Tras un par de capítulos bastante desafortunados (un tostón matutino, hablando en plata), en este episodio la cosa remonta un poco. Sin llegar, eso sí, al nivel medio que la serie nos ofreció en el pasado pero al menos salvando los muebles y resultando entretenida. Mucho movimiento, algo de suspense y Damien Darkh en su salsa, aportando carisma, cinismo y sangre fresca le dan vidilla a la función. Aunque sobre todo se nota la ausencia del componente "Melrose place" de la serie, dándonos una pequeña tregua del culebrón Olicity que sus buenas dosis de cansinismo y melifluidad ha llevado a las tramas. Esta parte se ve sustituida por la revelación final de una de las incógnitas de la temporada: quién ocupa la tumba misteriosa que, tal vez, desemboque en la caída de Oliver en la venganza servida bien caliente a base de jarabe de nudillos.
La cosa comienza a moverse un poco gracias a que Damien Darhk ha asumido que nadie va a salvarle el culo, así que si quiere salir de la cárcel va a tener que ponerse manos a la obra. Y no le faltan dones para tornar una situación complicada a su favor.
Primero, buscándose las mañas para poner de su parte a esa ruleta rusa de (in)fidelidades que es Malcolm Merlyn. El tipo sigue siendo un superviviente nato y no duda en acercarse al Sol que más calienta. En esta caso, mediante un trato con Darhk que lo pondrá a salvo (junto a su hija, aunque sea a su pesar) de los efectos de
Génesis. Que por cierto, a estas alturas no sabemos ni qué es ni para qué propósito sirve, más allá de lo que podemos intuir. ¿Una purga a escala global para que la humanidad comience de cero con unos pocos elegidos? Por ahí parece que irán los tiros.
La contraparte para Merlyn es que debe recuperar el ídolo fuente del poder mágico de Darhk y hacerlo llegar a la prisión para favorecer su huida y restablecer su estatus en la conspiración en la sombra. De ahí la segunda vía del plan del villano, que ya comenzó a mover en el capítulo anterior: hacerse con el control de los reclusos, forjándose un núcleo duro de seguidores que acaten sus órdenes encabezado por el despreciable Murmur.
De esta forma, Darhk empieza a mover sus piezas. Por una parte, utilizando al
traidor Andy Diggle para que el equipo Arrow rastree una pista falsa primero, y caiga en una trampa después. Andy sigue ejerciendo como
agente doble trabajando para HIVE aunque informando a Arrow de los planes de los villanos. En este caso, destacando que Malcolm se ha hecho fuerte junto con una sección de la Liga de asesinos que le sigue siendo fiel y está planeando un robo de misiles militares para sus oscuros fines. Sin embargo,
todo resultará ser una distracción para facilitar los verdaderos planes de Merlyn: asaltar a Arrowcueva y recuperar el tótem de Darhk. Cuando Oliver se huele la tostada y corre a su guarida ya es demasiado tarde. El tótem ha desaparecido; sin la rabia extra que le proporcionaba su sed de sangre Thea no ha sido capaz de vencer a su padre. Aunque Arrow guarda una bala en la recámara: una pieza del ídolo sin el cuál éste es inofensivo.
También le salta el sentido fléchico cuando comienza a sospechar que Andy no es trigo limpio. ¿Y si su nueva actitud no es más que una farsa y sigue fiel al enemigo? Ni que el chico recibiera una flecha por él le quita la mosca de detrás de la oreja. Descubrirlo poniendo patas arriba la casa de su hermano (¿buscando la pieza perdida del ídolo?) refuerza sus sospechas al tiempo que le cuesta una bronca con Diggle, que sigue teniendo fe ciega en su hermano.
Todo el embrollo se resolverá en la cárcel.
Darhk ha encabezado un motín para forzar al equipo Arrow a enfrentarse con él. Acción de la buena que culminará de forma sangrienta por partida doble. Una de ellas de forma metafórica: Andy termina por quitarse la careta mostrando que siempre ha sido incondicional a HIVE y entregando a Damien la pieza que le faltaba, traicionando de nuevo a su hermano. La otra, dolorosamente física. Darhk no duda en cargarse a dos de sus secuaces para proporcionar al tótem las almas que necesita y recuperar así todo su poder.
Un villano desatado que no duda en jugar con sus enemigos demostrándoles que no tienen una sola oportunidad, y cerrando en círculo mortal cuando ensarta a Canario negro con una flecha procedente de Arrow. Una herida que más tarde se mostrará mortal cuando Laurel fallece en el hospital. Ha sido su última noche como justiciera, como ya tenía planeado, aunque no de la forma prevista. Muy buena forma de llevar la trama, así como de enlazar el capítulo con los flashbacks de Lian Yu, de forma que se proporciona a Laurel un sentido y emotivo final. Sorprendentemente bien hecho. Ya sabemos de quién es la famosa tumba. Ahora veremos qué cauces toman las acciones de los justicieros para vengar a su amiga fallecida... y con suerte recuperar de una vez el perdido norte de la serie.
Por Antonio Santos