativa que Wells ya vivió en Tierra-2: asaltar la comisaría de policía, matar a todo lo que se mueve para demostrar que va en serio y reclutar a cuando metahumano pueda encontrar bajo el estigma del miedo. Se acabó el momento de los hologramas. Es crucial tomar una decisión. Aunque parece que por fortuna el equipo de héroes tendrá algo de tregua.
Zoom asalta la comisaría de Central City y la convierte en su nueva guarida, pero Caitlin sigue ejerciendo como Pepito Grillo para que perdone la vida a todos los presentes. Jay sigue esperando que la oscuridad que dio forma a Killer Frost emerja para que su loco amor sea correspondido, aunque la chica se las apaña gracias a su materia gris privilegiada para informar a sus amigos de las intenciones del villano, dándoles algo de ventaja.
Como comentábamos al principio, la trama nos lleva por caminos engañosos cuando presenta a un nuevo metahumano que cumple una triple función. Por una parte, darle un nuevo oponente a Flash al tiempo que se ejemplifica la teoría del ejército de seres superpoderosos al servicio de Zoom que el villano intentará replicar en Tierra-1. Por otra parte,
involucrar emocionalmente en la trama a Cisco incidiendo en la difícil relación con su hermano; y es que Rupture no es sino el
doble de Dante Ramón, deseoso de vengarse de Cisco (a quien Zoom ha culpado de la muerte de Reverb). De esta forma, tenemos un juego entre hermanos de diferentes dimensiones y una búsqueda de venganza orquestada por Zoom que finalmente acabará reforzando la tirante relación entre Cisco y Dante. Por último,
engañarnos como a chinos dándonos a entender que será un nuevo capítulo de superación y lucha sin superpoderes contra un enemigo procedimental para darnos un ¡zas! de primera división.
Y es que cuando los héroes han alcanzado la victoria contra Rupture llega Zoom para demostrar que no hay hologramas no buenas voluntades que valgan, cargándose a sangre fría a cuanto policía se le pone por delante excepto a los amigos de Caitlin, que tampoco es plan de quedarse compuesto y sin
novia. Todo un brutal golpe sobre la mesa para demostrar quién manda y dejar meridianamente claro que se acabaron los juegos.
De esta forma, Barry tiene el acicate que necesitaba para tomar su decisión.
Sólo Flash puede detener el creciente poder (y locura) de Zoom, así que acepta el plan de Wells para recrear el accidente que le dio sus poderes. Todo está calculado al milímetro, desde las condiciones atmosféricas hasta los compuestos químicos que acabaron en el cuerpo de Barry, y en un final de infarto el chico acaba recibiendo otra descarga del Acelerador de partículas...
sólo que el experimento acaba de forma muy diferente a lo esperada cuando Flash acaba presuntamente desintegrado entre estertores de dolor, con Zoom como testigo de última hora henchido de gozo al ver cómo de su enemigo sólo queda su traje tirado en el suelo. Un final brutal que nos deja la incógnita de cómo retornará nuestro héroe y que, de forma colateral, parece que da pie a la entrada en la serie de Jesse Quick y Kid Flash. El siguiente capítulo, bajo la batuta del gran Kevin Smith, empezará a darnos respuestas.
Por Antonio Santos