Nueva propuesta de la dupla Adam Wingard-Simon Barrett, pareja creativa que se caracteriza por hacer de la escasez su virtud.
De esta forma, están acostumbrados a trabajar con presupuestos ínfimos tratando siempre de compensar la falta de medios con buenas dosis de imaginación, sentido del humor y desvergüenza creativa para darle la vuelta a los géneros con los que tratan. Después de la vuelta de tuerca al subgénero de
"home invasion" que supuso la excelente y divertidísima
"Tú eres el siguiente", aquí se atreven a buscarle las cosquillas al cine de acción de aroma más ochentero.
La historia nos cuenta el vuelco en la vida de una familia de clase media americana que supone la aparición de un extraño. En este caso, un antiguo compañero del hijo mayor de la familia, militar fallecido en cumplimento del deber, que lleva consigo los últimos buenos deseos del finado para con su familia. Una visita de cortesía que se acabará prolongando más de lo esperado dado el buen rollo que David despierta en la casa.
Pronto comprobaremos que la vida en este ejemplo de perfecto núcleo familiar americano dista mucho de lo idílico cuando empieza a asomar la suciedad barrida debajo de la alfombra. La querencia por el alcohol vespertino de un cabeza de familia que se siente poco valorado en su trabajo, la rebeldía de la hija mayor que frecuenta compañías peligrosas o el bullying escolar que sufre el hijo pequeño pronto estarán en el punto de mira del visitante, que aprovechará su estancia para intentar poner su granito de arena en la resolución de los problemas de sus anfitriones. Aunque sus métodos no dejarán de ser de lo más peculiares.
Si a eso añadimos que la sombra de un pasado sospechoso persigue a David, tenemos todos los ingredientes de un cocktail vibrante, divertido, lleno de mala baba y, fiel a la esencia de sus artífices, con más de un giro en una trama que se vuelve cada vez más loca y pasada de rosca.
Por supuesto, nada es lo que parece en esta película, por lo que la trama se vuelve de lo más imprevisible y no podemos sino dejarnos sorprender por el cauce que va tomando y que hace que se pase como un tiro.
Lo mejor, sin duda, es la definición del personaje principal, el perfecto "madafucker" hecho carne que protagoniza la película. Chulo, efectivo, con una presencia brutal y un carisma a prueba de bombas, el yerno que toda madre querría unido al tío más duro del barrio. Ese hombre de una pieza que levanta los suspiros de las chicas y los chicos quieren como colega de copas. Atractivo, hipnótico, pícaro, duro, enrollado, galante... y capaz de manejar con tanta soltura un calibre 45 como partir tabiques nasales. Este personaje arraigado un par de décadas atrás está arropado por un aroma a pura película ochentera que le sienta de maravilla, a lo que ayuda la fotografía y una banda sonora repleta de temas que nos harán retrotraernos a los bailes de instituto plagados de cardados y hombreras o a esas cintas de videoclub para disfrutar con los amigos. Sin llegar a ser una maravilla y un escalón por debajo de
"Tú eres el siguiente",
sí que se trata de una propuesta divertida, original, plagada de momentazos chulescos y cuyo desbarre final puede provocar tantas risas como éxtasis. Entretenimiento de primera con un protagonista que forraría docenas de carpetas en otra época y recupera un espíritu lúdico sin más pretensiones que entretener con vuelta de tuerca incluida. Sin duda, más de uno/a querrá un
David en su vida.★★★
★★
Por Antonio Santos