Hemos llegado al final de la magnífica tercera temporada, y a lo largo de ella las incógnitas rondaban sobre lo que ocurriría en éste último episodio que pone la guinda al tercer año consecutivo de
The Walking Dead.
Para los que hemos sido y seguimos siendo lectores (sigue abierta la linea comiquera) el cambio por los guionistas nos molestó en un principio pero nos fuimos amoldando viendo otras vertientes y personajes que se habían inventado o que su destino iba a ser diferente al elegido por
Robert Kirkman. Esto finalmente, fue de tal agrado y acierto que con ello consiguieron que estuviésemos pendientes y fuéramos partícipes de las sorpresas, al igual que conservaban algunos guiños como homenajes para el fan comiquero.
Dicho esto (no es la primera vez que lo digo) llega el peliagudo análisis del capítulo final de la tercera temporada, por lo que os aviso que habrá
Spoilers.
Muchos dijimos que dejar para lo último la salvaje acometida de Woodbury en la prisión era demasiado "precipitado" o extremo por dejarlo todo al final, sin embargo, si en el cómic lo que ocurre es una estampida que rompe con las vallas, las personas, acompañados de tanques y bombardeos, aquí el grupo, con el lavado de cerebro correspondiente del Gobernador, acaban metidos en la cocina por decirlo así. A mí, personalmente, éste hecho me abruma un poco pues no creo que sea muy normal llevar a tu gente y meterlos entre celdas por pasillos estrechos donde la salida está por una sola puerta. Claro que, pensándolo bien, hablamos de el Gobernador, un ser que se mueve por odio e ira.
El Gobernador, al que vimos en unos episodios atrás explotar su vis sanguinaria, nos demuestra su total locura y el poco aprecio que le tiene a la vida cuando estalla al ver huir a su gente y tras verlos en su contra, decide cargar con ellos eliminando uno a uno. Mas de una veintena de personas entre las que se incluían mujeres. A partir de aquí emprende la huida con sus dos hombres, acongojados eso sí, para no dejar rastro y volver en la cuarta temporada, de seguro con una muchedumbre y con mas hambre que nunca. Probablemente las ideas ronden sobre una escapada al ejercito, robarle algún tanque y arrasar como es debido la prisión. ¿No os parece? Son ideas que mas de uno nos planteamos y no creo que sea muy descabellado. De todas formas ya hemos visto que los guionistas nos la juegan una y otra vez.
Sí, nos la juegan como me la han jugado a mí en éste episodio. No por no ocurrir una masacre total de la prisión sino por el final de mi personaje favorito, Andrea, quien ha lidiado toda la temporada entre unos y otros y ha sido una fría asesina. En el cómic sigue activa, siendo mano derecha de Rick, una pieza importante como la francotiradora del grupo, pero aquí acaba mordida en manos del "científico" de Woodbury que a su vez intenta salvarla. Me choca que una chica tan dura como ella donde la hemos visto aproximarse a los zombies casi hasta echarles el aliento, acabe así de esta manera ante uno solo... Bueno, digamos que la excusaremos por el hecho de estar maniatada a la silla de tortura. No me esperaba este suceso aunque me lo había planteado en mas de una ocasión pero no me lo imaginaba por ser una pieza tan fundamental en la historia de
Kirkman. Sin embargo recordemos que hay algunas bazas que sobresalen como es el caso de Daryl Dixon quien no aparece en el cómic y que sin duda es hasta ahora el arma mas letal de Rick. En definitiva, ese hecho me ablandó y casi se me saltan las lagrimas... mi Andrea... en fin. Siempre nos dejan los mejores.
El episodio acaba con Rick llevando a la prisión a los que quedaron en Woodbury, los desvalidos, ancianos y algunas mujeres, incluyendo sus hijos. Sin embargo, se levanta otra cuestión en la historia, y es algo que se venía cociendo de antes. Me refiero a la personalidad de Carl quien se ha convertido en un salvaje sin piedad, capaz de asesinar a niños desarmados (en el cómic es mas salvaje aun) y expresa su verdad cuando dice que si Rick hubiese matado al Gobernador en su primer encuentro, o a Merle u otros, nada de aquello habría pasado, había que actuar. Definitivamente, en la cuarta temporada, el bueno de Rick tendrá que lidiar con él y ya veremos que futuro les depara al grupo cuando vuelva el Gobernador, aunque no me extrañaría nada que mientras pasasen otras cosas entre medias para dejarle tiempo al gran personaje interpretado por
David Morrissey.
En resumidas,
The Walking Dead tiene en su haber la mejor temporada de sus tres años. Una constante asfixia que rodea a los personajes, donde no sabemos que ocurrirá gracias a los oportunos cambios de los guionistas. De seguro habrá quien éste último episodio le defraude. Yo pienso que está a la altura, sobretodo porque ahonda hasta el límite en la personalidad del Gobernador quien regresará para explotar por última vez. Yo lo espero con ansias. ¿Y vosotros?
Por Dante Martín
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.