¿De qué va?
Si alguien no conoce a Malala Yousafzai quizás ya va siendo hora. El documental se embarca en la tarea de contarnos la historia de ésta niña pakistaní que con 15 años fue herida de muerte en la cabeza por un talibán. Actualmente tiene 18 años, y en 2014 recibió el Premio Nobel de la Paz por su defensa de los derechos de los niños, y especialmente las niñas, a recibir educación. De qué forma Malala pasó de ser una desconocida que habitaba el Valle de Swat, al norte de Pakistán, a ser una líder mundial sería un poco la trama de la historia. Aunque ya en los primeros minutos observamos que sería imposible contar su historia sin contar la historia de su padre, Kailash Satyarthi, quién la inspiró y embarcó en todo éste proceso.
Dirección y producción
Davis Guggenheim es es el director. Puede que os suene por “Una verdad incómoda” (2006), donde trata los efectos devastadores del cambio climático. Usando como hilo conductor al ex-vicepresidente norteamericano Al Gore, se nos muestra un contundente retrato de la situación del planeta, amenazado por el calentamiento global provocado por las altas emisiones de CO2 que generamos los seres humanos.
Más recientemente, en 2010, rodó “Waiting for Superman”, un documental-denuncia del sistema educativo público estadounidense. Desde 2006, éste cineasta ha sido el único en publicar tres documentales que entran en el Top 100 de documentales más taquilleros, eso sí, no todas con las misma calidad de guión, eso está claro.
Por otro lado hacer hincapié en la banda sonora, a cargo de Thomas Newman. Gran compositor de prestigio en Hollywood gracias a excelentes trabajos en películas de la talla de “Tomates verdes fritos” (1992), “Cadena perpetua” (1994), “Mujercitas” (1994), “El hombre que susurraba a los caballos” (1998), “American Beauty” (1999), “Cinderella Man”, “Jarhead” (2005), o más recientemente “El puente de los espías” (2015). Como no podía ser menos, su música impregna de emoción cada escena de éste documental.
Impresiones
“Prefiero vivir un día como león que vivir como un esclavo por 100 años”
Malalai, Guerra Anglo- afgana
Entre 1839 y 1842 se produjo la primera Guerra anglo-afgana, que culminó con la victoria del pueblo afgano sobre los invasores británicos. En aquella guerra, según cuenta una leyenda pastún (uno de los pueblos que habita Afganistán, y el más numeroso), una joven, viendo que su pueblo huía despavorido, subió a la cima de una montaña y con voz firme les habló. Introdujo coraje en sus corazones, y liderando la lucha condujo su pueblo hasta la victoria. Sin embargo, el valor tiene un precio, y la joven Malalai murió en aquella contienda.
Así abre el documental: aquí nuestra Malala actual. Escenas animadas de trazos indefinidos nos introducen en el pasado de los protagonistas. Sin orden ni concierto, saltamos hacia delante y hacia tras según nos vamos acercando al momento clave en la vida de Malala, su intento de asesinato.
Pasión, coraje, emoción y discurso refuerzan la idea que ya se pueda tener de ésta joven. De principio a fin el documental es un claro ensalzamiento de la vida y logros de Malala Yousafzai. No por ello sus logros son menos, ni su lucha queda empequeñecida, sin embargo, no se muestra su cotidianidad más inocente. No deja de ser una adolescente, cuyas aspiraciones en la vida no se basan exclusivamente en su lucha por la educación para todos los niños del planeta. Qué sucede con sus miedos, y el sufrimiento guardado tras vivir una guerra primero, y un intento de asesinato después. Qué sucede con sus gustos por las labores más cotidianas como puede ser la música o salir con amigos. Qué hay de la relación con el resto de miembros de su familia, a excepción de su padre, al cual idolatra y queda bastante claro en el film. Qué se esconde tras el rostro mundialmente conocido, tras la voz de esa joven líder en quien se ha convertido. Flashes y conferencias ensalzan sus acciones. No niego que merezca ser admirada y escuchada, pues es imposible cuestionar su talante y fuerza interior, pero sin embargo, tras la figura de una joven fuerte y decidida también vive una niña con inquietudes.
El hilar acontecimientos, siempre jugando con las animaciones, a mi parecer, ha servido de aliciente creativo. Imaginar el Valle de Swat, lugar de nacimiento y hogar de Malala hasta su atentado es vital para entender su recorrido. Con la utilización del dibujo, y unas notas musicales muy acertadas, percibimos sus andanzas a modo de leyendas. La vida de Malala, desde sus primeros pasos deja de ser a nuestros ojos una vida sencilla, y pasa a ser una serie de acontecimientos ya predestinados.
Queda constancia de las ambiciones del padre por no callar. “Para mí sería peor que morir” manifiesta. Morir estuvo a punto de sucederle a su hija, claramente influenciada por su padre. Nadie desmiente que fuera la propia Malala quién tomara la decisión final de exponerse a los medios de comunicación pakistaníes. De ponerle voz, cara y nombre a una lucha por la emancipación de la mujer desde las aulas. Era perfectamente consciente del odio que provocaría en los talibanes, y que estos no tardarían en nombrarla su enemigo número uno. Sin embargo, la responsabilidad de cada cual debe ser también planteada, y si es necesario, puesta a debate. El tema se evita claramente, apenas si se roza con una pregunta sencilla: ¿tu padre tomó la decisión de elegir ésta vida para ti? “Mi padre me dio el nombre Malalai, no me convirtió en Malalai” responda ella. Se cierra el debate.
Lo recomiendo. Su voz es fuerte. Su mensaje es fuerte y claro. Sin educación no hay futuro, y ella arriesga con cada palabra su vida para que algo tan básico como el derecho al conocimiento llegue a todos. No importa el país, ni la raza, y mucho menos el género.La educación debería ser tan vital como el derecho a la vida y Malala Yousafzai es el gran estandarte de dicha lucha. No cabe duda de que nos encontramos ante una joven extraordinaria. No es ninguna elegida. No es una enviada, sino una niña que arropada y guiada por un padre al que admira, optó por hablar alto cuando la otra opción era callar para conservar la vida. Autenticidad. La gran lección es que no existen excusas. Ni siquiera cuando nos debatimos entre la vida o la muerte existen excusas, porque siempre podemos elegir. La pregunta que debe plantearnos es si tendremos el valor y la determinación para tomar la decisión, sea cual sea, y vivir con ella. O aceptar morir por ella.
“Los talibanes me dispararon en el lado izquierdo de la frente. También les dispararon a mis amigos. Creyeron que esas balas nos harían guardar silencio. Para nada cambió, excepto esto: Murieron la debilidad, el miedo y la desesperanza. Nacieron la fuerza, el poder y el valor. Soy la misma Malala. Mis ambiciones son las mismas, mis esperanzas son las mismas y mis sueños son los mismos. Nos damos cuentas de la importancia de la luz cuando vemos la oscuridad. Nos damos cuenta de la importancia de nuestra voz cuando nos obligan a guardar silencio. Creemos en el poder y la fuerza de nuestras palabras. Hoy es el día de cada mujer, cada niño, cada niña que han alzado la voz por sus derechos. Tenemos nuestros libros y nuestros bolígrafos. Son nuestras armas más peligrosas. Un niño, un profesor, un libro y un bolígrafo pueden cambiar el mundo” Malala, ONU ★★★★★
Por Olalla Negrete
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.