Dirigido por
Joel Schumacher al igual que el quinto, nos reafirma que cada director se ha encargado de dos episodios por cabeza. Por ahora
David Fincher, James Foley y
Schumacher respectivamente, aunque
Foley dirigirá otro mas y dará paso próximamente a
Carl Franklin, Allen Coulter y
Charles McDougall que también tendrán en su haber dos episodios cada uno.
Tras demostrarnos el director de
Batman y Robin que tambien es capaz de encargarse de otros proyectos, gracias a los guionistas principalmente, en éste episodio nos encontramos con nuevas vertientes. En primer lugar, la elección de Peter Russo como gobernador y su compromiso al asistir a alcohólicos anónimos. Por otra parte, la mujer de Francis visita a su antiguo guardaespaldas, caído enfermo y con pocos días de vida. Entre ellos surge una conversación sincera sobre la personalidad de Francis, y Claire acaba demostrando que su marido consigue lo que quiere porque logra engatusar y llevarte a su terreno de la forma que el quiera.
Todo ésto ocurre a raíz del anterior episodio, donde la oposición, en manos de Spinella (
Al Sapienza) continúa con la huelga de profesores. El presidente quiere terminar con todo, pero Underwood planta cara para continuar y así no tener que cambiar el borrador. Así que desde el inicio de éste capítulo nos sentimos totalmente inmersos en el (ésto ya es normal desde el primer episodio) cuando ocurre la escena en la que el guardaespaldas de Francis pierde los nervios, es sorprendido y dispara su arma en plena urbanización. Pero nada de ésto es a propósito ya que Frank tiene entre manos un plan tejido desde los inicios y que culminará a la perfección aunque entre medias ocurra un imprevisto donde no solo lo pasará mal Underwood sino también el espectador. Me refiero al momento del debate en la CNN. Esa escena en la que
Spacey comienza a sudar, se traba y no sabe de lo que habla ni como va a salir... le acaba saliendo el tiro por la culata y la escena está tan bien realizada que llegamos a pasarlo francamente mal, nuevamente gracias a la magnífica interpretación de
Spacey que tan mágico está.
Éste episodio tiene su guinda final con la explosión final de Underwood que no desvelaremos, pero es increíble ya de por sí imaginarse la escena en la que Underwood espera a Spinella, sentado ante la larga mesa, sin nada que decir, solo dando golpes en la mesa y desquiciando al italiano. Lo que yo digo, pura calidad.
Sí, estoy enamorado de ésta serie. Cada episodio se supera y guarda todo una calidad tan excelsa que la considero por ahora la mejor serie del año aunque faltan otras nuevas temporadas como la tercera de
Juego de Tronos (que se estrena ya y criticaremos aquí), el final de
Breaking Bad y algunas novedades de las que estamos pendientes. Pero está claro que
House of Cards es de aplauso y solo para gustos refinados. Su plantel de guionistas es de lujos, sus actores son enormes y el montaje, brillante. Veremos la semana que viene el séptimo!!
Por Dante Martín
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.