Un hombre soltero, su
descripción vívida, franca, enternecedora y empática de la vida de un
homosexual pasados los cincuenta causó sensación. George está adaptándose a
vivir solo tras la muerte repentina de su novio en un accidente de tráfico.
Decidido a continuar con las rutinas de su vida diaria hace muecas a los niños
del vecindario, da sus clases sobre Aldous Huxley, chismorrea, bebe demasiado,
se perturba ante la vista de un joven jugador de tenis, y se ilusiona por una
cita con uno de sus estudiantes. Este inglés afincado en el sur de California y
profesor universitario es un forastero, y tanto sus reflexiones internas como
su relación con los otros revelan a un hombre que, a pesar de las injusticias
cotidianas y de la soledad, ama la vida.
Reseña
La aprobación del matrimonio homosexual en todo el territorio
estadounidense solo es equiparable al fin de la segregación racial en las
escuelas de aquel país. Un cambio histórico considerando la represión de este
colectivo social hace apenas medio siglo, cuando la persecución de los
homosexuales se recrudeció entre 1950 y 1956 al ser considerados por el senador
Joseph McCarthy -junto al Secretario del Estado John Puerifory- un elemento «subversivo». Es decir, ambos políticos consideraron
a los homosexuales una estrategia conspirativa de los comunistas para
desestabilizar al país durante la Guerra Fría, iniciando el «lavender scare». Las consecuencias de esta persecución
incluyeron la infiltración de miembros del FBI en organizaciones LGTB, así como
la vigilancia de sus miembros; despidos masivos de funcionarios homosexuales
con la posterior pérdida de sus hogares y familias; e incluso el suicidio a
consecuencia de la presión social.
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El autor |
Precisamente, Un
hombre soltero se
ambienta durante la Crisis de los misiles en Cuba para narrarnos con un estilo
sobrio, elegante e íntimo la rutina de George, quien se siente constantemente
acosado por sus vecinos, compañeros de trabajo y alumnos por su orientación
sexual. No obstante, el miedo que experimenta el protagonista es consecuencia
de la incertidumbre ante la reciente pérdida de su pareja, debiendo afrontar la
incertidumbre de un futuro en soledad.
Si bien, conforme avanza el relato observamos que el terror de
George, al igual que el resto de la población estadounidense, es infundado. En
realidad, no existe una amenaza real, tangible y presente, sino un riesgo
potencial fundamentado en los prejuicios de la experiencia que condiciona
nuestras decisiones, limitando nuestra capacidad para actuar de forma diferente
o tener un pensamiento propio. De ahí que el protagonista se escandalice con el
sistema educativo universitario, equiparándolo con una cadena de montaje, pues
todos los estudiantes concluyen sus estudios con la aspiración de obtener un
trabajo fijo, comprarse una casa, casarse y tener hijos. No obstante, George es
un hombre de rutina, de comportamiento automático en el que cuerpo y mente
funcionan de forma independiente para garantizar su supervivencia como
individuo en la sociedad. Por tanto, George tiene miedo a la propia vida tras el punto de
inflexión que representa el fallecimiento de su compañero sentimental y,
precisamente, ese rechazo al cambio hace que toda su existencia presente este
basada en los recuerdos. Es decir, nos encontramos ante la paradoja de la
filosofía establecida por el gatopardismo, «que
todo cambie para que todo siga igual». De ahí que nuestro protagonista
acepte siempre la invitación de Charlotte para cenar, aun sabiendo de antemano
el transcurso de la conversación y el final de la velada con un nuevo intento
frustrado de seducirlo.
No obstante, aunque la novela de Christopher Isherwood pueda
resultarnos cínica y pesimista por el planteamiento de su argumento, es un
relato sincero y esperanzador. El escritor inglés describe con absoluta
precisión todos los detalles de George durante veinticuatro horas, con objeto
de que -tanto el lector como el protagonista- sean conscientes del valor de los
sutiles detalles –como un sacapuntas amarillo-, de los pequeños placeres que
enriquecen su existencia, en apariencia frívola y solitaria.
Un hombre soltero destaca por la sutileza de
su prosa, la ambigüedad de las escenas descritas requieren del lector una
lectura suspendida para recrearse en todos los matices. Cabe destacar la escena
en la que George se recrea en los cuerpos desnudos de dos estudiantes jugando
al tenis, donde apreciamos la auténtica fascinación del protagonista por la
belleza masculina o la envidia hacia la pureza juvenil. En realidad, no
observamos una atracción física, sino la búsqueda de un ideal. George aspira a
encontrar una persona con la que compartir sus esperanzas e inquietudes, un
igual en lo espiritual que le permita avanzar, superar definitivamente el
pasado, no con un sustituto, sino con un nuevo compañero. Es más, adviértase que al recrearse en la fantasía sexual con su
alumno jamás asume el lugar del amante. Únicamente participa en su imaginación,
siendo su única satisfacción la posibilidad de ayudarle a resolver su conflicto
personal.
Durante estos fragmentos de la novela, es notable la influencia de
la filosofía oriental transmitida al joven Isherwood durante su estancia en
Estados Unidos, explicando la alegría de gran parte de su obra – duramente
reprochada por sus opositores-. No obstante, el escritor inglés vuelve a
sorprender con un final inesperado que refleja la ironía del humor británico,
así como las paradojas de la vida que hacen reflexionar al lector acerca del
fatal desenlace, incitándolo a actuar, a perder el miedo y vivir.
Un hombre soltero es una novela que, a pesar
de su aparente simplicidad, representa una lectura enriquecedora para el lector
por la sutileza de su prosa, repleta de escenas ambiguas con múltiples
interpretaciones; la sobriedad de sus personajes, repletos de matices para
reflexionar acerca de la soledad humana, el amor dependiente o la obsesión por
al pasado ante la incertidumbre que representa el futuro en nuestras vida; la
crítica inherente a los prejuicios sociales y el uso del miedo como recurso para
manipular a las masas en distintos niveles; la ironía del humor británico,
especialmente en el desenlace del relato… En definitiva, Christopher Isherwood
nos ofrece un relato diferente de la homosexualidad que todavía continua siendo
un referente por su sinceridad autobiográfica que bien podría resumirse,
citando a Aldous Huxley –por quien sentía una gran admiración y menciona
reiteradamente en la presente novela- «El
amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo
al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo
pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al
final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma».
LO MEJOR: El planteamiento de la
novela en aquella convulsa época mediante un testimonio sincero e íntimo. La
sutileza de la prosa para describirnos escenas repletas de dobles significados,
especialmente en los diálogos. La presencia del clásico humor británico que
ironiza acerca del miedo a consecuencia de la ignorancia. Los personajes
sobrios, repletos de matices. El inesperado final.
LO PEOR: Las referencias a Huxley son complicadas sin un conocimiento
exhaustivo de su obra que trascienda de «Un
mundo feliz». La
infravaloración actual de la novela frente a la descripción arquetípica del
colectivo homosexual en la ficción, tanto literaria como cinematográfica.
Por MariCarmen Horcas
Título: Un hombre soltero; 176 págs.
Autor: Christopher Isherwood
Editorial: DeBolsillo, 2010
ISBN: 9788499086415