¿De qué va?
Tras un accidente de tráfico, se repasa la relación establecida entre sus principales protagonistas: Un joven aristócrata, una bella princesa austriaca y su profesor de universidad, además de otros personajes secundarios.
Actores.
Dirk Bogarde (Un Puente Lejano) es Stephen
Jacqueline Sassard (Las Ciervas) es Anna
Michael York (La Fuga de Logan) es William
Stanley Baker (Los Cañones de Navarone) es Charley
Impresiones
Joseph Losey destacó a lo largo de su carrera por ser un director de gran capacidad formal,
Modesty Blaise es una buena muestra de ello, su personal visión, una temática que arrastra hacia la comedia más burda pero que es reconducida hacia la lucha de géneros y resuelta como una exaltación de la mujer. Necesita de una revisión por parte de toda la crítica, la reivindicaremos en esta sección, pero será en otro momento, ahora el tiempo apremia y hemos de reconducirnos hacia la obra que nos ataña:
Accident; la temática es usual y propia de la producción británica de la época: El retrato de la crisis moral de la burguesía; probablemente muchos pensarán en
Claude Chabrol y en la producción francesa como referente a tomar pero, no olvidemos que nos hallamos en 1967, a escasos meses del influyente Mayo de 1968, Francia se hallaba en una lucha ciudadana constante, el cine se orienta hacia otras temáticas, este mismo año
Godard estrena
La Chinoise, la juventud se había convertido en objeto de representación de la producción francesa.
Queda abierto el debate acerca de si Accident debe ser considerada como una obra del free cinema vigente. Me atrevo a afirmar que no es el caso, pues
Losey abandona, como es habitual en su filmografía, los convencionalismos formales con los que autores como
Lindsay Anderson o
Tony Richardson dotaban de realismo a sus obras; se desmarca de este camino prefijado para adoptar y dar muestras de su marcado carácter internacional, no se aprecia distinción alguna entre lo real y lo onírico, al estilo Renoir, pernoctamos en torno a un mapa visual que adopta la intensidad de los sueños como propio y cuya verosimilitud se halla sostenida por lo factible de los hechos representados;
es la imagen, plagada de simbolismos, la que se mantiene en nuestra retina, la que descodifica el enigma.
Losey opta por marcar unas pautas reiteradas en cada plano contextualizador, es decir, el film arranca con un plano general de una casa que acaba convirtiéndose en una especie de Manderlay hitchcockiana, la importancia de la angulación adquiere protagonismo, jamás opta por variar estas pautas, siempre mostrará esa localización desde el mismo punto de vista; de tal modo es capaz de solventar una de las situaciones más complejas del film, cuando
Dick Bogarde regresa a la casa tras su breve paso por Londres. En primera estancia,
aquel espectador que no haya prestado la debida atención a las imágenes presentadas con anterioridad, se hallará perdido, pues tan solo observará una pequeña entrada, imposible de contextualizar si no fuese porque anteriormente
Losey opta por mostrar una escena (en apariencia) insignificante, hallada en ese mismo escenario, desde el mismo punto de vista, con la misma angulación. La relación establecida entre el ángulo visual y los objetos referentes, se convierte en una de las ideas formales más interesantes del film.
Presta especial atención a cada uno de los objetos que rodean la escenificación, son los elementos que se encargarán de completar la escueta y vacua conversación establecida entre sus personajes, siempre atados por las normas de comportamiento establecidas, aunque bien es cierto que en alguna ocasión recurre a la aclaratoria verbal, aunque no es lo habitual. Por último, destacar su gran montaje sonoro, así como el uso que efectúa de la narración sonora, sin ir más lejos y tomando como referencia uno de los pasajes ya mencionados, el inicio de la obra, podremos observar la casa, de fondo oímos el sonido de la naturaleza, placentero y pacífico. De repente, a este sonido se le añade el del motor de un coche, que sin necesidad de ser visto, oímos colisionar con algo. Puesto que la obra se fundamenta en un flashback, es una narración de cómo hemos llegado al punto de partida, conocemos cuál de nuestros personajes seguirá con vida y cuál no, a su vez, conocemos cuál será el motivo de su muerte, por ello
reitera en el ruido del tráfico, la muerte acecha a uno de los personajes, bajo una forma inofensiva en apariencia.
Las relaciones interpersonales son resueltas mediante miradas y actitudes solo perceptibles por el tono visual adoptado por el director.
Aborda el miedo a la muerte, la atracción sexual, la crisis de los cuarenta, el miedo a la vejez, la crisis moral de la aristocracia que tan solo halla atracción en el riesgo y el descontrol. Cobra importancia el hecho de que el guion sea una adaptación de una novela homónima de
Harold Pinter. Como si de
Altman se tratara, la imagen y el sonido poseen connotaciones contrarias o complementarias, pero siempre heterogénea. En ocasiones, la sensualidad de
Jacqueline Sassard y su relación con los hombres, nos recuerda a la mítica escena de
La Piazza en La Aventura, de
Michelangelo Antonioni, de hecho, la relación establecida entre ella y sus numerosos pretendientes parece una prolongación continuada de esta escena.
Por Manuel Rodríguez Álvarez
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.