Tras los acontecimientos del episodio anterior volvemos la vista atrás para recuperar las desventuras, en paralelo, de los Blumquist en su huida de la muerte que se cierne sobre sus cabezas, mientras el incansable Hanzee los persigue sin tregua... o casi. Volvemos también a los títulos referenciales al mundo del arte. En este caso, el título del episodio nos encamina a uno de los elementos más característicos de la obra del pintor surrealista Max Ernst. Una especie de exteriorización del punto de vista y presentador (estático) de la pintura. En este caso,
puede hacer referencia a la "iluminación" que sufre Peggy (tan cercana al surrealismo como a la locura) que nos muestra a las claras lo que ya intuíamos: que la chica no anda demasiado bien de la azotea.
El arranque nos devuelve al final del sexto episodio y nos relata lo que ocurrió después. Ed vuelve a casa para encontrar a Peggy ensimismada en un visión que marca un antes y un después en su forma de afrontar la vida. Ya que va a tener que saltarse por la fuerza ese seminario de auto-superación que lleva semanas esperando tiene su propio seminario particular... y onírico.
Como si de un libro de auto-ayuda onírico se tratase su "maestro Jedi" particular se enseñará la forma de ser feliz y superarse: coger la vida por los cuernos y no dejarse achantar por nada ni por nadie. Si quiere algo, luchar por ello cueste lo que cueste y no dejar que nadie la cuestione. De esto será testigo un atónito Dodd, atado y prisionero, que no da crédito que lo que está viendo y recibe al recién llegado Ed como agua de mayo.
Está claro que la pobre Peggy ha dejado de carburar en algún momento y las vivencias de los últimos días la han terminado de desestabilizar. No hay tiempo para muchas explicaciones, así que rápidamente los Blumquist cogerán a Dodd y unas pocas pertenencias y saldrán pitando en el coche del mafioso. No será la última vez que el mayor de los Gerhardt y Peggy tengan sus más y sus menos.
¿Qué mejor para desaparecer que una cabaña en el lago, apartada del mundo más allá de la fauna local? A no ser, claro, que necesites un teléfono anónimo y una compra de urgencia. Vamos viendo cómo progresivamente el pobre Ed , que sólo quiere que le dejen en paz, recibe largas por parte de sus interlocutores. Parece que Dodd no es una carta tan ganadora como creía. Mientras tanto,
en la cabaña el mafioso irá comprobando en sus carnes cómo tocarle las narices y faltarle al respecto a la nueva Peggy resulta de lo más perjudicial para la salud. Para alguien acostumbrado a ningunear a las mujeres que han formado parte de su vida supone una buena cura de humildad. Esa mirada de auxilio en cuanto Ed entra por la puerta no tiene precio. Mientras tanto, Hanzee sigue en la búsqueda de su jefe. Cualquier detalle insignificante es capaz de ponerle sobre la pista adecuada, como una reserva de hotel para compartir habitación durante el seminario. El camino hacia Sioux Falls tampoco será plácido... sobre todo para quien se cruce con el indio. Y más si decide parar a saciar la sed en uno de esos bares de mala muerte llenos hasta las cejas de paletos racistas con ganas de buscar problemas.
Algo que Hanzee aguanta en primera instancia hasta que la cosa se sale de madre y acaba en un baño de sangre a base de pistola y ametralladora, llevándose por delante incluso a dos policías locales y volviendo para darle un regalo envuelto en plomo al barman tocanarices.
Muchas son las cosas que suceden en un espacio tan reducido como el que marcan una cabaña y una gasolinera, y muchos son los detalles que nos regala esta serie. El juego del ahorcado que revela una solución que anticipa el gran final por venir ("Sioux Falls") y que anticipa también la cruel sorpresa que le espera a Ed cuando tras resolver el tema de
"qué hacemos con Dodd" (haciendo a Mike Milligan el hombre más feliz de Minnesota) se encuentra de repente colgando a tres palmos del suelo;
el periódico abandonado de forma casual que acaba marcando el destino tanto de Hanzee como de Dodd;
el desgaste que lentamente va sufriendo el indio hasta que acaba siendo consciente de que se está alejando de la humanidad, despertando el pavor de los pobres mortales sin apenas decir una palabra, lo que le lleva a intentar un cambio de peinado... o de vida; la pobre Constance viendo como su planificada noche de placer prohibido se torna en pesadilla kafkiana; ese Ed que poco a poco se va sintiendo cada vez más a gusto con su rol de Carnicero de Luverne... Tan cuidados están los detalles que hasta la ficción dentro de la ficción que supone la película que Peggy ve en la cabaña es capaz de engancharnos tanto a los espectadores como a ella. Normal que no nos demos cuenta de hay un asesino más libre por el mundo. Tras el final del episodio todo hace suponer que las distintas facciones se encaminarán hacia Sioux Falls y el infierno comenzará a desatarse. La masacre se aproxima...
Por Antonio Santos