Capítulo de luces y sombras, en la línea de lo que llevamos de temporada. Por una parte, tiene algún momento de acción realmente bien planificado y ejecutado que levanta la función. Por otra, adolece de lo que viene lastrando esta tanda de episodios: un guión lento, previsible y que no tiene nada claro cómo sacar partido a la premisa tan arriesgada como potente que tiene entre manos. La relación de Oliver con la Liga avanza escasos milímetros tras los acontecimientos del episodio anterior y además se ve lastrada por unos giros argumentales que lejos de ser sorprendentes más bien resultan carentes de toda lógica y hacen que los personajes vayan dando bandazos por exigencias del guión. Incluso un personaje habitualmente tan carismático y poderoso como Ra's al Ghul comienza a perder potencia por un desarrollo que deja bastante que desear.
La premisa no es del todo descabellada. Ra's confiesa a Oliver que quien le hizo entrega del arma Alfa-Omega como presente para entrar en la Liga fue el mismo Maseo.
La reacción del joven delata que bajo ese aparente lavado de cerebro hay mucho más. Poco después descubrimos que
realmente está simulando estar bajo el influjo de la Liga para poder acabar con ella desde dentro, aunque sus planes iniciales se han visto desbaratados por la rapidez en llegar a la última fase y la forma prevista para destruir Starling City. El único que conoce estos planes es alguien que puede guiar al héroe dado su conocimiento del funcionamiento interno de la Liga: Malcolm Merlyn.
Sobre el papel la idea no es mala, pero está deficientemente plasmada. El plan no tiene sentido tal y como está construido, ya que es imposible que Oliver pueda desmantelar la Liga desde dentro mientras no sea Ra's al Ghul, para lo cuál ha debido ya arrasar con su pasado (y con su ciudad). Al igual que otros dos aspectos que rechinan muchísimo. En primer lugar, que la herramienta de Malcolm para revelar los auténticos planes de Oliver a su antiguo equipo y recuperar la confianza sea Yukio. Si el medio para apoyarte en que dices la verdad es alguien a quien no conocen ni de oídas, mal vamos. En segundo lugar, el montaje es tan absurdo que Malcolm casi debe teletransportarse para estar en un momento en Nanda Parbat y en otro en Starling City. Al menos esto da pie a que el equipo Arrow se reúna de nuevo con la misión de acabar con el avión que va a desatar el infierno químico en la ciudad, sin duda la mejor escena del capítulo.
Una buena pelea en la que Canario Negro, Yukio (caracterizada como Katana), Diggle, Malcolm y Felicity (en la parte tecnológica) se baten el cobre contra los ninjas de la Liga de asesinos, destacando un momento brutal en el que Yukio se ve obligada a acabar violentamente con la vida de su marido. Mientras ellos luchan ferozmente en tierra, otra batalla se desarrollará en el aire ya que el avión consigue despegar. The Atom será el encargado de dejar el aeroplano hecho añicos. Aunque de poco vale esta frenética pelea, pues finalmente los héroes acabarán sucumbiendo a los mucho más numerosos efectivos de la Liga encabezados por Ra´s al Ghul y Al Sah-him. Entonces es cuando todo se va al garete.
Los aliados de Arrow son encerrados en una cómoda mazmorra mientras todo el ritmo ganado en el capítulo se escapa por el desagüe en una serie de escenas intrascendentes. Felicity llora por su amado (qué mal ha sentado a la serie haber dado cancha al
fanlover ente
Olicity), Diggle se cabrea, la boda entre Oliver y Nyssa se prepara...
mucho BLA, BLA, BLA vacuo y poca chicha. Lo único que levanta un poco el ánimo es el bis a bis entre Ra's y su hija durante el que éste muestra que puede ser afable y razonable... siempre y cuando lo idolatren convenientemente. Todo condimentado además por una inesperada traición de Malcolm. ¿Consentida, planificada? En todo caso, no tiene ningún sentido. Resultado final tras muchos dimes y diretes:
Ra´s separa a Yukio del resto (al ser inmune al Alfa-Omega) y suelta una probeta con el compuesto químico en la mazmorra mientras todos se retuercen de dolor ante la mirada inexpresiva de Oliver. La jugada se remata con la boda prevista. ¡Que vivan los novios! Por su parte, más intrascendencia aún rompe el ritmo con las increíbles y románticas (e inaguantables) aventuras de Roy y Thea. Mientras luchamos por no hacer zapping el fondo de la cuestión será la desaparición de escena de Roy, que deja en manos de su amada la identidad de Arsenal. Traspaso de poderes, que se llama. Pues bueno, pues vale... La parte de Hong Kong tampoco añade mucha chicha. Todo de lo más previsible, ya que nos lo han ido anticipando desde mitad de temporada. Akio muere y el general Schrieve vuelve a atrapar a sus padres junto con Oliver. Pues eso...
En general, capítulo regulero que deja todo el clímax final para el último capítulo, sin haber avanzado prácticamente nada ni mostrar una línea clara que lleve a un cierre lógico. Sólo un episodio para culminar la trama de la Liga de forma coherente se me antoja poco. Mucho van a tener que correr, y las prisas son malas consejeras. Veremos si los guionistas son capaces de hilar un broche digno a una temporada de lo más irregular.
Por Antonio Santos