THE SAINT OF LAST RESORTS II
Tras el final del capítulo anterior las espadas están en todo lo alto para descubrir cómo nuestro cínico favorito ha conseguido librarse de una muerte segura. Recordemos que la hermana Anne-Marie le había disparado a bocajarro para dejarle como "merienda" del demonio Invunche que les perseguía y así ganar tiempo para rescatar a los tiernos bebés que La Brujería había secuestrado con oscuros fines. Poco hay que hacer cuando un demonio te está babeando en los pies y afilando el cuchillo Ginsu para practicar de cara al Masterchef del infierno. ¿O sí? A situaciones desesperadas, medidas aún más desesperadas, como por ejemplo dejar entrar en tu cuerpo a otro demonio más poderoso que espante al que te persigue. Aunque las consecuencias a corto plazo no son precisamente halagüeñas. Dolor abdominal, fiebre, sed de sangre... pecata minuta, vamos. También tiene sus ventajas, como la curación de la herida de bala por arte de magia (infernal). Menos mal que nuestro mago siempre puede contar con Chaz para que le eche un cable. Al menos hasta que el demonio que posee a Constantine, un elemental de la talla de Pazuzu, se hace con el control y huye antes de que los preparativos para realizar un auto-exorcismo se pongan siquiera en marcha.
Así pues, tenemos a un engendro del averno manejando el cuerpo de Constantine, lo que dará como resultado que éste se despierte en medio de un montón de cadáveres, miembros arrancados y sangre. Parece que una banda local, la "Santa muerte", había tenido la mala fortuna de cruzarse en su camino con aviesas intenciones, lo que dará con sus huesos en uno de esos sucios penales mexicanos. No es cosa baladí: un engendro demoníaco encerrado en una cárcel con lo peor de Ciudad de México. La masacre está servida a no ser que alguien pueda ofrecer un poco de apoyo. En este caso, Chaz se encargará de ir reclutando a la caballería. En primer lugar a Zed, que ha conseguido librarse del sicario enviado por su padre ofreciéndole una dosis de su propia medicina. En segundo lugar, a alguien con los suficientes conocimientos como para dirigir un exorcismo. La carta de recurrir a la hermana Anne-Marie es arriesgada, sobre todo porque no dudó en dejar a Constantine a las puertas de la muerte, pero Zed se encargará de convencerla. Mientras tanto, Constantine, que es Licenciado en prisiones, comienza a jugar sus cartas para sobrevivir en entorno tan hostil. Primera misión: localizar al encargado de conseguir "material" de todo tipo en la prisión. Segunda misión: hacerse el puto amo del cotarro, cosa que conseguirá con un poco de ayuda involuntaria de Pazuzu.
Queda la segunda parte del "prison break": que los de fuera entren. Cada uno empleará lo mejor que puede sus capacidades. Anne-Marie su calidad de consejera espiritual; Zed sus curvas de infarto; y Chaz su capacidad milagrosa para encajar golpes. Una vez todos reunidos, comienza lo más difícil, expulsar a Pazuzu. Exorcismo que empieza mal (el demonio ni se inmuta ante la grabación de Constantine preparada para los auto-exorcismos) y termina peor cuando entra en escena otro ente infernal enviado por La Brujería, a los que evidentemente les interesa que Constantine acabe en las calderas de Pedro Botero. Se trata de Nahash "el embaucador", ni más ni menos que la serpiente que tentó a Eva, y de quién se encargará Anne-Marie a base de daga mística. Lástima que la daga se destruye en el proceso y se trataba del Plan B para evitar que Pazuzu quedara libre en nuestro plano de realidad. Sin plan A (exorcismo "en diferido") ni plan B (acabar con la vida de Constantine antes de que Pazuzu se apodere completamente de él), sólo queda improvisar. Por ejemplo, un exorcismo en un lugar donde brote lo sobrenatural como es la Casa del Misterio. El inconveniente es cómo trasladar a Constantine allí sin que su demonio interior la líe parda. Solución: doparlo hasta los ejes a base de heroína.
Tras una huida de prisión de lo más peculiar, queda lo complicado. La hermana Anne-Marie se verá obligada a vencer sus miedos, hacer borrón y cuenta nueva sobre el incidente de Newcastle, perdonar a Constantine y, sobre todo, perdonarse a sí misma para llevar a buen puerto un exorcismo. Una buena escena que recoge la tensión y violencia de un acto tan salvaje como este para mantener en vilo al espectador (a sabiendas de que, evidentemente, el protagonista se va a salvar). Bien jugadas las cartas del capítulo, sigue quedando en el aire el misterio sobre el oscuro pasado de Zed. Toca esperar, de igual forma que esperamos que se siga desenvolviendo (y acelerando) la trama de la Oscuridad Creciente. Mientras tanto, si contamos con episodios como estos dos últimos, entretenimiento no nos ha de faltar.
Cinéfago por puro placer y juntaletras ocasional. Defensor de las causas perdidas seriéfilas. Hincado de hinojos ante Hitchcock y Tarantino, entre otros muchos. Amante de la ciencia ficción, la aventura, Rick Remender, Jonathan Hickman, el helado de chocolate, Jessica Chastain y Eva Green (no necesariamente por ese orden).