RABBIT IN A SNOW STORM
Capítulo centrado en la actividad como abogado de Matt Murdock más que en su doble vida como justiciero, aunque evidentemente ambas "profesiones" se retroalimentan entre sí. Tras una dura jornada en un juzgado donde huele a chumusquina y cunde la compraventa de almas por un puñado de dólares nada mejor que soltar adrenalina vestido de negro y repartiendo estopa a quienes tienen un pase VIP de "queda libre de la cárcel". Un Daredevil nos hacía falta por aquí que le hiciera cosquillitas a base de masaje de nudillos a más de uno que se cree más allá del bien y del mal... En fin, a lo que vamos.
Como viene siendo habitual, el espectacular arranque ya nos deja pegados al sofá. A un pobre incauto se le ocurre molestar nada menos que a Mr. Prohaszka, una de las cabezas de la mafia rusa, mientras echa una partidita de bolos. Aunque resultará no ser tan incauto, ya que se libra en un pispás de los sicarios del mafioso y le revienta al jefe la cabeza con una bola de bolos. A falta de una pistola que no se escasquille (genial y divertido el cameo de Turk, uno de los sicarios de poca monta más molones y queridos de la historia del personaje) una buena bola no es mala solución para acabar con alguien. Inmediatamente, se pone a disposición de la policía sin oponer la más mínima resistencia. ¿Y quién se encargará de su defensa? Nada menos que el recién abierto bufete Nelson&Murdock, a quienes se ha encargado de contratar con un cheque lleno de ceros ese "hombre sin nombre" que ejerce de mano derecha y chico para todo del señor del crimen de la ciudad. Aún a sabiendas de que algo huele a podrido, Matt se empeña en coger el caso. Posiblemente porque le servirá para obtener información sobre su misterioso pagador y evaluar la fuerza de su enemigo. A este respecto, cada vez son más geniales los recursos técnicos para evidenciar los sentidos aumentados del protagonista. En este caso, el sonido del segundero de un reloj bastará para anunciar la presencia del hombre misterioso y el absoluto terror que despierta en aquellos a quienes tiene bajo su yugo, como una jurado que evidentemente está siendo chantajeada. Cosa que Matt no puede soportar, por lo que se encargará a base de romper huesos de que dejen en paz a la mujer. Para bien o para mal, la única forma de que no procesen a su defendido será limpiamente.
Mientras tanto, se nos presenta otro de los destinados a ser grandes personajes de la serie. Un periodista de raza íntegro e intachable como Ben Urich queda perfilado de forma elegante en cuatro escenas. Lo más importante es saber que, pese a sus penurias económicas que hacen cada vez más difícil pagar la estancia en el hospital a su mujer enferma, sigue intentando hacer lo que es correcto en un mundo donde las noticias de verdad ya no venden periódicos, sino la anécdota y lo intrascendente. Un peaje que ha de pagar para ganar el dinero que necesita mientras trata desesperadamente de luchar por sacar la verdad a la luz, jugándose el tipo para obtener información sobre ese nuevo justiciero que parece que se mueve por la ciudad o tocándole las narices a las corporaciones con mucho que ocultar. Como la que firma un cheque a Karen con la condición de que mantenga la boca cerrada. La chica intenta buscar la ayuda de la viuda de su asesinado compañero para destapar la verdad, pero el miedo a perder a su familia le ha cerrado la boca. De esta forma, los caminos de Karen y Urich se acaban encontrando. Dos almas íntegras tratando de arrojar luz sobre un oscuro mundo de corrupción... cosa que les puede costar muy caro.
Finalmente, un gran alegato de Matt conseguirá sembrar la duda razonable sobre el jurado así que su defendido es absuelto, cosa de la que es testigo el "hombre sin nombre", quien inmediatamente preparará las piezas para colocar un nuevo sucesor de su confianza en el puesto del mafioso asesinado. También da las razones para contratar a los abogados novatos: un reguero de sangre siempre conduce a algún sitio, así que en ocasiones conviene hacer las cosas por lo legal en lugar de cortar cabezas. Y nada mejor para ello que un bufete con la garantía de estar completamente limpio. Sin embargo, el asesino no se irá de rositas. La furia del justiciero de negro caerá sobre él de forma implacable. Una brutal pelea desembocará en una confesión del sicario tras sufrir el dolor que le aplica el alter ego de Murdock. Un nombre que hace temblar sólo con ser mentado: Wilson Fisk. El enfrentamiento entre Daredevil y su némesis está servido. No sin antes mostrar que las consecuencias de traicionar a Fisk no son nada halagüeñas, ya que el sicario prefiere autoinmolarse de forma atroz a ser presa de su furia. Está claro que no es esta una serie para todos los públicos...
El final sigue dejándonos un inmejorable sabor de boca. En una galería de arte, un hombre de imponente presencia observa un cuadro compuesto de tonos de blanco, lo que llamará la atención de la galerista. Entre ambos se produce una atracción que resultará crucial en la vida del corpulento hombre. Por fin hemos conocido a Wilson Fisk aka Kingpin y a quien está destinada a convertirse en el único remanso de paz de su vida: Vanessa.
Cinéfago por puro placer y juntaletras ocasional. Defensor de las causas perdidas seriéfilas. Hincado de hinojos ante Hitchcock y Tarantino, entre otros muchos. Amante de la ciencia ficción, la aventura, Rick Remender, Jonathan Hickman, el helado de chocolate, Jessica Chastain y Eva Green (no necesariamente por ese orden).