Prosiguen las aventuras del arquero esmeralda continuando con la descorazonadora situación en la que lo ha dejado Ra's al Ghul. Ten cuidado cuando el diablo es tu enemigo, y mucho más cuando es tu amigo, porque sus actos se convierten en imprevisibles y demoledores. En este sentido, prosigue su lucha por desacreditar a Oliver acabando con la vida de inocentes a golpe de flecha verde. La ciudad ya está empezando a poner a su justiciero en la picota, sobre todo porque su máximo valedor, el capitán Lance, se ha convertido también en su más acérrimo perseguidor. Todo el capítulo gira en torno a una idea clave: "No tienes ni idea de lo poderosa que puede ser la verdad". En el caso de Lance, el enterarse por las malas de que su hija Sara estaba muerta lo ha cambiado por completo. No culpa ya al mundo (en general) de su muerte, sino a Arrow. Por su culpa, Sara empezó a labrarse un camino como justiciera que la llevó a la muerte. Pero aún llega más lejos. Tal es la inquina que el capitán siente por el arquero que le llevará a reunirse con el diablo en persona, que le ha ofrecido su ayuda para servirle al encapuchado de verde en bandeja de plata. Lance no aceptará su oferta (aún es hombre de principios) pero Ra´s al Ghul le deja una coda final que acabará por cerrar el círculo: la identidad del arquero. Oliver es Arrow, lo que hace que su odio se incremente exponencialmente, ya que es quien arrancó a Sara de su lado y dio pie a su presunta muerte y su drástico cambio de vida. La verdad es un arma poderosa, y en este caso pone definitivamente a Oliver entre la espada y la pared. Su identidad se ha hecho pública y, aunque Lance sabe que no es culpable de las muertes de las que se le acusa, no dudará en hacer caer sobre él todo el peso de la ley como venganza. Además de todos cuanto lo ayudan, incluyendo a su propia hija.
De esta forma, la cosa se pone muy, muy cruda para Oliver, que no sólo verá cómo la policía se despliega para atrapar a su alter ego superheroico, sino que tampoco le da tregua a su identidad civil. Esto dará pie a varias buenas escenas de persecución en las que el justiciero, junto con sus colaboradores, conseguirán escapar por los pelos de los agentes de la ley. Incluso Roy se ve obligado a herir a varios de los agentes que lo acorralan para poder huir, lo que sigue pesando sobre su ya cargada conciencia
. Una serie de escenas llenas de intensidad y tensión donde todo se pone en contra de nuestro héroe llevando a una situación límite de la que es casi imposible salir, trampa de Ra's al Ghul incluida. Sin duda, el personaje va ganando peso en la trama (como debía haber sido desde mucho antes) y
se está convirtiendo en una némesis implacable. Y eso que su intención es que Oliver vea la gran oportunidad que le ofrece como líder de la Liga de asesinos, aunque demuestra cada vez más que es una persona sumamente inteligente y que siempre consigue sus propósitos. En este caso, lo deja meridianamente claro:
o se convierte en el nuevo Ra's al Ghul o pasa el resto de su vida encerrado por los mismos a quienes defiende.
Mientras tanto Ray Palmer, para salvar a Felicity, cae víctima de una flecha en el asalto que acabó con la vida de la alcaldesa. En el hospital la cosa será peor de lo esperado. Un trombo puede acabar con su vida, pero la operación para eliminarlo puede dejarle daños cerebrales graves.
La única solución parece ser inyectarse unos nanobots capaces de navegar por el torrente sanguíneo eliminando el trombo a su paso. Un método experimental que el hospital no está dispuesto a asumir. Ya se sabe, las demandas a los médicos, los abogados carroñeros y tal. Tras muchos dimes y diretes (drama baratero que interrumpe más la trama principal que otra cosa) todo acabará de la forma más previsible. Es decir, con Felicity inyectando la solución a espaldas de los médicos. Mucha historia para poca chicha, ni contando con la presencia de la dicharachera madre de Felicity. Aunque el final es prometedor.
¿Qué consecuencias tendrán los nanobots en el cuerpo de Ray? Entretanto, los flashbacks refuerzan todo el tema del poder de la verdad cuando Oliver y el pequeño Akio se encuentran con la hermana gemela de Shado. Una sarta de mentiras acabará con la joven desconfiando de Oliver y llamando a la policía, aunque los que acudirán dispuestos a acabar con todos a base de metralla serán los misteriosos hombres que los persiguen. Por suerte,
Maseo y Tatsu aparecerán pasa salvar el día y demostrar sus pocos prejuicios para matar a base de katana.
El final vuelve a dejarnos un cliffhanger de altura.
Oliver se entrega a Lance para salvar a sus compañeros de la persecución policial, y porque ya ha llegado a un punto donde no sabe qué demonios hacer para escapar de la situación, así que coge la salida que le parece moralmente más correcta. Sin embargo, su equipo no estará de acuerdo. Cosa que se manifiesta cuando
alguien salta sobre el furgón que traslada a Oliver a prisión vestido de verde y proclamándose el verdadero Arrow. Ni más ni menos que Roy, dispuesto a jugarse la libertad por su líder y amigo. ¿Tragará Lance? ¿Será Oliver capaz de que Roy acabe con sus huesos en la cárcel en su lugar? Pronto lo sabremos.
Por Antonio Santos