Sinopsis: Los Lisbon, una familia católica de un barrio suburbial del estado de Michigan, ven su existencia drásticamente alterada cuando la menor de sus hijas, Cecilia, se suicida. La madre abandona su trabajo como profesora y las cuatro hermanas restantes dejan de acudir a clase. Pero su reclusión despertará tanto la curiosidad como las fantasías de los vecinos y de aquellos que en alguna ocasión las trataron.
Reseña: En un pequeño barrio, la tragedia tiene nombre y apellido, Cecilia Lisbon. El suicidio de la más joven de las hijas representa un antes y un después, no solo para la familia, sino también para toda la comunidad que intenta responder a la pregunta más importante, ¿por qué lo hizo?.
Las vírgenes suicidas es el testimonio de los últimos meses de las hermanas Lisbon gracias a la reconstrucción realizada por un grupo de jóvenes que consiguieron camuflar su obsesión bajo a la apariencia de un inocente amor adolescente. Las pistas y los testimonios recopilados a lo largo de los años nos proporcionan una visión parcial de los trágicos acontecimientos, siendo el lector quien proporciona los fragmentos necesarios para completarla.
Al contrario que otras novelas,
Jeffrey Eugenides no quiere que los lectores sean meros testigos, sino que busca implicarlo en la historia. El autor consigue hacernos partícipes de los terribles sucesos, para demostrar la terrible verdad: todos nosotros somos culpables. Es cierto que nuestras manos no sujetaron ninguna cuchilla, ni encendieron el horno de gas, ni hicieron el nudo de aquella cuerda o buscaron dentro del botiquín las pastillas que les proporcionarían el ansiado descanso; pero es como si lo realmente hubiésemos hecho, aunque de forma inconsciente. El aislamiento y la exclusión a las que fueron sometidas las hermanas antes de su forzado encierro familiar represento su sentencia a muerte.
(Jeffrey Eugenides)
Jeffrey Eugenides crítica la hipocresía de la sociedad estadounidense, especialmente de las comunidades más pequeñas y tradicionales. Aquellas que profesan valores como la unidad familiar o la solidaridad y, sin embargo, demuestran ser incapaces de llevarlos a la práctica. Con objeto de preservar su cómoda rutina, fingen que nada ha cambiado y crean una realidad alternativa a su alrededor.
En este aspecto resulta muy interesante la descripción de la familia Lisbon viendo la televisión, que sirve para ofrecer una imagen de absoluta normalidad ante cualquier visitante. Sin embargo, pronto percibimos pequeños detalles, una artificialidad en la escena que nos hace sospechar y mostrarnos cautos.
Por tanto,
Las vírgenes suicidas es, en realidad, una novela que utiliza el drama de las hermanas Lisbon como catalizador de una crítica social. De hecho, obsérvese que la impersonalidad de las jóvenes, es una metáfora de la progresiva pérdida de identidad como consecuencia del capitalismo, tal y como demuestran los dos siguientes fragmentos:
El diario constituye un documento insólito de la adolescencia, ya que rara vez revela la aparición de un ego en formación. No aparecen por ninguna parte las inseguridades, lamentaciones, amoríos y ensoñaciones que son propios de esa edad. Cecilia, por el contrario, habla de ellas y sus hermanas como una entidad única. A menudo resulta difícil saber de qué hermana está hablando, y hay muchas frases extrañas que sugieren al lector la imagen de un ser mítico con diez piernas y cinco cabezas que se queda en cama comiendo porquerías o que debe soportar la visita de tías cariñosas
En aquel momento nos dimos cuenta de lo poco imaginativo que era nuestro barrio, de que todo él estaba trazado según una cuadrícula cuya anodina uniformidad había quedado oculta tras los árboles y de que los viejos artificios de estilos arquitectónicos diferenciados perdían aquel poder que había que nos sintiéramos únicos
Es importante recordar la procedencia extranjera del autor, lo que explica cierta nostalgia en la narración, así como el personaje de la abuela griega de uno de los jóvenes, que representa un tributo personal a su tierra natal. Por desgracia, la falta de conocimiento respecto a la cultura griega nos impide apreciar la percepción de Eugenides con todos sus matices, cuando esta disyuntiva representa uno de los aspectos de la novela.
Por tanto, si hubiese una palabra para describir «Las vírgenes suicidas» sería conflicto. La obligación de renunciar a nuestros sueños conforme crecemos, la incapacidad de satisfacer nuestros deseos, el vacío existencial y la búsqueda de una identidad… La adolescencia implica una serie de cambios y experiencias necesarias para conformarse como adultos. No obstante, cuando se impone el juicio de terceros, esta represión puede desencadenar en la búsqueda de una salida, cualquier salida. Las hermanas Lisbon no odiaban la vida, sino que la amaban tanto que solo tenían una forma de recuperarla.
«Para la mayoría de las personas el suicidio viene a ser como una ruleta rusa. Hay una sola bala en el tambor. En el caso de las hermanas Lisbon, el arma estaba totalmente cargada. Una bala por presión familiar. Una bala por predisposición genética. Una bala por malestar histórico. Una bala por un impulso inevitable. Las otras dos balas son imposibles de nombrar, pero esto no quiere decir que las cámaras estuvieran vacías»
Lo Mejor: La implicación del lector en la historia. La capacidad para evidenciar el aislamiento y la hipocresía de los habitantes de Detroit. Los cambios que experimenta la sociedad estadounidense ante la llegada del capitalismo.
Lo Peor: El excesivo distanciamiento de las hermanas Lisbon. Algunas anécdotas son irrelevantes y no están relacionadas con la historia principal. La obsesión por las jóvenes resulta injustificada después de tanto tiempo y tampoco se aclara los motivos de su investigación.
Por MariCarmen Horcas
Título: Las vírgenes suicidas, 232 págs.
Autor: Jeffrey Eugenides
Editorial: Anagrama, 2001
ISBN: 9788433966827
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.