Ejemplar episodio que sigue introduciéndonos a los personajes de esta serie, cerrando un ciclo con el primer capítulo y dejando plantado el germen de las motivaciones del protagonista de una forma elegante y atractiva.
Un excelente trabajo que sienta las bases de la trama desde el guión, conformando un flujo paralelo en el que los actos, decisiones y carácter del héroe urbano se cimentan en unos flashbacks de la infancia del protagonista. De esta forma,
ambas líneas temporales se alimentan y complementan entre sí.
El comienzo no puede ser más atractivo.
Un reguero de sangre en el suelo conduce a un contenedor donde descansa un inconsciente Daredevil sangrando y lleno de heridas. Un chico lo encuentra y, asustado, lleva el cuerpo a casa de una vecina. Matt despertará en casa de la mujer, quien es enfermera y ha hecho lo que buenamente ha podido para curar sus heridas, aunque se ve a la legua que ha sufrido una paliza de órdago. Comenzará entonces una conversación, un tira y afloja entre ambos en el que poco a poco comprenderemos lo que ha ocurrido y descubriremos muchas cosas sobre los personajes. El secuestro de un niño a manos de los rusos al final del capítulo anterior no era sino una trampa que esta banda había preparado para cazar al héroe cuando, confiado en sus habilidades, había acudido al rescate.
Los dolorosos resultados saltan a la vista, escapando por los pelos con múltiples contusiones, costillas rotas y heridas de arma blanca.
En paralelo, la recuperación de Matt se fusiona con la historia de su niñez, contemplando a un padre malviviendo para pagar el alquiler a base de peleas de poca monta en las que, de vez en cuando, tocaba irse a la lona antes de tiempo para ganarse un dinero extra.
Unos flashbacks llenos de detalles en apariencia insignificante pero que nos plantean la situación de forma excelente: las penurias económicas, la lucha del boxeador por alejarse de la tentadora botella, el permanente deseo de que su hijo estudie y se haga una persona de provecho...
un amor incondicional que lo lleva a aceptar peligrosos amaños por parte de la mafia del barrio para poder sobrevivir, a vencer su orgullo y dejarse caer como un pelele por un puñado de dólares. El recuerdo de un padre duro como una roca que sabía encajar tanto los golpes de sus rivales en el ring como los aún más duros de la vida es lo que da fuerzas a Matt para seguir luchando; para ser esa mota en el ojo del crimen que pone su vida en riesgo por hacer de su ciudad un lugar mejor; que es capaz de lanzarse al vacío de cabeza por salvar una sola vida. De ahí la ayuda de Claire, la enfermera, que valora su voluntad y dedicación. Aunque pronto las cosas se tuercen. Uno de los rusos, simulando ser un policía, está buscando al justiciero y acabará localizándolo... cosa que un extintor puede resolver fácilmente. Esto da lugar a una de las escenas más brutales del episodio: Matt no dudará en torturar al mafioso para que le dé la localización del chaval...
y contar con alguien con conocimiento experto sobre el cuerpo humano y sus umbrales de dolor no tiene precio. Más muerto que vivo, su único objetivo es recuperar al chico. Un grano de arena en el desierto, pero suficiente para demostrar que las cosas pueden cambiar.
Y llegamos al magnífico final del episodio. Un vistazo al pasado en el que
"Battlin" Jack Murdock tiene su gran pelea contra el prometedor Carl
"Crusher" Creel (más conocido en el futuro como
"Hombre absorvente" y a quien hemos podido ver el
Agentes de SHIELD) y se la jugará a la mafia venciendo en una pelea que debía perder. Con esto consigue un doble objetivo: un buen dinero en las apuestas depositado en una cuenta a nombre de su hijo y que éste, por fin, pueda sentirse orgulloso de su padre.
Hacer lo que mejor sabe hacer y saborear por una vez el triunfo, aunque le acabe costando la vida. Y sin embargo, dejándole una mandamiento marcado a fuego que será el leit-motiv de su vida: "Somos Murdock. Nos dan a menudo. Pero nos levantamos". Como hace Matt en el presente para acudir al cubil de la mafia rusa a rescatar al chico en un genial homenaje al gran film
"Old Boy".
Una potentísima pelea rodada en plano secuencia en un pasillo angosto en la que Daredevil se enfrenta a una docena de sicarios rusos. Una secuencia brutal y libre de artificios en la que podemos sentir el agotamiento del protagonista, donde casi pueden oírse los huesos al romperse y cada golpe duele en carne propia. La situación puede estar jodida; todas las cartas están en contra y la sangre se funde con el barro en el que reposamos; pero somos Murdock, caemos y nos levantamos.
En definitiva,
un magnífico episodio cargado de detalles que refuerzan al protagonista y terminan por cimentar su origen y sus motivaciones. Al mismo tiempo, nos deja numerosos guiños como la presentación de Claire Temple, la
Enfermera de noche (interpretada por una siempre agradecida Rosario Dawson) que dedicará su tiempo libre a atender a los justicieros urbanos, al mafioso Silke o ese mítico recinto que es el bar de Josie. También hay hueco para indagar un poco más en la personalidad de Foggie y Karen, aunque de forma más secundaria. Lo que es seguro es que
esta serie tiene cuerda para rato si sabe sacarle partido a estos mimbres que está empezando a entrelazar.
Por Antonio Santos