Por fin, después de mucho tiempo, saltó la sorpresa. No en
Las Gaunas ni en
La Rosaleda, sino en Gotham.
Volvemos a encontrarnos con un buen capítulo que al menos nos ofrece un buen rato de diversión y ritmo evitando el patetismo simplista de los episodios anteriores. Los principales aspectos de la trama están cuidados. Mientras las desventuras del Pingüino nos ofrecen un buen rato de tensión, la trama policial repunta gracias a la entrada en acción de un ilustre personaje de la imaginería clásica del Caballero Oscuro.
Ese Dr. Crane que ya nos "espoilea" el mismo título y al que da vida un contenido y siempre agradecido Julian Sands como villano que trasciende lo episódico. Todo indica que puede dar guerra para rato. Esperemos que así sea y se explore el caldo de cultivo en el que su hijo crece a fuego lento hasta convertirse en el Espantapájaros.
Como dijo Mr. Zsasz, vamos por partes.
Lo mejor del capítulo sin lugar a dudas es la trama relacionada con el Pingüino y Maroni, muy grandes ambos. La fugada Fish Mooney hace su jugada para vengarse de su antiguo pupilo, telefoneando a Maroni para ponerle en antecedentes de que la lealtad de Cobblepot está con Falcone y está ejerciendo como topo en su organización. Maroni, que no es tonto, pronto empezará a atar cabos sobre comportamientos bastante sospechosos de su pupilo desde que está a sus órdenes y traza un plan para sacar a la luz la verdad.
Con la excusa de un encuentro con un partenaire misterioso, llevará a Cobblepot a una cabaña aislada donde tendrá lugar un atractivo juego de la verdad en el que ambos empezarán a mostrar sus ases ocultos bajo la manga. La escena va ganando tensión gradualmente y está manejada a la perfección por el personaje de Maroni, que muestra por qué ha llegado a su posición en el submundo criminal y es capaz de jugarse un último comodín en forma de pistola con balas de fogueo que le dejará en bandeja la revelación de culpabilidad del Pingüino. Cosa que casi le cuesta la vida, aunque el muy canalla siempre tiene recursos para salvar el pellejo por mal que estén las cosas.
En paralelo asistimos a la puesta de largo de un nuevo asesino en serie que está comenzando a actuar en Gotham. El denominador común de sus víctimas es que se les extirpan post-mortem las glándulas suprarrenales y que la muerte se produce en circunstancias de miedo extremo, siendo las víctimas habituales asistentes a un grupo de "fóbicos anónimos". El sospechoso será, por tanto, alguien que frecuente estas reuniones y encuentre en ella a sus víctimas potenciales. La resolución del misterio es poco destacable, como de costumbre, y adolece de que se nos desvele quién es el malo desde el minuto 1 (desde el título más bien), pero en esta ocasión importa menos
ya que el villano es muy carismático y tiene un componente de hijoputismo mezclado con sobriedad de lo más agradecido. El clímax afectará particularmente a Bullock, y el episodio se beneficia de un final tenso y en la sorpresa de encontrar que el ayudante en las correrías del Dr. Gerald Crane no es otro que su hijo Jonathan, futuro villano que dará más de un quebradero de cabeza a Batman en su identidad de Espantapájaros.
Aquí tenemos por tanto el germen de esa droga del miedo en forma de experimentos con personas en momentos de pánico extremo, como enfrentarse a la inminencia de la muerte de la forma que más temen. Muy bien llevada esta parte. Finalmente Crane conseguirá escapar, así que veremos si con un poco de suerte nos dura más de un par de capítulos, que el personaje promete.
En cuanto a las subtramas más intrascendentes, una de ellas va ganando espacio y, poco a poco, interés. Nygma se ve inhabilitado por culpa del penoso forense de la comisaría, y demostrará que se está cansando de recibir burlas y está más que preparado para pasar a la acción si le tocan demasiado la moral. Por otra parte, Selina hace otra de sus apariciones forzadas sin mayor objeto que cubrir su cuota de
molancia. Qué pena que este personaje esté tan completamente desaprovechado.
Al contrario que Leslie Thompkins, que insufla vida a cada segundo que aparece en pantalla eclipsando completamente el recuerdo de ese florero con patas que era Bárbara Kean. Aunque lo mejor es ese momento de pura metaficción en el que Bruce le espeta a la cara a Gordon poco menos que le debería dar vergüenza llevar 14 capítulos sin haber movido un dedo para investigar el asesinato de sus padres. Cosa con la que los espectadores estamos totalmente de acuerdo. El pobre Gordon, como no puede echarle la culpa al guionista (en lo que hubiera sido un momentazo de pureza
grantmorrisoniana) no tiene más remedio que agachar las orejas y tragar.
¿Pero no hay momento de trospidez absoluta en este capítulo? ¡Por supuesto que sí! Ese final con Fish Mooney dispuesta a enfrentarse a la versión cutre de un pirata somalí convertida en poco menos que en la hermana putativa de Lobezno. Ver para creer...
Por Antonio Santos