Todos la conocemos. Todos hemos visto alguna imagen o fotografía suya. El 99,9% de las chicas tenéis un póster foto o carpeta con un imagen. Ella es inmortal. Ella es
Audrey Hepburn. Ella es sinónimo de elegancia, belleza, carisma. El día de su muerte,
Elizabeth Taylor dijo una famosa frase:
Dios estaría contento de tener a un ángel como Audrey con él.
Considerada por el
American Film Institute como la tercera mejor actriz de todos los tiempos, hoy no os voy a hablar de su filmografía. Hoy os quiero hablar de su infancia. Por lo que pasó siendo niña durante la Segunda Guerra Mundial, y lo que transformaría su carácter para el resto de sus días.
Audrey Kathleen Ruston nació el 4 de Mayo de 1929, cerca de Bruselas, Bélgica. De padre inglés y de una baronesa holandesa. Su infancia transcurrió entre Bruselas, Inglaterra y los Países Bajos.
En 1935 sus padres, ambos simpatizantes del nazismo, se divorciaron. Su padre abandonó a la familia.
Al estallar la guerra, en 1939, se mudó de Bélgica a Holanda junto a su madre y hermanos, esperando que estuvieran más protegidos del conflicto bélico. Allí ella seguiría acudiendo a la escuela, a la vez que estudiaba piano y ballet clásico. Aún así, la vida de
Audrey seguía corriendo peligro por sus orígenes ingleses, de modo que su madre la llamaba
Edda van Heemstra, como ella, y la obligó a hablar holandés, idioma que dominaba junto al inglés, francés e italiano, defendiéndose además con el alemán y español.
Debido a la escasez de alimentos, su constitución física sufrió numerosos estragos. Padecía anemia y problemas respiratorios. Por lo que empezó a plantearse alterar sus planes de ser bailarina a actriz. A pesar de todo, durante la guerra,
Audrey siguió bailando, en ocasiones, en secreto. El dinero que obtenía lo destinaba a la resistencia holandesa.
El mejor público que he tenido no hacia ni un solo sonido al terminar mi actuación.
A raíz del desembarco en Normadía por parte de las tropas aliadas, las cosas en Holanda empeoraron drásticamente. Durante el invierno de 1944 no contaban con apenas alimento o combustible, confiscados por las tropas alemanas. De modo que la población obtenía harina a partir de tulipanes con los que hacer galletas y tartas. Aún así, la gente moría de hambre y frío por las calles.
Varios miembros de su familia murieron fusilados al ser miembros de la resistencia holandesa. Su hermano
Ian fue capturado y permaneció durante un tiempo en un campo de trabajos. En 1991
Audrey recordaba esos días:
Tengo recuerdos. Recuerdo estar en la estación de tren viendo como se llevaban a los judíos, y recuerdo en particular a un niño con sus padres, muy pálido, muy rubio, usando un abrigo que le quedaba muy grande, entrando en el tren. Yo era una niña observando a un niño.
También fue consciente, tras la publicación de
El Diario de Ana Frank, las semejanzas entra ambas:
Tenías exactamente la misma edad que Ana Frank. Ambas teníamos 10 años cuando empezó la guerra y 15 cuando acabó. Un amigo me dio el libro de Ana en holandés en 1947. Lo leí y me destruyó. El libro tiene ese efecto sobre muchos lectores, pero yo no lo veía así, no solo como páginas impresas; era mi vida. No sabía lo que iba a leer. No he vuelto a ser la misma, me afectó profundamente.
Vimos fusilamientos. Vimos a hombres jóvenes ponerse contra la pared y ser tiroteados. Cerraban la calle y después la volvían a abrir y podías pasar por el mismo lugar. Tengo marcado un lugar en el diario, en el cual Ana dice que han fusilado a cinco rehenes. Ése fue el día en que fusilaron a mi tío. En las palabras de esa niña yo leía lo que aún sentía en mi interior. Esa niña que había vivido entre cuatro paredes había hecho un reportaje completo de todo lo que había vivido y sentido.
Pero esos terribles años no eran del todos malos, y
Audrey podía vivir algo de su niñez. Siguiendo con los paralelismos con la vida de
Anna Frank dice:
El espíritu de supervivencia es muy fuerte en las palabras de Ana Frank. En un momentido dice "estoy deprimida" y al siguiente te habla de que quiere montar en bici. Ella es la muestra de una infancia en terribles circunstancias.
Uno de los pasatiempos de
Audrey Hepburn era dibujar. Algunos de esos dibujos pueden verse hoy en día en Holanda.
El país fue liberado por las fuerzas aliadas y la Administración de las Naciones Unidas para el Auxilio y la Rehabilitación intervino en el mismo.
Hepburn dijo en una entrevista que se comió un paquete entero de leche condensada y que se puso enferma por el exceso de azúcar. Estas experiencias contribuyeron a que la actriz estuviera siempre al lado de
UNICEF durante el resto de su vida.
Años más tarde encontró a su padre en Dublín a través de la Cruz Roja, manteniendo el contacto con él permanentemente y apoyándose económicamente hasta el día de su muerte.
Por José Mayo
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.