A un paso de la conclusión de la temporada llegamos a un capítulo que comienza a clarificar y conectar todas las subtramas que se han ido desarrollando, y lo hace de una forma tan sorprendente como milimétrica. Se recupera a Meg Abbott, un personaje que de momento había pasado de puntillas por esta segunda entrega y que demostrará ser un elemento crucial ejerciendo tanto de catalizador de los hechos que han comenzado a sembrar las dudas en Jarden como de conexión espiritual con la primera temporada y con el gran final que parece esperarnos en la presente.
Todo el capítulo se centra en la figura de Meg, la antigua protegida de Laurie en los Guilty Remnants (y actual némesis) y que sólo hemos visto muy brevemente hasta el momento. Eso sí, con una actitud muy diferente y mucho menos pasiva. El comienzo del capítulo nos lleva a un día antes de la Ascensión. Meg y su madre comparten comida y conversación trivial hasta que sucede algo que explica las razones del nihilismo que poco a poco ha ido ganando la chica. Mientras deja a su madre con la palabra en la boca para ir a recargar pilas al baño a base de cocaína su madre sufre un ataque al corazón fulminante.
Estas últimas palabras nunca escuchadas marcarán el comienzo de su caída en el abismo de la desazón. Su propósito será saltar de medium en medium en busca de respuestas hasta que el camino la lleva hasta Jarden en una presunta visita turística cuyo objetivo real es ver a Isaac Rayney, a quien conocemos porque John Murphy quemó su casa.
Allí descubrirá que, pase lo que pase, lo que cualquier medium le diga sobre las últimas palabras de su madre, sea verdad o no, siempre la decepcionará. A eso se une un encuentro casual con Evie Murphy, quien con su particular inocencia le dice una verdad como un templo: "No estés triste por no haber encontrado lo que buscabas en Miracle; nadie lo hace". Es el germen que finalmente la llevó a los brazos de los GR. Como curiosidad, el afán por el detalle de esta serie hace que el chiste que Meg cuenta a Evie sea reproducido años después por la chica en el cumpleaños de su padre como vimos en el primer episodio. Este hecho aparentemente significante evidencia también una conexión que adquirirá plena relevancia más adelante.
Un salto temporal hasta la actualidad hace que nos encontremos con una Meg que sigue en los GR con un alto rango pero básicamente se pasa sus reglas por el arco del triunfo.
Capaz de atemorizar a un autobús escolar con una falsa granada de mano opta por dejar de lado toda la burocracia inútil de la secta y optar por vías más eficientes para cumplir sus objetivos. Esto es, hablar cuando le da la gana en vez de comunicarse papel mediante y optar por la acción directa en lugar de la pasividad propia de los sectarios. Una reunión a filas de sus
"superioras" pone de manifiesto la actitud rebelde de Meg y el hecho de que parece estar cocinando algo a espaldas de su organización. El tiempo está haciendo que la gente olvide a los GR o directamente los ignore, mientras nuevos
"chamanes" como Tom Garvey les están quitando adeptos.
La solución de Meg parece ser pasar a la acción de forma violenta y preparar algo especial para la celebración del día de la Ascensión. Algo que vuelva a recordar al mundo que debe abandonar toda esperanza. Que no tienen nada a lo que aferrarse.
La forma de acabar con la amenaza de Tom será tan sencillo como comerle la oreja. Sabe que es un farsante, así que la mejor forma de acabar con él es encendiendo el fuego interno de furia y desesperación que nunca ha conseguido apagar. Tras una discusión con su madre, Tom acepta una vaga promesa de Meg de que es capaz de apagar su dolor. Tal vez sea verdad, pero no de la forma que el chico espera. Un viaje tan surreal como enigmático que les lleva a una finca cercana a Jarden.
Una comuna de los GR bajo la supervisión directa de Meg y que parece seguir sus propias reglas. No todos visten de blanco, las armas afloran por doquier y los errores se pagan con la lapidación violenta. Algo más aguarda allí, un plan que volverá a restablecer el poder de la secta y que parece tener su principal baluarte secretamente guardado en un almacén. Meg deja a Tom aquí y viaja a esa
tierra de nadie a las afueras de Jarden.
Una reveladora conversación con el reverendo Jamison nos deja nuevas pistas sobre los objetivos de la chica. Sólo un puente separa la ciudad de la muchedumbre que espera fuera. ¿A qué esperan para traspasarlo? La respuesta de Meg deja la sangre helada en las venas: "Me estáis esperando a mí".
Por su parte, Tom aprovecha el silencio de la noche para descubrir el secreto oculto en el almacén.
Las intenciones Meg pasan sin duda por un acto simbólico definitivo; hacer caer la ciudad que es el símbolo viviente de la esperanza; derribar la ciudad del Milagro y, con ello, la perspectiva de una vida mejor. El arma secreta para conseguir tal fin cierra el círculo y da un inesperado significado a toda la temporada: Evie Murphy y sus amigas están vivitas y coleando, y se han unido a la facción de los GR de Meg. Todo ha sido un primer paso para desestabilizar a la comunidad, para sembrar la duda en las milagrosas características de la ciudad. Un plan que lleva mucho tiempo fraguándose.
Ahora se anticipa el paso definitivo, algo que se cierne sobre la desprotegida Jarden y puede hacer cambiar el mundo para siempre. Se prepara un final de órdago. Ahora bien, ¿qué papel jugará Tom?
De esta forma, estamos ante un episodio que se desarrolla lentamente para acabar con una fuerza arrolladora haciendo que revisemos mentalmente todo lo que ha acontecido hasta el momento. A destacar también la gran interpretación de Liv Tyler, otorgando a su personaje la multitud de matices que necesita, combinando dulzura y vulnerabilidad con la potencia y vehemencia destructiva de toda una personalidad mefistofélica y moldeada en el Mal. Sin duda, en esta serie las chicas son guerreras y marcan la diferencia con interpretaciones de altura.