Tras el paréntesis que supuso el crossover con su serie vecina
The Flash es hora de retomar las aventuras y desventuras particulares del arquero esmeralda. Su situación enfrentado al gran Damian Dark es cada vez más peliaguda, sobre todo porque esta confrontación se ha abierto en dos frentes bien diferenciados:
la lucha en la oscuridad de la noche contra el villano y sus espíritus enmascarado con su capucha verde y la pelea política a plena luz del día en su identidad civil como candidato incorruptible a la alcaldía. Sin embargo, lidiar en un frente que le es claramente desconocido supone una vulnerabilidad que su maquiavélico enemigo puede utilizar con suma facilidad.
Esta parte es la que menos me convence del desarrollo del capítulo. ¿Por qué? Pues básicamente porque cuando el protagonista asume que se va a colocar una diana en la frente en su identidad civil debe también asumir que necesita un extra de protección y cuidado a la hora de actuar, ya que evidentemente su enemigo va a intentar acabar con él como lo ha hecho con sus predecesores en el puesto.
¿Y qué hace Oliver? Nada. Subestimar a Darhk una y otra vez y ponerse en el punto de mira porque sí con tanta alegría como imprudencia. Todo un sinsentido sin más objeto que forzar un cliffhanger previo al parón navideño que posiblemente sea el más artificial y cogido con pinzas de los que llevamos hasta ahora.
La acción comienza cuando, en respuesta al órdago que le lanzó Oliver dejando claro que no se iba a dejar comprar ni amedrentar, Darhk lanza un ataque contra la bahía que fue el origen del desencuentro entre ambos. Resultado: docenas de civiles heridos. Un aviso que no tiene demasiada repercusión, ya que Oliver procede a hacer pública la identidad de quien se encuentra tras los
espíritus que están atemorizando la ciudad.
No es buena idea tocarle los bemoles a tu enemigo y dar un gran fiestón electoral con la mera seguridad de cuatro policías. Los espíritus no tardan en atacar la sede y secuestrar a los más cercanos a quien le está haciendo la puñeta (Felicity, Oliver y Thea) ante la impotencia de Oliver al no poder mostrar sus habilidades en público. Aunque intenta resolver las cosas intercambiándose por sus amigos acudiendo desarmado y como civil a la guarida de Darhk, la cosa no saldrá demasiado bien. El villano lo captura pero, evidentemente, no suelta a los rehenes, sino que los mete en una cámara de gas como conejillos de indias para un nuevo producto químico mortal que está desarrollando. Por suerte cuenta con el apoyo de Canario Negro y un aliado imprevisto: Merlyn enfundado en el traje de Green Arrow, ejerciendo de perfecta coartada.
La caballería llega justo a tiempo y la cosa acaba con todos escapando y Darhk presuntamente fallecido en la explosión del lugar. Nada más lejos de la realidad, evidentemente.
Para concluir, está claro que esta experiencia ha servido como acicate para Oliver deje de confiarse, vigile sus espaldas y tenga ojo y medio abierto, ¿verdad? Pues no.
No sólo se declara en público a Felicity sino que se van los dos solitos a vivir su amor en limusina. Como si no fueran a ser asaltados por un comando de espíritus que dejan el coche como un colador. Y con ello a Felicity cubierta de sangre. ¿Se la han cargado? Permítanme que insista en dudarlo. Pues eso, cliffhanger de chichinabo. Al menos formalmente está muy bien resuelto, siendo el coche tiroteado mientras Darhk disfruta una velada familiar navideña llena de amor y buenos sentimientos (como si no hubiera salido en todos los medios que el hombre es un poquito asesino).
El resto del episodio se va entre tonterías navideñas y malentendidos amorosos. Poca chicha. ¿Y los flashbacks? Como de costumbre, apenas avanzan. No es ya que sean brevísimos, sino que además de momento no conducen a ninguna parte. La cosa es que Oliver parece recuperar el objeto mágico que busca Reiter pero es capturado por sus secuaces, que aparecen por ahí porque sí. Pues eso... Más interesante es seguir avanzando en los planes de Darhk. Sabemos por qué tenía interés en la bahía.
Unas algas que crecen allí le sirven para desarrollar su compuesto venenoso, y parece que su famoso proyecto "Génesis" implica el genocidio masivo y la regeneración de la humanidad desde los orígenes. A ver cómo se sigue desarrollando. De momento la temporada nos sigue ofreciendo una de cal y otra de arena. Esperemos que el descanso nos vuelva a traer un poco más de emoción y de tramas con enjundia.
Por Antonio Santos